Perú es un país rico en recursos naturales. La exportación de diferentes productos ha sorprendido al mundo por la calidad de estos, hecho que nos ha posicionado como un productor de importancia de insumos como los arándanos, espárragos, paltas y el infaltable café peruano, sumamente reconocido a nivel mundial por su exquisito sabor, aroma y textura únicos.
Pero mucho antes de que el país saltara a la fama por sus productos de calidad de exportación, ya existían ciudadanos que apostaban por emprender dentro de los límites de sus lugares de origen, muchas veces sin imaginar que el tiempo les daría el éxito con el que alguna vez soñaron.
Tal es el caso de Altomayo, una de las marcas de café más conocidas del mercado local y un infaltable en las mesas de muchos peruanos que han comprobado su calidad y su precio accesible.
Los inicios
Corría el año 1964 cuando don Antonio Huancaruna Saavedra, bajo el cielo despejado de su natal Cajamarca, no solo cayó en cuenta de la calidad del café que se producía en el país, sino también del poco consumo que tenía este producto.
Con una visión emprendedora, el incipiente empresario tuvo la idea de poner en valor el producto y empezar a venderlo.
Para ello no se necesitó más que un viejo camión a punto de destartalarse. Con este, empezó a recorrer las rutas cafetaleras acompañado de su esposa. Así trasladaban granos de café que adquirían y llevaban por diferentes lugares para su venta. La idea, sin duda, sirvió para sostener a su familia que estaba conformada por tres hijos.
Ya en la década del 70, con el país en plena época de depresión económica y algunas ideas revolucionarias que se iban gestando en las entrañas de los andes, la idea de Antonio Huancaruna tuvo mucho éxito en el mercado nacional. Los esposos empezaron a comprar tierras en los valles de Altomayo y Chanchamayo, apostando por el insumo que los había ayudado a crecer.
El nacimiento de Altomayo
El negocio continuó a flote durante los siguientes diez años, con el emprendedor enfocado en todo el proceso de producción del café y una ruta ya marcada. Los años 80 llegaron y trajeron consigo fuertes convulsiones sociales y la aparición del terrorismo, etapa que apagó muchas vidas y ensombreció los sueños de los emprendedores que poco o nada podían hacer frente a una nación que se caía a pedazos.
Pese a ello, había que sumarle el derrumbe de los precios a nivel internacional. Pese a este contexto desfavorable, Antonio Huancaruna continuó con su negocio y logró llevarlo hasta el mercado extranjero.
Exactamente en 1980 establecieron una filial en Alemania, siendo ahora reconocidos como uno de los principales exportadores del insumo en el país. El panorama adverso no fue impedimento para que el emprendedor cajamarquino deje de soñar y luchar por sus ideales.
La empresa vio un rápido crecimiento gracias a su calidad, pero no fue hasta 1990 cuando se decidió llevar el negocio hacia otros rumbos, dando paso a la marca que los consolidaría: había nacido Altomayo, en el mismo valle donde se extraían los granos de café que habían posicionado a la marca durante tantos años.
Por supuesto, la visión emprendedora de don Antonio no se limitaba únicamente a la venta, ya que era observador y notó rápidamente los hábitos de consumo de la población peruana en cuanto al café. No solo se consumía en menor cantidad, sino que también había otros factores. Por esta razón se lanzó el café soluble, que logró ganarse la preferencia de muchos consumidores en todo el territorio nacional.
El sueño era una realidad para Altomayo. De ser un pequeño negocio que tuvo humildes comienzos pasó a convertirse en una importante empresa. Los reconocimientos no tardaron en llegar.
Como ejemplos se tiene su premiación en Expoalimentaria del 2015, la feria del sector alimentos y bebidas más importante de Latinoamérica, donde Altomayo destacó por su sabor y calidad por encima de marcas extranjeras.
Expansión y actualidad
Altomayo, con su visión innovadora y gran sabor, ha logrado traspasar las fronteras y llegar hasta países como Francia, Polonia, Austria, Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, entre otros. Su presencia a nivel global ha puesto al café peruano en los ojos del mundo y le ha dado un valor agregado que lo hace único y sumamente valorado. Eventualmente, el negocio pasó a manos de los hijos de Antonio Huancaruna, Ricardo, Olivio y Arcadio, quienes la lideran y siguen exportándola a más de 50 países.
Cabe mencionar que Altomayo también proporciona el insumo para marcas de gran envergadura como Starbucks o Lavazza. Un logro que había sido imposible sin la apuesta que emprendió Antonio Huancaruna y que ha dado frutos de éxito.
Asimismo, Altomayo tiene sus propias cafeterías que destacan no solo por el sabor del café, sino que también aportan en la promoción de los productores peruanos. Dichas cafeterías hoy en día están distribuidas estratégicamente diversos aeropuertos de algunas ciudades peruanas, lo que les da mayor visibilidad y oportunidad de ventas.
Allí se ofrecen insumos variados y diferentes tipos de café peruano. Los locales también tienen un componente social, ya que se venden productos como artesanías, haciendo de los espacios una vitrina para dar a conocer la cultura peruana a viajeros de diferentes nacionalidades, quienes adquieren piezas que siguen dando a conocer al Perú más allá de sus fronteras.
En la actualidad hay 18 cafeterias pertenecientes a Altomayo, pero sobretodo, una historia de éxito que sigue escribiéndose, para orgullo de todos los peruanos e inspiración de aquellos emprendedores que luchan día a día por alcanzar sus sueños.