Guillermo Giacosa tomó la palabra para dirigirse a un público atento, entre los que me encontraba con una intención determinada que se desvaneció con el paso de las horas. Esto ocurrió en una noche del 31 de enero de 2018, fecha en la que comenzó el taller titulado “Antioratoria e Inteligencia Emocional” en una oficina de San Isidro. Para poder llegar al lugar de la reunión a las 18:30, tuve que salir de mi casa a las 15:30. En el transporte público, meditaba sobre una solicitud que no se materializó en palabras cuando lo conocí por primera vez en una casa de Miraflores, en agosto de 2014.
En aquella vivienda de Miraflores, el periodista argentino me recibió con un fuerte abrazo que alivió mi nerviosismo. Luego, me presentó a unos jóvenes que trabajaban en una agencia de publicidad, un ámbito en el que no me veía trabajando en ese momento, ya que estaba en el sexto ciclo de la carrera de Ciencias de la Comunicación y tenía la intención de sumergirme en el mundo del periodismo. Los minutos avanzaban, y personas de diversas edades llegaban a la vivienda para conocer a Guillermo Giacosa, quien en ese entonces desempeñaba su labor en Radio Capital.
Los temas que se abordaron en el taller del 2019 fueron los mismos que se trataron en el taller realizado en el 2014. No me importó escuchar nuevamente los contenidos que había aprendido años atrás. Mi objetivo era poder expresar lo que tenía guardado dentro de mí desde el 2014.
Mientras Guillermo explicaba los temas a los participantes del taller, me vino a la mente un pasaje de la novela “Contarlo todo”, en el que el tío Emilio le pregunta a De Rivera sobre la posibilidad de que su hijo haga prácticas en la revista que él dirigía.
Durante la clase, nos divertíamos escuchando las ingeniosas ideas del periodista, quien era admirado no solo por nosotros, sino también por los oyentes de la radio local en la que había trabajado algunos años atrás.
El taller que se llevó a cabo en enero de 2018 concluyó al mismo tiempo que se desvanecieron las oportunidades de expresarle cuánto ansiaba adentrarme en el mundo del periodismo y lo preparado que me sentía para hacerlo. En aquel momento, contaba con un título profesional, pero las oportunidades laborales eran escasas debido a la intensa competencia.
La capacitación concluyó el 2 de febrero a las 21:30, momento en el cual abracé a Guillermo con fuerza. ‘Si necesitas algo, no dudes en escribirme’, me dijo desde unos metros de distancia. De regreso a casa, redacté un correo de agradecimiento por las valiosas enseñanzas que había recibido durante el taller, y, sobre todo, expresé lo que no me había atrevido a decirle en persona. Durante tres horas, reuní las palabras que Guillermo leería en algún momento. Llegué a casa al borde de la medianoche y envié el email que fue el punto de partida de una historia digna de ser contada.
“A ver si dentro de un par de semanas, cuando yo termine los trámites burocráticos para renovar mis documentos, nos juntamos para charlar sobre posibilidades de trabajo y sobre lo que a ti te interese. Un fuerte abrazo”, me respondió Guillermo al correo que le envié durante la madrugada.
Tras leer este mensaje, redacté un texto para agradecerle por la oportunidad y expresarle mi alegría. A medida que pasaban los días, reflexionaba sobre lo que le diría cuando llegara el momento de llamarlo por teléfono. La espera llegó a su fin después de dos semanas cuando, en presencia de mi madre, marqué su número. Después de que sonara el teléfono de 2 a 3 veces, Guillermo respondió. Al decirle que era Rafael, su alumno del taller, se emocionó y exclamó: ‘¡Rafaelito, ¿cómo estás?’”. Respondí, con la voz temblorosa, que estaba muy bien. Pocos segundos después, le hablé sobre lo que le había escrito en el correo, y él me proporcionó una fecha para visitarlo en su casa.
El experimentado periodista me invitó a su casa, lo cual me emocionó, ya que tendría la oportunidad de conversar sobre una variedad de temas y conocer su biblioteca, que imaginaba vasta y repleta de novelas de la literatura universal. Después de un viaje de 2 horas y 30 minutos y una caminata de 15 minutos, llegué a la puerta de su residencia. Toqué el timbre, y él no solo me abrió la puerta de su casa, sino también la puerta a un sinfín de historias y enseñanzas que me dejaron asombrado al escucharlas.
