Este fin de semana me puse a ver el extraordinario documental sobre las llamadas Zonas Azules, ciudades en el mundo tan diversas como Loma Linda (EE. UU.), Okinawa (Japón), Nicoya (Costa Rica), e Icaria (Grecia) donde ocurre un fenómeno inusual respecto al resto del planeta. En esas ciudades hay una inusual presencia de centenarios, personas que no solo han superado los cien años, sino que lo han hecho con extraordinaria salud. No voy a arruinarles el final, así que no les comentaré los cuatro secretos detrás de esa meta tan notable.
Esta vez me gustaría que pensáramos que para que llegar a vivir plenamente hasta tan larga edad hace falta entre esas cosas que menciona el documental una que sin duda nos ayuda cuando está de manera suficiente. Me refiere al dinero. Sí, aunque uno quiera decir lo contrario, es muy complicado tener una vida saludable si nos hace falta un mínimo de recursos a lo largo de nuestra vida.
Para muchos la preocupación por generar recursos suficientes viene desde mucho antes de nuestra adultez. Las familias suelen necesitar que todos pongan de su parte, y cuando estamos chicos y la plata no sobra nuestros padres nos pedirán generar algún ingreso o por lo menos moderar nuestros deseos para que el presupuesto familiar no sea un tren descarrilado.
Igual que con nuestra salud, la mejor manera de cuidar nuestra salud financiera es tener buenos hábitos: tener un presupuesto para los gastos recurrentes, un plan que nos permita financiar los gastos no recurrentes.
Solemos ser relativamente buenos para la primera tarea que es controlar los gastos que hacemos todo el tiempo, pero donde nos va mal es en nuestra falta de previsión respecto a aquellos gastos que aparecen de improviso: la enfermedad de un ser querido, el accidente inesperado, el robo de nuestro vehículo. Algunos de estos gastos inesperados son pequeños y algo más de deuda, o los ahorros de emergencia se encargarán de ellos, pero otros son demasiado altos y pone a la familia en un nivel de apuro financiero que detona muchos problemas hacia adelante.
Estar sobreendeudado es un problema, y estar sobreendeudado con mecanismos informales de crédito es un problema mucho más complicado. Pone en riesgo la seguridad de nuestra familia, nos pone cerca de situaciones realmente que nos quitarán no sólo la salud financiera sino también la salud, especialmente la salud mental.
Es muy importante por eso adoptar una posición cautelosa respecto a los riesgos que podemos enfrentar. Está bien recurrir a los ahorros de emergencia o a la familia para que nos saque de algún apuro poco significativo, pero siempre será mejor tener planes anticipados. Es mucho más fácil ir ahorrando de a pocos, que pretender ahorrar la mitad de nuestros ingresos en cualquier momento. Es más fácil protegerse frente a gastos catastróficos con un seguro que confiar en que alguien en la familia se acordará de nosotros.
En otros países existe una fuerte cultura de cuidar el rating crediticio. Ese número es casi tan importante como nuestro DNI, porque marca nuestro historial de prudencia. Si siempre hemos podido pagar a tiempo no sólo es porque ganamos mucho, sino porque tenemos buenos hábitos financieros.
Aquí le dejo tres: (1) No gastamos lo que no tenemos en nuestro presupuesto, (2) no nos sobreendeudamos, (3) protegemos lo que más valoramos.
La próxima vez que decida hacer ejercicio, o comer sano trate de pensar en qué buen hábito financiero podría empezar a desarrollar. Su salud financiera y también su salud física y mental se lo agradecerán más adelante.