Elegir a qué dedicarse es una de las decisiones más difíciles y trascendentales que muchos afrontarán alguna vez en la vida, ya que marca por completo parte del rumbo que seguirán de cara al futuro. Así también lo aseguran todos aquellos que vivieron esa aventura sin mirar atrás, como es el caso del cantante mexicano José Mojica, quien alcanzó la fama llegando incluso a actuar en Hollywood, pero lo dejó todo para hacer realidad un sueño que era diametralmente distinto al camino que ya había elegido, convirtiéndose en un fraile franciscano hasta el último de sus días.
Es importante no olvidar aquel dicho popular que reza una profunda verdad: nunca es tarde para empezar de nuevo. Dan cuenta de ello las miles de historias de personas alrededor del mundo que, sin importar la edad o situación, decidieron dedicarse en algún punto de su vida a esa vocación que los apasionó desde el principio, pero que por azares del destino no pudieron desarrollar. Pero ese no fue el caso de Mojica.
¿Quién fue José Mojica?
Crescenciano Abel Exaltación de la Cruz José Francisco de Jesús Mojica Montenegro y Chavarín, mejor conocido como José Mojica en el medio artístico, fue un tenor, actor y más adelante fraile franciscano que nació San Gabriel, estado de Jalisco (México), en 1895.
Huérfano de padre, fue criado por su madre con quien se trasladó a la Ciudad de México, Allí fue acogido por el Colegio Saint Marie, en la Escuela Elemental No. 3 y en la Academia de San Carlos. Más adelante también cursó estudios en la Escuela Nacional de Agricultura por un periodo de cuatro años.
Desafortunadamente, sus estudios se vieron interrumpidos debido al cierre de la institución a causa del Movimiento revolucionario.
Posteriormente empezó a tomar clases de canto con el maestro José Eduardo Pierson, prolífico cantante descubridor de talentos de la talla de Pedro Vargas o Jorge Negrete.
Otro de sus maestros fue el polígrafo y abogado Alejandro Cuevas cuando Mojica cursaba nuevos estudios en el Conservatorio Nacional de Música y buscaba desarrollar al máximo sus habilidades. Con esto quedaba claro que había encontrado la vocación de su vida hasta ese momento.
Poco después continuó su camino hacia el estrellato trabajando como solista en funciones de ópera, para debutar en el Teatro Arbeu un 5 de octubre de 1916 como primer tenor en la obra “El barbero de Sevilla”. Este papel le dio un importante impulso a su carrera.
El inicio del estrellato
Decidió emprender un viaje más allá de las fronteras mexicanas. El destino era Nueva York (Estados Unidos). Llegó tal como muchos compatriotas de la región lo siguen haciendo hoy en día: con miles de sueños, ganas de salir adelante y mucha disposición para el trabajo. Así, pasó algunos de sus días como lavaplatos hasta que consiguió ingresar a una compañía de ópera donde tenía papeles secundarios.
Quiso el destino que el famoso Enrico Caruso, un tenor italiano considerado no solo el mejor de su época, sino uno de los más importantes de la historia, lo oyera cantar y tomara la decisión de recomendarlo a la Compañía de Ópera de Chicago.
Desde ese punto el camino de Mojica solo fue en ascenso. Continuó su formación en el canto, pero también en el drama y los idiomas, llegando a hablar fluidamente inglés, italiano y francés, además de tocar guitarra, interpretando canciones mexicanas. Asimismo, tenía cierta afición por deportes como el atletismo y la equitación, y no dejó de practicar la danza. La fama llegó pronto para no dejarlo nunca.
En ese periodo grabó cientos de discos gracias a su talento como tenor y era uno de los actores más solicitados en diferentes proyectos, llegando incluso hasta Hollywood, el pico más alto de la fama para un actor.
