Los milagros son esos hechos que ocurren cuando las circunstancias dictan la imposibilidad de que pasen. Cuando hasta la última luz de esperanza se apaga, es ahí justo cuando sucede eso, a lo que los seres humanos no le encontramos explicación a primera vista.
Esta definición podría calzar muy bien en una de las historias que tiene la Marina de Guerra del Perú y del rescate de 22 de sus hombres que quedaron atrapados en un submarino cuando las posibilidades de salir de ahí con, a casi 40 metros de profundidad.
Esto es la historia del submarino BAP Pacocha y del cómo la mayoría de sus tripulantes se salvaron de una muerte segura en el frío mar del Callao.
Todo ocurrió así
Era la tarde del 26 de agosto de 1988 y el submarino BAP Pacocha llevaba abordo a sus 55 tripulantes luego de haber realizado una serie de ejercicios de entrenamiento durante buena parte del día.
Y aunque en un principio todo parecía ser un regreso tranquilo y rutinario, se convirtió en un episodio quedaría marcado en los anales de la historia de los sucesos extraordinarios ocurridos en el Perú.
Eran las 18:50 horas, y mientras navegaba por las aguas del océano Pacífico, el BAP Pacocha fue golpeado con inusitada fuerza en la popa por el buque de bandera japonesa Kiowa Maru, luego de una fatal imprudencia de su capitán, tal como lo determinaron las investigaciones posteriores.
El resultado de esta colisión fue catastrófico: el submarino peruano sufrió daños irreparables, y la nave comenzó a hundirse en las profundidades del mar a una velocidad alarmante.
En tan solo cinco minutos, la nave se había hundido unos 122 pies de profundidad. La desesperación por sobrevivir cobró un protagonismo inmediato, mientras la nave se llenaba de agua y la oscuridad de las profundidades se cernía a su alrededor.
En medio de este caos, el capitán de fragata, Daniel Nieva Rodríguez, decidió cerrar una escotilla para evitar la catástrofe total. Antes había ordenado a toda la tripulación entrar a la sala de torpedos para salvar sus vidas. Pero, lamentablemente, la fuerza del agua lo empujó contra los fríos tubos de la nave y lo mate al instante. Esta acción le permitió darle una luz de esperanza a sus tripulantes al convertirse en el primer gran héroe de esta historia.
El drama por sobrevivir
Las horas que siguieron al impacto fueron cruciales para la tripulación del submarino. Un grupo de 25 miembros logró salir a la superficie a través del compartimento de torpedos, pero cuatro de ellos perdieron la vida en las frías aguas chalacas.
Mientras tanto, en las profundidades del océano, 22 tripulantes quedaron atrapados, enfrentando condiciones cada vez más adversas. La falta de oxígeno, la acumulación de gases tóxicos y la oscuridad reinante planteaban un desafío al espíritu humano.
En medio de esta situación crítica, el teniente primero Roger Luis Cotrina Alvarado asumió el mando. Durante horas, la tripulación permaneció incomunicada, hasta que finalmente se estableció una conexión limitada con los equipos de rescate en la superficie a través de un eyector de señales.
A pesar de las condiciones extremadamente precarias y desesperadas, luego de 23 horas de angustia, el teniente Cotrina Alvarado tomó una decisión más que audaz: realizarían un escape a pulmón y en grupos.
Con mucha paciencia, este milagroso escape se realizó en medio de las circunstancias más adversas imaginables y con tras llegar a la opinión pública, se convirtió en una hazaña de valentía y determinación.
Fue en cinco grupos que los tripulantes lograron escapar de las garras del frío océano. El último grupo en emerger incluyó al propio teniente Cotrina Alvarado, quien lideró con coraje a sus compañeros en esta lucha por la supervivencia.
Un tributo a los caídos
Sin embargo, este incidente trágico también dejó en su estela un doloroso tributo a los marinos que perdieron la vida en el BAP Pacocha. El capitán de fragata Daniel Nieva Rodríguez encabezó la lista de aquellos que perdieron la vida en el cumplimiento de su deber.
Junto a él, siete valientes hombres también dejaron un legado de sacrificio y dedicación al servicio de su país. Nombres como Luis Roca Sara, Orlando Valdez Pacheco, Carlos Orosco León, Rigoberto Gonzales Pisfil, Walter García Morales, Juan Oré Rojas y Carlos Grande Rengifo quedaron grabados en la memoria de una nación agradecida por su servicio.
El reflotamiento y el milagro
A pesar del exitoso escape de los valientes miembros de la tripulación del Pacocha, el drama no terminaría hasta once meses después, luego que la siniestrada nave fuera reflotada en julio de 1989.
El escape valiente de los tripulantes del submarino, en condiciones en las que las probabilidades de supervivencia parecían desafiar toda lógica, fue considerado por muchas personas como un auténtico milagro.
El reconocimiento de este acontecimiento se extendió incluso más allá de las fronteras del Perú. Las autoridades del Vaticano se enteraron de los eventos inexplicables (al menos para ellos) que rodearon el escape exitoso de los marinos y atribuyeron estos eventos a un milagro de María de Jesús Crucificado Petkovic, una religiosa croata que había fundado un hogar de niñas en Perú.
La razón la dio el propio teniente Cotrina que, tiempo después del incidente, reconoció que mientras los hechos ocurrían, recordó la biografía de la santa y se encomendó a ella para salir con vida junto con sus compañeros. Cosa que terminó pasando.
Hay documental
Años después, Christopher Massarotti, un ingeniero norteamericano, investigó el caso del BAP Pacocha, buscando entender aspectos técnicos y científicos del escape de los 22 marinos.
Su documental “Milagro en el Pacocha”, estrenado en el 2007, capturó la esencia de este suceso, marcando la historia peruana con una historia de valentía y superación.
Este incidente dejó una profunda huella entre los más fieles católicos del Perú y el mundo, mostrando la fuerza humana en la adversidad y la capacidad de vencer obstáculos. De igual manera, los nombres de los caídos y sobrevivientes perdurarán como símbolos de valentía y determinación en la historia del país.