El Perú es uno de los últimos grandes bastiones que tiene el cristianismo en esta parte del continente. Y es que son muchas las fiestas y devociones que el pueblo peruano en el ámbito religioso.
Pero sin lugar a dudas, la más importante del año, y en la que la gran mayoría de fieles suele demostrar su fe, es durante la procesión del Señor de los Milagros, conocido también como el Cristo de Pachacamilla.
Y es que durante sus días centrales, los últimos de cada octubre, son millones de peruanos de todo el mundo los que le muestran al mundo cuando profunda es su fe. Lo que algunos todavía desconoce es cual es el verdadero origen de esta devoción que lleva más de 350 años en nuestras calles y que cada día parece ser más grande.
Devoción y misterio
La historia de esta imagen se remonta al siglo XVI y está envuelta en un manto de misterio. La leyenda dice que fue pintada por un esclavo angoleño traído a Perú, pero no se puede confirmar con certeza quién fue el autor de esta obra.
La imagen original del Cristo fue registrada por primera vez en 1651 en Pachacamilla, y con el tiempo, se le agregaron representaciones de Dios Padre, María y María Magdalena. Este Cristo es conocido como Moreno debido a la fuerte presencia de fieles de piel oscura entre sus primeros devotos. Durante décadas, la imagen fue retratada con tez morena.
El primer milagro
En 1655, un fuerte terremoto sacudió Lima y Callao, destruyendo templos y viviendas, y cobrando miles de vidas. Sin embargo, la imagen del Cristo en la simple pared de adobe permaneció intacta. Este evento marcó el inicio de las reuniones para venerar la imagen los viernes por la noche, una tradición que ha perdurado hasta nuestros días.
Pero a pesar de su creciente devoción, con el correr del tiempo, hubo intentos de borrar la imagen y prohibir las reuniones en su honor.
Preocupados por su creciente popularidad, el párroco de San Sebastián, José de Mena, solicitó la intervención del Virrey Pedro Antonio Fernández de Castro, el Conde de Lemos, para eliminar la imagen y detener las reuniones, argumentando que iban en contra de las prácticas religiosas de aquellos tiempos. Sin embargo, la respuesta de la gente fue de rechazo y se negaron a permitir la eliminación de la imagen.
Vaya que lo intentaron
Según cuanta la leyenda, el primer pintor que intentó borrar la imagen fue sobrecogido por temblores y escalofríos cuando subió por la escalera hacia la imagen. Otro hombre, al acercarse a la imagen, desistió después de ver algo inexplicable en ella.
Finalmente, un soldado valiente subió, pero experimentó algo extraordinario: la imagen parecía volverse aún más hermosa frente a sus ojos, y la corona de espinas se volvió verde. Frente a la insistencia de las autoridades por borrar la imagen, la gente manifestó su desacuerdo, lo que llevó al Virrey y al Vicario Ibarra a revocar la orden.
Tras el intento fallido de borrar la imagen, el Virrey Fernández de Castro dio luz verde para autorizar de manera oficial su culto. Entonces, se construyó una ermita provisional en el lugar y el 14 de septiembre de 1671 se celebró la primera misa oficial ante las autoridades eclesiásticas y civiles.
El culto al Señor de los Milagros comenzó a difundirse, y la imagen se convirtió en el Santo Cristo de los Milagros o de Las Maravillas.
Otro terremoto y la primera procesión
El 20 de octubre de 1687, otro terremoto asoló Lima, y las autoridades eclesiásticas decidieron que una réplica de la imagen saliera en procesión por las calles de la capital.
Un evento similar ocurriría en 1746, cuando la capital y el Callao sufrieron uno de los terremotos más destructores de su historia. Esa vez, de nuevo, la población sacó de nuevo en procesión la imagen del Señor de los Milagros, comenzando de esta manera la popular tradición.
Desde entonces, miles de fieles de todo el mundo se congregan en Lima cada mes de octubre para participar en estas procesiones.
El virrey y las Nazarenas
Cuando el Perú se encontraba bajo las órdenes del Virrey Manuel Amat y Juniet, el nuevo representante de la corona española en nuestras tierras decidió ayudar con 150 pesos, a manera de limosna, para la construcción del Templo de Nazarenas. Esto se dio entre 1764 y 1776. La cantidad se duplicaría en 1775.
Pero eso no fue todo, pues también se involucró en la planificación y supervisión de la construcción, así como en la obtención de permisos necesarios.
El 21 de enero de 1771, el nuevo Templo de Nazarenas fue inaugurado, marcando otro hito en la devoción al Señor de los Milagros.
¿Por qué de morado?
La historia del color morado asociado al Señor de los Milagros tiene una historia aparte pero igualmente interesante. Antonia Maldonado, una mujer ecuatoriana, llegó a Perú y se casó con Alonso Quintanilla.
Tras enviudar, fundó el Beaterio de las Nazarenas y adoptó las vestimentas moradas, el color tradicional de Jesús de Nazaret, decoradas con un cordón blanco de cinco nudos que representaban las llagas de Jesucristo.
Aunque las autoridades cerraron el beaterio, Antonia Maldonado y sus seguidoras continuaron su devoción al Cristo de Pachacamilla y adoptaron el morado como símbolo de su fe.
La devoción al Señor de los Milagros se ha arraigado profundamente en la cultura peruana y ha trascendido las fronteras. Cada octubre, las procesiones atraen a miles de devotos de todo el mundo, y la imagen del Cristo Moreno sigue siendo un símbolo de esperanza y milagros para aquellos que buscan su intercesión.
La historia del Señor de los Milagros es una prueba del poder de la fe y la resistencia de una devoción que ha perdurado a lo largo de los siglos.