La teoría del modelo de “Cuatro Cuadrantes” desarrollado por Geoffrey Moore, clasifica a los clientes en cuatro tipos, los apóstoles, mercenarios, rehenes y terroristas; posteriormente esta clasificación se empezó a utilizar cómo un concepto en el Coaching para identificar tipologías de actitudes de los trabajadores de una empresa.
En esta teorización del comportamiento humano, aquellos denominados como terroristas, son también considerados como personas tóxicas, que se generan en las organizaciones por diferentes razones, tales como, la compañía ha obviado sus promesas y no sienten lealtad ninguna por ellas, provocando que los empleados se quejen y deseen dañar a la empresa, como consecuencia de su gran insatisfacción.
Hablamos de personas que no son leales, que tenían expectativas empresariales que, a su juicio, han sido incumplidas por la empresa. De hecho, no tienen ningún sentimiento de lealtad, y no cuidan la imagen interna y externa de la empresa. Es importante destacar que, en un contexto de esta naturaleza, la empresa tampoco muestra ninguna señal de interés por el empleado y mucho menos por su desarrollo profesional o personal.
Una persona tóxica se esconde, se camufla, engaña bajo el disfraz de la inocencia. Está dispuesto a tirar una bomba en el momento menos esperado.
Es absolutamente normal que en las empresas en general haya personas tóxicas, dado que la misma organización las produce debido a diferentes razones, como las expuestas anteriormente. Cuando las personas que laboran en una institución y se encuentran laborando bajo condiciones “normales”, y por lo tanto perciben que están en una coyuntura que les puede permitir crecer como personas y profesionales, generan un positivo nivel de relacionamiento con la compañía, generando valor con su participación para el negocio o para una institución sin fines de lucro.
El problema que se les puede presentar es que, en su contexto laboral cercano, se encuentren con personas tóxicas con las que necesariamente deben interactuar, y que les puede significar una situación de desgaste personal permanente, y deben plantearse una estrategia para no dejarse arrastrar por la negatividad de sus compañeros; para que ello no suceda lo más recomendable es lo siguiente:
- Establecer límites: Decide qué comportamientos no estás dispuesto a aceptar y comunica tus límites de manera clara y respetuosa. Esto puede significar pedir a alguien que deje difundir rumores o rechazar una conversación negativa.
- Evita el chismorreo: No participes en chismes o conversaciones negativas, ya que esto puede perpetuar una cultura tóxica.
- Comunicación efectiva: Habla con la persona tóxica directamente y de manera constructiva. Expresa tus sentimientos usando “yo” en lugar de “tú” para evitar que la otra persona se ponga a la defensiva. Por ejemplo, “Me siento incómodo cuando se habla de colegas en su ausencia” en lugar de “Tú siempre estás hablando mal de los demás”.
- Habla con tu superior: Si el comportamiento tóxico continúa, es posible que debas hablar con tu superior o supervisor sobre la situación. Presenta la información de manera objetiva y ofrece soluciones posibles.
- Rodearte de influencias positivas: Trata de construir relaciones con colegas que tengan una actitud positiva y evite a aquellos que perpetúan un ambiente tóxico.
- Reevaluar tu posición: Si después de intentar múltiples soluciones el ambiente sigue siendo tóxico y afecta gravemente tu bienestar, podría ser hora de considerar buscar una nueva posición o empresa.