Colegios, una central hidroeléctrica y hasta una avenida son algunos de los espacios bautizados con el nombre de unos de los personajes más importantes que ha tenido el país. Estamos hablando de Santiago Antúnez de Mayolo, que entre su variedad de méritos durante su destacada carrera como ingeniero, químico, físico y político, se convirtió en el único peruano en ser nominado al Premio Nobel de la Física en 1943.
La evidencia de esta importante nominación se encuentra en la única lista oficial que el Comité Noruego difundió. Aunque el renombrado Santiago no ganó el reconocimiento, ya que este le fue otorgado al físico alemán Otto Stern, lo cierto es que tiene un legado que vale la pena repasar para entender mejor su excelente y esforzado trabajo, pero también su deseo de que el Perú gozará de una mejor calidad de vida gracias a los pasos agigantados que daba el mundo hacia la modernidad.
Su vida
Para hablar de la historia del destacado peruano es necesario trasladarnos hacia 1887, que fue la época que vio nacer a Santiago Antúnez de Mayolo un 10 de enero, en un pequeño centro poblado Huacllán, perteneciente a la provincia de Aija, departamento de Áncash.
Sus primeros años de estudios en su tierra natal se vieron complementados más adelante en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, en Lima. Más adelante continuó su formación académica en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), de donde se graduó y obtuvo el grado de bachiller en matemáticas.
Sin embargo, su deseo de seguir creciendo y obtener más conocimiento le permitió alcanzar el grado de doctor en Matemáticas otorgado por la misma universidad, gracias a su tesis titulada “Teoría cinética del potencial newtoniano y algunas aplicaciones a las Ciencias Físicas”.
Para ese momento era clara la vocación en ciencias que tenía el matemático. Más adelante tuvo que afrontar la muerte de su padre, con lo cual llegó un cambio radical en su vida, ya que su familia optó por enviarlo a Francia para seguir estudios de ingeniería en la Universidad de Grenoble, hecho que se dio por recomendación del ingeniero italiano Emilio Guaarini.
Para 1909 recibió los diplomas de Ingeniero Electricista y de Químico Industrial y en Electroquímica, para un año después empezar a practicar en los talleres de la Sociedad de Electricidad Alioth, en Suiza.
Es aquí donde su conocida fascinación por las centrales hidroeléctricas afloraría, ya que es justamente en dichos talleres donde se construían los equipos para la construcciones de estas en diversos países.
En 1911, Santiago visitó lugares como algunos países europeos y sus respectivas industrias electrosiderúrgicas. Para aquel entonces también regresaría a Perú, no sin antes llevar un curso sobre Electricidad Aplicada en la Universidad de Columbia, Nueva York. Este periodo de su vida es de suma importancia ya que conoció a su esposa, Lucie Christiana Rynning, con quien más adelante tuvo a su hijo Santiago Erik.
Construcción de centrales hidroeléctricas
El investigador recorrió muchas partes del país a fin de comprender mejor la dimensión de los recursos hídricos y mineros, pero también el potencial energético de algunos ríos. Así, le propuso al presidente Guillermo Billinghurst la construcción de una central hidroeléctrica en el Cañón del Pato, sobre el río Santa que tenía un gran potencial; sin embargo, su idea fue rechazada.
Pese a ello, años después su visión se haría realidad y participó del proyecto como asesor técnico de la Corporación Peruana del Santa. A partir de este momento, Santiago continuó investigando y propuso la construcción de otras centrales en otros ríos como el Mantaro, que fue bautizada bajo el nombre de Central Hidroeléctrica Santiago Antúnez de Mayolo.
Hoy en día este logro de la ingeniería representa el 60 % de la energía eléctrica que se produce en Perú.
Una prolífica carrera científica
Las investigaciones del físico peruano no han pasado desapercibidas, algunas de las más conocidas incluyen el famoso “elemento neutro”, una de sus teorías que postulan la existencia de este elemento en el átomo. Dicha teoría fue expuesta durante el “III Congreso Científico Panamericano en Lima”, bajo el nombre de “Hipótesis sobre la constitución de la materia”, según El Comercio.
Allí coincidió con científicos de la talla de Ernest Rutherford, Nobel de Química de 1908 y Louis Broglie, quienes apoyaban la teoría relacionada al elemento neutro y la propusieron en 1920 y 1924.
Por aquel entonces solo se conocía la existencia de protones y electrones, pero no se podía explicar correctamente por qué algunos elementos no respondían a las leyes que se conocían sobre los átomos. La teoría en mención resultó ser cierta y comprobada ocho años después por James Chadwick, ganador del Nobel de Física en 1934. Así, el mundo conoció la existencia del neutrón.
Santiago Antúnez de Mayolo también propuso la existencia de una partícula con las características del positrón. Finalmente, este fue descubierto por David Anderson en 1936, hecho que le valió un premio Nobel.
Se desempeñó como docente en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y creó la Facultad de Química de San Marcos en 1946, de la que fue decano por siete años desde 1953.
Pese a la genialidad del físico peruano y su gran deseo por un Perú mejor, se sabe que no tuvo el apoyo suficiente para llevar a cabo sus investigaciones. Su hijo Eric reveló que a mediados de los años |1880, su padre trató de construir enormes bobinas para bombardear particular atómicas y comprobar su tesis sobre el neutrón, algo que hizo con su propio dinero. Lamentablemente, el proyecto no se concretó. Tampoco recibió apoyo para viajar a París a defender su posición sobre el neutrón.
“Recuerdo que mi padre comentaba con tristeza que la ponencia (de 1924), en original y copia, le fueron solicitadas por el secretario general del Congreso para su publicación en las actas que no llegaron a publicarse”, dijo Eric Antúnez de Mayolo Rynning para el suplementO “Saber” de La República.
Además de su interés por el campo de la física, química, ingeniería y matemáticas, Antúnez de Mayolo también se interesó en la historia y arqueología; y supo mirar al país con una visión en la que los recursos se utilizaran en favor del progreso y una mejora sustancial en la economía.
El físico peruano falleció en 1967, luego de una prolífica carrera en todas las áreas mencionadas. Muchas de sus ideas fueron, en parte, los pilares sobre los que el Perú moderno se ha ido construyendo.
La historia lo recuerda como un visionario, una personalidad en diversos ámbitos. La pregunta para hoy es: ¿qué pensaría Santiago del Perú si pudiera verlo hoy? No hay respuesta para tal interrogante, pero es seguro que seguiría trabajando con la misma fascinación y esfuerzo de antaño en aras de un país mejor.