A lo largo de décadas, nuestro país ha enfrentado obstáculos significativos en lo que respecta al acceso a servicios médicos, especialmente en zonas remotas y entre aquellos con recursos limitados. La disparidad en el sistema de salud ha sido una preocupación constante, a pesar de las afirmaciones recientes de la presidenta Dina Boluarte ante la Asamblea de la ONU, donde aseguró que el 99% de la población cuenta con un seguro médico. Lamentablemente, esta cobertura no siempre se traduce en la obtención de atención médica de calidad. En el último informe sobre Diagnóstico de la Situación de Brechas de infraestructura o Acceso a servicios de salud del MINSA, se reveló que el porcentaje de establecimientos de salud con capacidad instalada inadecuada ya llega al 98%.
La pandemia de COVID-19, que golpeó al mundo entero con fuerza, sacó a relucir estas brechas en el sistema de salud de manera aún más aguda. Sin embargo, también impulsó una transformación sin precedentes en la forma en que los peruanos acceden a la atención médica, y llevó a la adopción masiva de la telemedicina en todo el país. Este cambio radical no solo fue una respuesta a la crisis, sino también una oportunidad única para abordar las disparidades en el acceso a la atención médica y acercar la salud a todos los peruanos.
El mercado de la telemedicina en Perú ha experimentado un auge notable. Según datos del Ministerio de Salud, para el año 2020, el número de consultas médicas virtuales ascendía a más de 14 millones de atenciones, y a inicios del 2022 la cifra ya superaba los 37 millones. A través de este servicio se estima que atienden aproximadamente a 50 mil personas diariamente.
Uno de los aspectos más prometedores de la telemedicina en Perú es su capacidad para cerrar las brechas en el acceso a la atención médica, especialmente en regiones remotas y entre aquellos de bajos recursos. Durante el trimestre de abril a junio del 2023, según el INEI el 45% de la población con algún problema de salud buscó atención médica, lo que subraya la necesidad urgente de servicios médicos en todo el país. A través de este sistema, podría allanarse el camino hacia la posibilidad de un acceso universal a la atención médica; incluso las personas en las zonas más alejadas del país pueden conectarse con médicos y recibir diagnósticos y tratamientos, superando las limitaciones geográficas.
Desde el lado económico, el costo de los desplazamientos a centros médicos y las consultas presenciales representa una carga económica significativa. La telemedicina reduce estas barreras financieras, ya que las consultas en línea suelen ser más asequibles y generar ahorro al eliminar los gastos asociados.
Sin embargo, aunque esta alternativa representa una herramienta potencial para aportar en la reducción de las brechas de acceso, aún existen desafíos que deben superarse. Estos incluyen la necesidad de expandir la infraestructura de telecomunicaciones en áreas remotas, asegurar el acceso a equipos adecuados para lograr la conexión necesaria, garantizar la seguridad y privacidad de los datos médicos en línea, y asegurar que las personas de todas las edades y niveles de educación puedan utilizar eficazmente las plataformas de telemedicina (alfabetización digital). La inversión continua en tecnología y capacitación médica es esencial para garantizar que esta transformación beneficie a todos los peruanos.
Por otro lado, la implementación de marcos legales sólidos y políticas de seguridad sobre la atención en línea garantizará no solo la eficacia de la telemedicina, sino también la protección de la privacidad de los pacientes y la integridad de la atención médica. Como sociedad, debemos trabajar en conjunto con las autoridades gubernamentales y las instituciones de salud para desarrollar y fortalecer estas regulaciones, asegurando así que la telemedicina siga siendo una herramienta confiable y segura para todos los peruanos.