En el país existe más de una edificación que no pasaría exitosamente un control regular de entidades dedicadas a prevenir desastres, mucho menos cuentan con medidas de seguridad o permisos para su funcionamiento. Incluso algunas operan desde la informalidad y muchas veces a vista y paciencia de las autoridades que poco o nada pueden hacer para remediar el potencial desastre que representan para los inquilinos y vecinos que las rodean.
No hace falta moverse a zonas periféricas de esta Lima convulsionada para encontrar alguna de estas edificaciones que desafían todos los principios de la ingeniería y harían dudar hasta al más experto en la materia.
Nos situamos en el distrito de Miraflores, conocido por su vibrante vida nocturna, elegantes viviendas, enormes parques y una vista al mar digna de envidiar. Nadie podría imaginar que aquí, en una de las calles más concurridas del distrito, se ubica un misterioso edificio de once pisos que lleva una incierta cantidad de años a medio construir.
El misterioso edificio miraflorino
La historia de la edificación es casi tan confusa como su particular estructura. Situado exactamente en la cuadra 3 de la avenida Benavides, el coloso no tiene fecha exacta de nacimiento. La Municipalidad de Miraflores informó que la construcción habría iniciado en 1963, sin embargo, muchos vecinos descartan esta versión y han afirmado que empezó a finales de los años 80.
Por aquellos días la inmobiliaria a cargo, de la cual se conoce incluso menos que la fecha de inicio de la edificación, se habría quedado sin fondos antes de terminar la obra, por lo cual el proyecto quedó paralizado.
Una noticia desafortunada para aquellos propietarios que ya habían pagado la cuota inicial que les permitiría vivir en la exclusiva zona.
Sin otra solución a la vista, la mejor opción que encontraron aquellos que ya habían pagado dicha cuota inicial habría sido habitar los departamentos pese a que no tenían las condiciones para albergarlos. Independientemente de los detalles de esta versión, lo cierto es que hoy en día viven, hasta el piso 8, al menos 30 familias en medio de una estructura tan frágil que podría sufrir graves daños y hasta colapsar frente a un sismo de gran intensidad.
Una serie de fallas
Los problemas estructurales del coloso son visibles sin necesidad de ser un gran observador o experto en materia de ingeniería o derivados. Su fachada, que resalta por el color del concreto y ladrillos casi al ‘natural’, no es diferente de lo que se vería en un escenario post guerra.
Aunque los propietarios han hecho de cada espacio su hogar, tal como lo delatan las decoraciones exteriores con plantas ornamentales o cortinas, se puede apreciar como los pisos superiores no cuentan ni siquiera con ventanas o acabados y les faltan algunas paredes laterales. Se dice que cada vecino terminó su departamento como pudo, aunque se desconoce si es cierto. Entre piso y piso todavía quedan algunos espacios inconclusos e inhabitados, hay conexiones informales y cables expuestos que son un verdadero peligro.
En este recinto no hay una caseta de vigilancia o algo que se le asemeje, la mayoría de timbres están inoperativos y no cuenta con ascensor. Tampoco se planificó la construcción de uno, tal como lo pone en evidencia la falta de una columna para su instalación, pese a que las construcciones por encima de cinco pisos deberían contar con este aparato.
Por otro lado, los estragos de la humedad son evidentes. El paso del tiempo no perdona y el concreto expuesto durante tantos años a filtraciones de agua podría haber debilitado las vigas de fierro y oxidarlas hasta hacerlas tan frágiles como una varilla de madera.
Los comerciantes que realizan sus actividades en el primer piso aseguran que algunos departamentos no cuentan con ciertos servicios básicos como luz, agua o incluso desagüe.
Sin vías de evacuación, extintores o una correcta señalización, el panorama para el edificio en eterna construcción de Miraflores solo puede empeorar cuando se hace hincapié en las delgadas columnas que sostienen todo su peso y son motivo de preocupación para los expertos en materia de seguridad.
Peligro latente
Mucho se ha dicho al respecto y siempre se llega a la misma conclusión: un edificio como este es un potencial peligro para sus habitantes y espacios aledaños. Asimismo, frente a un terremoto mayor a 8 grados, parte de la estructura podría colapsar, según declaró el entonces decano del Colegio de Arquitectos, Ricardo Yep, a Panamericana Televisión.
“Estas son columnas un poco angostas y además no se nota, en lo que se ve desde el exterior, que tuviera placas que correspondan a un diseño sismorresistente”, precisó.
Por su parte, El Comercio recogió las declaraciones del ingeniero geólogo Juvenal Medina, quien en su momento explicó lo siguiente:
“En ese edificio se puede apreciar la asimetría que lleva el peso a un extremo. Las columnas se muestran muy delgadas y no guardan proporción con la carga. Además, los muros no muestran elementos de amarre en la unión de muros de ladrillos descubiertos”.
Las declaraciones reafirman con creces el riesgo que existe para aquellos que viven en la precaria edificación que, vale resaltar, está a solo unas cuadras de la Municipalidad de Miraflores y el parque Kennedy. Esto sin contar que en sus inmediaciones funcionan diversos negocios y una concurrida discoteca que alberga los fines de semana a cientos de personas.
Un futuro incierto
Se sabe que la última inspección a este edificio se hizo en 1994 mediante una declaratoria de fábrica otorgada por la comuna de Lima, informó el municipio. Aunque se lograron algunas refacciones, para muchos parece insólito pensar que un espacio de esa naturaleza continuara funcionando, especialmente cuando se recuerda lo que muchos expertos aseguran: Lima será escenario se un terremoto.
Entidades como el Instituto Geofísico del Perú (IGP) lo han precisado en más de una ocasión, ya que el país se encuentra ubicado en el conocido Círculo de Fuego del Pacífico que concentra casi el 90% de actividad sísmica del planeta. Las proyecciones y cifras de muertos, heridos y daños materiales son desalentadoras. Con un evento de esa naturaleza se rompería el silencio sísmico que ha tenido la ciudad durante 277.
El acoplamiento sísmico formado por la fricción que se produce entre las placas tectónicas Nazca y Continental podría dar como resultado un movimiento de 8.5 grados, para el que se recomienda estar preparado.
¿Qué pasará con esta estructura que ya lleva casi 30 años sin una inspección? Nadie lo sabe con exactitud, pero lo cierto es que contrasta duramente con la efervescencia del distrito donde está apostado. Sin duda, estamos frente a un espacio que, debido a sus fallas difíciles de remediar, se quedó paralizado en el tiempo y nunca podrá seguirle el paso a la modernidad que lo rodea.