El mundo entero celebra hoy el Día del Folclor y los pueblos salen a resaltar lo mejor que tienen en sus tierras. Sin lugar a dudas, el Perú es uno de los países que más ricos en este rubro, ya que debido a la gran cantidad de culturas que ha albergado a través de toda su milenaria historia.
Una prueba de eso es que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que ayudó a instaurar este día en todo el orbe, ha declaro a cinco danzas originarias de nuestro país como Patrimonio de la Humanidad. Todo un lujo para el Perú, ya que pocos pueden darse ese gusto.
Hatajo de Negritos y Las Pallitas
Estas dos primeras danzas están unidas por ser complementarias y ser características de la zona sur del Perú. Más específicamente en Cañete, Chincha, Ica y Nazca.
De igual manera, ambas son herencia de las tradiciones de las costumbres españolas, pero con muchos ingredientes peruanos.
En el caso de la Danza de los Negritos, esta es guiada por un líder conocido como “caporal”, quien dirige al grupo y da inicio con entusiasmo al recorrido por las calles y comunidades. Otro individuo es responsable de bendecir a los nuevos miembros con agua sagrada.
Los participantes, ataviados de blanco, simbolizan a antiguos esclavos y habitantes afrodescendientes, moviéndose al compás de sus zapateos, entonando versos y llevando campanillas decoradas con cintas.
En las festividades, los hombres también lucen coloridos pañuelos y adornos, portando una campana y un llamativo látigo con cascabeles.
Por otro lado, las pallitas (doncellas o pastoras en quechua), van recorriendo las calles entonando villancicos navideños, zapateando y llevando consigo unos bastones, llamados ‘azucenas’. Las mujeres que forman esta marcha suelen vestir de color claro y velo de tul.
Además de la parte sur, este baile también suele ser replicado en Huaral, y varias otras localidades del norte chico de Lima. En estas partes, las bailarinas usan vestidos de colores, bandas de seda llenas de adornos y lentejuelas; turbantes y gorros con plumas. Estos bailes fueron declarados como Patrimonio Cultural de la Nación el 7 de junio de 2012.
La Danza de tijeras
La danza de las tijeras, inscrita en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2010, es una tradición que se realiza en comunidades quechuas del sur de los Andes peruanos.
Ejecutada en competencia, usa hojas de metal pulido como tijeras en un duelo coreográfico. Dos cuadrillas, cada una con un bailarín, arpista y violinista, se enfrentan durante horas en acrobacias y pasos de danza.
Aunque es considerada fruto de un pacto con el demonio por algunos, la danza ha encontrado su espacio en festividades religiosas. La transmisión oral y el orgullo local son fundamentales para preservar esta expresión cultural.
La huaconada
Esta danza ritual llamada huaconada se lleva a cabo en Mito, Junín, y fue inscrita en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Se da durante los primeros días de enero, cuando hombres enmascarados llamados “huacones” realizan danzas en el pueblo. Ellos representan al antiguo consejo de ancianos y asumen el poder temporalmente. Con máscaras que evocan al cóndor y látigos llamados “tronadores”, los ancianos y jóvenes del pueblo participan.
La música de la ‘tinya’ (una especie de tambor andino) acompaña la danza que fusiona elementos andinos y españoles. Para ser elegido como uno de los huacones, hay que ser hombre de buena conducta. La tradición se transmite de generación en generación.
El wititi del Colca
La danza del wititi ocurre en el valle del Colca, Arequipa, es parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde 2015. Este baile tradicional simboliza el inicio de la edad adulta y se ejecuta en festividades religiosas durante la estación lluviosa.
sLos jóvenes bailan en parejas, con las bailarinas vestidas de forma colorida y los bailarines usando faldas superpuestas y sombreros adornados.
El wititi representa el ciclo agrícola y renueva la naturaleza y la sociedad. Fortalece la identidad de la comunidad y se transmite a través de observación directa en escuelas y fiestas familiares, incluso grupos folclóricos nacionales lo interpretan.