Lugar donde una vez resonaron los ritmos vibrantes de la salsa y el baile desenfrenado, hoy descansan los restos decadentes de lo que solía ser la salsoteca más emblemática de la ciudad: ‘La Máquina del Sabor’.
La Máquina del Sabor, en su apogeo en los años 80, atrajo a multitudes de amantes de la música y la danza de toda Lima y más allá. Sin embargo, el tiempo no ha sido amable con este templo de la música y el entretenimiento. Hoy, sus ruinas pintadas y ventanas rotas cuentan la historia de su abandono. Descubriremos cómo este lugar emblemático ha pasado de ser un punto de encuentro para amantes de la música y el baile a ser un refugio para indigentes y personas que luchan contra la adicción.
Antes de llegar a convertirse en la mejor salsoteca de Sudamérica, ‘La Máquina del Sabor’, fue un conocido restaurante con una moderna piscina. Sin embargo, con el tiempo se convirtió en lo que luego fue el templo de la salsa latinoamericana y las mejores orquestas y cantantes se peleaban por tener un espacio en el famoso escenario circular, que permitía a los asistentes disfrutar de uno y otro intérprete de moda de manera sorpresiva y bailar todos los temas hasta las primeras horas de la mañana.
¿Qué pasó con La Máquina del Sabor?
Antes de transformarse en la primera discoteca más popular de Latinoamérica, este lugar era conocido como el selecto club Kon Tiki, al que solo tenían acceso personas de la clase alta. Sin embargo, su declive comenzó en 1975, y en la década de los 80 se reinventó como el icónico salsódromo La Máquina del Sabor.
En la década de los años 80, esta famosa salsoteca, conocida por su escenario giratorio, se convirtió en el lugar de actuación de numerosos cantantes emblemáticos, tanto nacionales como internacionales. Entre ellos se encontraban destacados nombres como Frankie Ruíz, la orquesta Saraguey, Laura Mau y su orquesta original, Marvin Santiago, el querido sonero del pueblo, y muchos otros artistas reconocidos de esa época, quienes indudablemente pusieron a bailar a multitudes.
A medida que se volvía cada vez más concurrido, las celebraciones comenzaron a tornarse más intensas, por lo que terminaban en disturbios y problemas que finalmente condujeron al cierre definitivo del renombrado salsódromo por parte de las autoridades municipales.
Boris Gómez: fundador de La Máquina del Sabor
La Máquina del Sabor fue el nombre dado a una serie de locales de baile donde la salsa reinó durante varios años, especialmente en la década de 1980. Boris Gómez, el creador de estos salsódromos, desempeñó un papel central en su éxito. A principios de los años 80, La Máquina número 1, ubicada en la avenida Nicolás Arriola, sirvió como un indicador clave para Boris sobre la popularidad de la salsa en Perú.
Posteriormente, surgieron La Máquina del Sabor en la avenida Venezuela y La Máquina de La Herradura, que se encontraba a pocos metros de la playa. Estos locales vieron desfilar a las orquestas salseras más populares y a la mayoría de los artistas salseros que visitaban el Perú. Boris, conocido como ‘el loco’, convirtió estos lugares en auténticos templos del sabor. Incluso patrocinó la publicación de un disco titulado ‘Estrellas de la Máquina’ de la disquera Lempsa.
A principios de los años 90, el apogeo de la Máquina del Sabor comenzó a declinar, y Boris, siempre visionario, se retiró rápidamente del negocio para incursionar en el folclore. Abrió ‘Aires Peruanos’, un lugar que aún está en funcionamiento en el centro de Lima.
Boris Gómez falleció a los 76 años debido al cáncer, y sus restos descansan en el cementerio de Huachipa.
Las mejores orquestas de salsa
Una de las características de esta salsoteca fue el escenario giratorio que tenía en medio de la pista de baile. Era el mayor atractivo y tanto chicas y chicos acudían hasta la playa La Herradura para poder ver a sus artistas de moda.
De acuerdo a la página, Salserísimo Perú, “el Grupo Niche, Irakere, Paquito Guzmán, Andy Montañez son solo algunas de las figuras salseras que pasaron por la tarima de la Máquina. Incluso, hay un Lp que lanzó la disquera Iempsa con el título ‘Estrellas de la Máquina’. El pianista Alfredo Linares contó en alguna oportunidad que dicho disco lo grabó él, pero por asuntos de pago se quedó trabado en la disquera. Boris se enteró y patrocinó su publicación”.
Incluso, el ‘Papá de la salsa’, Frankie Ruiz, cantó por última vez en esta discoteca de moda.
El auge y la decadencia de la playa La Herradura
En los años 50, la playa preferida por la élite limeña era un verdadero paraíso costero ubicado en el distrito de Chorrillos, en comparación a las playas de otros países.
El destino más anhelado por los residentes de la capital cobró vida cuando la nueva ruta de la empresa Tranvía eligió esta ubicación como paradero final en 1908. Sin embargo, años más tarde la quiebra de esta empresa complicó el acceso a este paraíso limeño en ese momento. A partir de entonces, solo era posible llegar a este lugar a pie o en automóvil, lo que lo convirtió en una playa de acceso exclusivo para la élite limeña.
A mediados de los 80 la incapacidad del alcalde de Chorrillos, Pablo Gutierrez, terminó arruinando a la playa La Herradura, ya que implementó un acceso a La Chía, sin antes haber realizado un informe técnico, haciendo que las piedras tomen todo el espacio de la playa.
Otros espacios abandonados
El club Samoa, punto exclusivo de la crema y la nata de Lima. Este lugar desempeñó un papel fundamental en la comunidad de tablistas y contribuyó significativamente a dar vida a la playa. Hoy en día, este lugar ha perdido gran parte de su antiguo esplendor, y una de las últimas ocasiones en que tuvo relevancia fue durante un concierto de salsa que lamentablemente degeneró en enfrentamientos violentos, lo cuál conllevo a su clausura por la municipalidad.
Otro edificio emblemático que se encuentra frente a la playa de La Herradura es ‘Las Gaviotas’. En la actualidad, este lugar es hogar de surfistas o de personas que viven de los recuerdos de este sitio icónico. Durante la década de 1960, ‘Las Gaviotas’ vivió su apogeo, siendo un destino reservado para personas privilegiadas. Sin embargo, en las décadas de 1970 y 1980, comenzó su decadencia con la aparición de negocios populares y salsódromos que a menudo terminaban en disturbios.