Perú, tierra milenaria en la que las historias para explicar ciertos fenómenos tienen las más increíbles leyendas que van pasando de generación hasta volverse populares y tomarse como ciertas con el paso del tiempo.
Sin embargo, hay pocos lugares, como en Tingo María (Huánuco), en los que todo comenzó como una historia de amor imposible que no paró hasta volverse inmortal y darle forma a una de las leyendas más hermosa para explicar la formación de lo que hoy conocemos como la cadena de montañas conocidas como La Bella durmiente y que PromPerú se esfuerza por dar a conocer a más peruanos.
¿Dónde está?
Ubicada en el distrito de Mariano Dámaso Beraún, provincia de Leoncio Prado, en Huánuco, el Puma Ringri, como también es conocido este lugar por los lugareños, es motivo de una de las historias de amor más alucinantes que conozca el Perú.
Todo comenzó en una época en que los españoles buscaban conquistar estas tierras y eran emboscados por las tribus locales durante sus incursiones nocturnas. La hostilidad en el lugar era palpable, y las tribus de la región se mantenían firmes en su resistencia. Ni siquiera los incas, famosos por su expansión por todo el continente, lograron llegar a esta parte de la selva.
Sin embargo, entre estas tribus, destaca una historia que trasciende el tiempo y la geografía. Una versión sostiene que los Panatahuas, bajo el liderazgo del príncipe Kuyak, decidieron explorar esta región selvática.
Un grupo de jóvenes se aventuró hacia las profundidades de la selva, estableciendo un campamento y comenzando a investigar todo su entorno. Sin embargo, lo que encontraron fue mucho más que un simple paisaje natural.
En uno de sus viajes a las aguas cristalinas de un río, el príncipe Kuyak se encontró con una mujer de belleza deslumbrante. Tenía cabellos oscuros y largos que se asemejaban a hilos de seda. Sus ojos se encontraron, y en ese momento, el amor los unió.
La mujer resultó ser una princesa de una tribu local llamada Nunash, y su romance con Kuyak, un forastero, no fue bien visto por algunos. Y es que en algunas tribus locales, los matrimonios eran acordados por los padres, y la elección de pareja estaba sujeta a ciertas reglas y rivalidades entre tribus.
La felicidad no duró
Sin embargo, el amor entre Kuyak y la bella princesa no pudo ser ocultado por mucho tiempo. La joven pareja se encontraban a menudo, disfrutando de su tiempo juntos en las aguas del río y compartiendo miradas cómplices.
Pero la sombra de la tragedia comenzó a posarse sobre su historia de amor. Uno de los sirvientes del padre de la princesa notó su comportamiento y lo dio a conocer. El padre de la princesa, al enterarse, organizó un plan para emboscar a Kuyak y sus compañeros.
Sin embargo, la princesa Nunash no podía soportar la idea de ver a su amado en peligro. Se adelantó para advertir a Kuyak, pero cuando regresaron al campamento, se encontraron con que sus compañeros estaban siendo atacados. Juntos, lograron escapar, adentrándose aún más en la selva.
Esta feroz persecución continuó durante años, pero finalmente, el amor y la astucia prevalecieron. En una de las tantas batallas desesperada que libró, Kuyak luchó contra un guerrero enemigo y logró escapar. Pero su huida los llevó a un precipicio sin salida, un abismo.
En un acto de desesperación, Nunash recordó el poder sobrenatural de su padre, un brujo, y su habilidad para otorgar poderes especiales. Entonces transformó a Kuyak en un puma y ella se convirtió en una mariposa azul, su insecto favorito de la infancia. Juntos, volaron hacia la seguridad.
Todo terminó muy mal
Sin embargo, algo no salió como la joven pareja esperaba al intentar devolver a Kuyak a su forma humana. Ante su impotencia, Nunash lloró y se desesperó, pero sus esfuerzos fueron en vano. Kuyak permaneció como un puma, y solo Nunash pudo volver a su forma humana.
Resignada a su suerte, y en un último acto de amor, Nunash se posó en el lomo de Kuyak mientras observaban el cielo. El tiempo pasó, y ambos se durmieron para siempre, atrapados en una forma que no les permitiría volver a ser humanos.
Solo así, su amor perduró en el tiempo, una historia que se cuenta entre susurros en la selva de Tingo María. La leyenda de Nunash y Kuyak, el puma y la mariposa, es el testimonio eterno de un amor que desafió las barreras y se convirtió en parte de la historia de este mágico rincón de la selva peruana.