Lucha Reyes, tu voz persiste: el retorno de la diva y sobreviviente de la pobreza, el racismo y la violencia

Lucha Reyes fue diagnosticada con diabetes en su juventud, cuando ya la había golpeado la miseria y la violencia machista. Empezó a acariciar la fama solo tres años antes de morir por un infarto. En el siglo digital, un sello discográfico reivindica su gloria y su legado

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Lucha Reyes en una presentación de su juventud. Foto: Archivo Javier Ponce Gambirazio
Lucha Reyes en una presentación de su juventud. Foto: Archivo Javier Ponce Gambirazio

Cinco meses antes de morir, cuando la diabetes la había debilitado por completo y acababa de quedar parcialmente ciega, Lucha Reyes (Rímac, 1936) —la diva afroperuana, hija de una lavandera y un padre prófugo, visitante recurrente de salas de hospital— le pidió al compositor Pedro Pacheco una canción para despedirse.

Los médicos le habían ordenado detener su agenda —a ella que se hizo cantante cuando niña, mientras mendigaba en bares— y retirarse de los escenarios. Estaba en una fase crítica de la enfermedad, pronto quedaría inválida, de modo que, en los días siguientes del encargo, mientras visitaba una funeraria frente al Hospital del Empleado en Lima, Pacheco compuso ‘Mi última canción’, un tema que concluye con ella rompiendo en llanto.

El colofón dio título a su cuarto disco, publicado en agosto de 1973, solo dos meses antes de que un infarto de miocardio la fulminara cuando iba en un coche camino a una misa, en el Día de la Canción Criolla. Es, también, el último de trece temas incluidos en Remembranzas Vol. I, una compilación de sus mejores valses que ha sido relanzada, un siglo después, por Ellas Rugen Records, un sello discográfico que reivindica las voces icónicas femeninas de Latinoamérica “en una industria donde lo anglo siempre ha mantenido su dominación”.

El proyecto, dirigido por el productor Jalo Núñez del Prado (Lima, 1986), abrió con la absoluta y exquisita Yma Sumac, siguió con la refinada Estrellita del Llano y ahora vuelve con Lucha Reyes, la voz hiriente, la ‘Morena de Oro del Perú' que nació Lucila Justina Sarcines Reyes, pero suprimió su apellido paterno para siempre.

Jalo Núñez del Prado, productor de Ellas Rugen Records, un sello discográfico que reivindica las voces icónicas femeninas de Latinoamérica
Jalo Núñez del Prado, productor de Ellas Rugen Records, un sello discográfico que reivindica las voces icónicas femeninas de Latinoamérica
“Ella es un ejemplo de transversalidad en una frívola industria que siempre ha sostenido un patrón para llegar al estrellato, como el canon de belleza o de clase social”, dice, desde España, Jalo Núñez del Prado. “Lucha Reyes fue una transgresora en ese sentido. Debido a los infortunios y a su temprana partida, nunca pudo hacer una carrera en el extranjero, de lo contrario, creo que hubiese podido ser una figura tan relevante como Ella Fitzgerald o Édith Piaf”.

“Había tenido el mundo y un orden social en contra, y aun así, siendo mujer, negra, pobre y acosada por la enfermedad y la violencia, logró rugir desde lo imposible, para no ser olvidada, para ser amada, y lo había logrado”, escribe el periodista Manuel Orbegozo, autor de las notas de Remembranzas Vol. I.

¿Quién era ella? Huérfana de padre. Desplazada de casa por un incendio. Entregada, cuando chica, a un convento franciscano, donde su madre la recogió cuando ya cursaba el tercero de primaria. Sobreviviente de la pobreza, del racismo, de la violencia machista —de un padrastro maltratador que la intentó abusar sexualmente, de un sargento de la Guardia Civil, con quien se casó a los 16 y tuvo dos hijos.

“Yo nunca fui feliz”, le decía Lucha Reyes al compositor Augusto Polo Campos, incluido en el documental ‘Lucha Reyes: carta al cielo’, “porque el guardia que fue mi primer esposo entrenaba los varazos en mi espalda”.

Portada de Remembranzas Vol. I. de Lucha Reyes
Portada de Remembranzas Vol. I. de Lucha Reyes

¿De qué estuvo hecha? Ella que amó “hasta que le dolió el corazón”, que hizo comedia en un programa televisivo, que enfermó en su juventud de diabetes emotiva, edema y disnea, que fregó platos en un club de música criolla, donde fue víctima de acoso, hasta saltar a las peñas y grabar, solo tres años antes de morir, su primer álbum con el sello FTA (Fabricantes Técnicos Asociados). Ella, cuya familia se extinguió y no se le conoce herederos.

Miles de másteres de discográficas que hicieron la historia musical del Perú no pudieron soportar el paso del tiempo y, en pleno auge digital, es toda una odisea poder conseguir las fuentes analógicas en estado inmaculado —anota Núñez del Prado—. “En este caso, al tratarse de una artista de mucha relevancia, existían audios digitalizados que se publicaron junto a la venta de diarios en los noventa, que particularmente no se caracterizaban por un buen sonido y mucho menos contenían un repertorio completo. Hemos tenido que reorganizar internamente toda su discografía y hacer una selección de los mejores valses”.

Para esta edición, el productor estuvo en contacto con el titular de los fonogramas y con el escritor Javier Ponce, autor del documental sobre la vida de Lucha Reyes que ganó el Festival de Cine de Lima. Gracias a él consiguió fotos inéditas que van desde una actuación en el Waldorf-Astoria de Nueva York y de Chicago, el único viaje al extranjero que la cantante realizó en 1972, hasta sus días en el hospital, quizás las últimas postales en vida.
Lucha Reyes y su conjunto. Foto: Archivo Javier Ponce Gambirazio
Lucha Reyes y su conjunto. Foto: Archivo Javier Ponce Gambirazio

“En una de ellas se le ve recostada en un camastro del hospital Bravo Chico, donde fue a parar nuevamente por hipertensión arterial y afecciones cardiovasculares en 1971″ describe, al respecto, el periodista Manuel Orbegozo. “En la foto, Lucha recibe el cariño de tres personas que se asoman por una ventana. Ella les da la mano, vigilada por un cuadro de Sarita Colonia ubicado en la cabecera de su cama. Una mujer le sonríe, dos chicos la miran con asombro, como si acabaran de confirmar que su ídolo no solo es real, sino que es negra como ellos. Más tarde, según cuentan, tuvo que fugarse por una ventana del hospital porque no tenía cómo pagar un día más de internamiento”.

“Aparte de una selección exquisita de valses en una calidad de sonido insuperable, nuestra publicación cuenta este material y una publicación especial ultra limitada de vinilo de color. Realizar todo el proyecto nos ha tomado más tres años”, sigue Núñez del Prado. “Espero que nuestra publicación pueda ser un grano de arena para seguir conservando su esencia a las nuevas generaciones y poder expandir su legado en el mundo”.

La mañana del 31 de octubre de 1973, mientras iba acompañada del guitarrista Beto Mendoza y uno de sus hijos, Lucha Reyes se desvaneció en el interior de un auto que la llevaba a un evento religioso. Los médicos de urgencias solo confirmaron su deceso. Dicen que, entonces, sus allegados se apuraron a buscar un vestido rojo, a ataviarla con maquillaje cargado como ella quiso. Tenía 37 años. A su funeral fueron 30 mil personas. En su tumba del cementerio El Ángel suele haber flores rojas, amarillas. O marchitas.

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