La partida de su madre en 1940 marcó un hito sombrío en la vida y la carrera de José Mojica. Cuentan las historias que este traumatizante momento marcó profundamente al actor, llevándolo a una depresión donde recordó la fe católica que su progenitora le había inculcado desde muy pequeño. Es justamente aquí donde cambiaría por completo de rumbo para volcarse a la vida religiosa.
Vale mencionar que otras versiones menos conocidas aseguran que el supuesto rechazo amoroso de la actriz María Félix habría sido el detonante de su radical decisión.
Debido a esta decisión, su amigo, el popular cantante Agustín Lara, escribió la canción “Solamente una vez” que fue la última interpretación de José Mojica como artista.
Su vida como fraile franciscano
Lo cierto es que el tenor terminó donando su fortuna a los más necesitados de su país y emprendió viaje hacia Perú en 1942 para empezar de nuevo, pero esta vez lejos de los escenarios que lo vieron brillar, cambiando la ostentosa vida de un actor reconocido por la austeridad que caracteriza a las órdenes religiosas.
Realizó así su noviciado sacerdotal en la ciudad de Arequipa por un periodo de cinco años hasta 1947. Luego siguió estudios en el Seminario Franciscano del Cusco, pasando un año en el convento de esa ciudad y otro en Lima.
Finalmente, se ordenó como sacerdote un 13 de julio de 1947 en la Iglesia de San Francisco, en la capital, ante la presencia de cientos de fieles, pero también prensa peruana y mexicana de la época.
La ceremonia fue conducida por el cardenal de Lima, monseñor Juan Gualberto Guevara.
Desde ese momento, la estrella José Mojica cambió al que sería su nombre hasta el último momento: Fray José Francisco de Guadalupe Mojica. Se dice que el público asistente se mantuvo de pie durante casi toda la ceremonia. Sin embargo, también se sabe que hubo algunos problemas para los reporteros que intentaban sacar fotos del histórico momento.
“Yo pecador”
La vida de Fray Mojica transcurrió en los siguientes años ofreciendo su talento dentro del convento y sin arrepentirse de la decisión que lo había llevado a tomar los hábitos. Durante este tiempo también incursionó como escritor con el libro “Yo pecador”, de 1958, donde narraba su historia y como llegó a elegir la vida religiosa renunciando a todo lo que había conseguido.
Las páginas del libro pronto se convirtieron en una película homónima donde Mojica hizo una corta aparición. Así, no permaneció para siempre lejos de los reflectores ya que tuvo participaciones como fraile franciscano en producciones peruanas, mexicanas y argentinas.
Para 1969, el Instituto Nacional de Bellas Artes de la Ciudad de México hizo un homenaje en su honor. Esa fue la última vez que José Mojica estaría en el país que lo vio nacer.
Fallecimiento en Lima
El 20 de septiembre de 1974, la vida del tenor mexicano se apagó a los 78 años producto de un mal cardiaco que devino luego de un coma hepático. Ese mismo año, antes del fatídico momento, había sufrido la amputación de una de sus piernas en el histórico hospital Obrero, hoy conocido como el Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen, sin embargo, siguió realizando sus actividades sacerdotales hasta el final.
Según informa El Comercio, el vicario del convento, fray Alberto de Santa María Almécija OFM, habría precisado que Fray Mojica “murió dulcemente, con una leve sonrisa entre sus labios”. Cabe mencionar que el tenor estuvo rodeado de sus hermanos franciscanos en todo momento.
El velorio, que se llevó a cabo en la Capilla del Milagro, fue un evento que estuvo marcado por la gran asistencia del público y un aire de solemnidad. Muchos sufrieron la partida de Mojica, cuyo féretro fue cubierto con banderas de diferentes países de la región, incluyendo el de su amada patria, México.
Sus restos fueron enterrados el domingo 22 septiembre de 1974 en las catacumbas del convento franciscano, donde descansan hasta hoy como un recordatorio de la célebre vida de este hombre que no tuvo reparos en cambiar de dirección, pero sin dejar de lado el arte y el talento que siempre lo hizo brillar.