Ya instalado en el predio, me invitó unos huevos revueltos con jamón y café pasado. Ese día conversamos de todo un poco, menos de la solicitud que le había hecho a través del email. Ese día me contó pasajes de su vida que fueron retratados en el libro “Jugar a vivir”, pero con lujo de detalles. El dramatismo se combinaba con el humor, haciéndome reír intensamente.
Ese día me quedé hasta altas horas de la noche. De regreso a casa, la mandíbula me dolía de haberme reído tanto. Sin lugar a dudas, había sido un día excepcional y fuera de lo común, en el cual aprendí temas de historia, literatura, filosofía y, sobre todo, conocí pasajes de su vida que me conmovieron sobremanera.
El contacto con él continuó durante las semanas siguientes. Nos comunicábamos a través del correo electrónico y, en uno de esos mensajes, me invitó a su casa. Mientras me dirigía allí, pensé: “¿Qué estará cocinando Guillermo? Seguramente pasta con carne”. Cuando llegué, me recibió con un cálido abrazo. Fue ese día cuando lo vi conmoverse al hablar de su madre y me enteré de que Augusto Ferrando lo había elogiado. También me compartió detalles de lo que ocurrió el día en que se enteró de que ya no trabajaría en Radio Capital, entre otros asuntos relevantes.
Augusto Ferrando elogia a Guillermo Giacosa en plena calle de Lima
Con una copa de vino en la mano, Guillermo me relató una anécdota en la que Augusto Ferrando, el entonces conductor de “Trampolín a la fama”, exclamó en plena calle lo siguiente: “¡Muy bien, así se hace televisión!”. Este incidente ocurrió después de que el periodista terminara su programa en Radio San Isidro. Lo sorprendente de la historia es que Ferrando detuvo su automóvil y salió de él para elogiar al comunicador, quien estaba acompañado por Carlos Bejarano. Guillermo agradeció el gesto, pero en ese momento no reconoció quién era esa persona que lo alabó, ya que no recordaba su rostro. “Esto fue como si me hubieran otorgado la nacionalidad peruana”, expresó Guillermo.
Esta no fue la única ocasión en que Augusto Ferrando elogió a Guillermo. Pocos días después de este episodio, Ferrando fue invitado al programa del periodista argentino para hablar de diversos temas. En videos de archivo de TV Perú, se les puede ver sentados en una mesa circular junto a Carlos Bejarano.
“Qué tal amigos de canal 7, muy buenas tardes. No tienes idea, tú sabes que soy muy franco y a veces por mi extremada franqueza se me ha criticado mucho, el deseo que tenía de que me invitaran, por muchos motivos. Primero, porque este programa es muy ameno, muy original, es un programa informalísimo. Es tan informal como Ferrando, que llegó a ser profesional de los informales, porque trabajar 25 años sin libreto en otro canal para mí es algo fácil”, dijo Ferrando en el Canal 7.
“Para aquellos que no nacieron con esa picardía, esa cosa quizás les resulte sumamente difícil. Entonces, este programa tiene eso. De repente están hablando sobre el papa y a los dos minutos sale mi compadre y comienza a hablar de fútbol, y este (Guillermo) regresa con el papa y el otro termina con un cardenal (Carlos Bejarano), pero siempre con cosas que interesan al público (...). Todos los días los veo a ustedes, todos los días”, agregó el entonces conductor de “Trampolín a la fama”, visiblemente emocionado.
Lo que sucedió en el programa del canal del Estado no me lo contó Guillermo. En su casa solo me enteré de lo que le había dicho Ferrando en la calle.
Cuando Guillermo evocó la ocasión en que Ferrando lo elogió en plena calle, una sonrisa se dibujaba en su rostro. Al parecer, se sentía honrado de que un personaje tan querido le hubiera dedicado esas palabras. Luego conversamos sobre otros temas que también son dignos de contar, pero implicarían una extensión considerable. Lo cierto es que ese día no fue la última vez que visité su casa.
Guillermo Giacosa llega al Perú por casualidad y se queda para toda la vida
Debo confesar que cuando conversaba con Guillermo, ya sabía que él no tenía planeado quedarse en Perú cuando llegó a Lima por primera vez. Él estaba de paso, pero un incidente que ocurrió lo hizo quedarse por un breve tiempo que se extendió hasta el día de hoy. En ese lapso, hizo amigos, consiguió trabajo y un lugar donde vivir. Según contó, le robaron en los primeros días que estuvo en territorio nacional. Ante esta situación, esperaba que le enviaran dinero para viajar, pero se demoraron un mes. Cabe precisar que antes de que el periodista argentino llegara al Perú, se encontraba en Ecuador, país en el que unos españoles le propusieron ir a Machu Picchu, a lo que él accedió.
El peculiar estilo de Guillermo Giacosa en la radio
Otra de las historias que Guillermo me compartió tiene que ver con los trabajos en los que fue sumamente feliz. Solía decir: “Conversar en la radio con Atahualpa Yupanqui y Alicia Maguiña fue fantástico”. A decir verdad, no he escuchado un programa radial que realizó antes del año 2000, pero según relató, era muy didáctico y se expresaba con libertad. La cultura, la música y el humor estaban presentes en sus programas, y este último no podía faltar en sus espacios radiales, persistiendo hasta su último trabajo en una radio de Lima. La libertad para abordar una amplia gama de temas era una constante, y lo hacía con destreza. Los oyentes le agradecían por explicar temas complejos de la coyuntura nacional e internacional. Como si fuera un narrador de cuentos, informaba las noticias.
Los micrófonos se apagaron para Guillermo Giacosa
La primera vez que escuché la voz de Guillermo fue a través de Radio Capital, medio de comunicación que había captado la atención de los peruanos en el 2008 debido a la variedad de programas que ofrecía, desde informativos hasta de entretenimiento. Comencé a escuchar este medio mientras cursaba la secundaria. En un principio, me interesó el programa de Anthony Choy y luego algunos programas periodísticos. Con el paso de los años, seguí sintonizando esta radio. La frecuencia con la que la escuchaba aumentó cuando empecé a estudiar Ciencias de la Comunicación en el 2012, año en el que Guillermo se integró a Radio Capital. Fue un sábado de octubre en el que me impactó la forma en que conducía su espacio radial.
Sobre su trabajo en esta radio local, también conversamos en su casa. En un momento de la charla, le pregunté por qué había dejado de trabajar en este medio de comunicación. Inmediatamente, procedió a narrar lo que sucedió. Según contó, se enteró de que ya no trabajaría en la radio en pleno programa. En esa noche, estaba entrevistando a un abogado, quien, tras enterarse, le preguntó a Guillermo si haría juicio. “Yo te lo hago”, le dijo el abogado.
“El argumento que dieron es que no tenía rating”, sostuvo Guillermo, quien decidió demandar a RPP.
El juicio que ganó contra un medio de comunicación
Hace unos meses, Guillermo declaró en el canal de YouTube “Lernen Capacitación” que había ganado el juicio contra RPP. “El juicio con RPP fue fantástico, nunca había ido a un juicio, nunca he estado en un juicio”, expresó, visiblemente emocionado.
En otro momento de la entrevista con el canal de YouTube mencionado, Guillermo se refirió a lo que la defensa del medio de comunicación dijo. “Dos abogadas de RPP dijeron que ‘el señor Giacosa no merece tener una compensación porque trabajaba sin horarios y elegía los temas que quería’. Yo no podía creer cuando escuché eso”, contó el periodista.
Guillermo Giacosa es uno de los periodistas más queridos en el Perú. La evidencia es abundante; basta con revisar los comentarios llenos de cariño que le dejan sus seguidores en las redes sociales, la continua acogida que tienen sus talleres, los mensajes positivos en los videos de YouTube donde él aparece y, sobre todo, las palabras de afecto que los oyentes de Radio Capital le expresaban. Hay otros pasajes interesantes en la vida de Guillermo Giacosa que sin duda merecen ser compartidos en algún momento. Mientras tanto, un sector de la población alberga la esperanza de que Guillermo regrese a la radio.