Cuando cualquier peruano de más de 40 años escucha el nombre de Constantino Carvallo, lo más probable es que piense en aquel educador y dirigente de fútbol ligado al club Alianza Lima y que mucho tuvo que ver con la aparición y crecimiento profesional de varias figuras del balompié nacional, entre las más importantes destacan los delanteros Jefferson Farfán y Paolo Guerrero.
Sin embargo, hubo otra persona con el mismo nombre y apellido que también resultó ser un personaje de gran importancia para la medicina en el Perú. Especialmente para la rama de la ginecología.
Se trata Constantino Carvallo Loli, quien también fuera abuelo del también fallecido dirigente deportivo, y gracias a su innegable talento para la medicina y su tesón, es que nuestro país dio un gran salto hacia adelante, lo que permitió mejorar la atención en los hospitales y salvarle la vida a miles de mujeres. Y esta es la historia de su vida.
Talento desde niño
Nacido en la ciudad de Huacho, un 12 de abril de 1853, Constantino Tendulio Carvallo Loli mostró desde pequeño un particular interés por la salud de los demás.
Así fue que apenas terminado sus estudios escolares, no perdió el tiempo y se matriculó en la Facultad de Medicina de San Fernando de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos 1871.
En esa casa de estudios superiores tampoco demoraría en demostrar que lo suyo era pasión pura por la medicina. Y es que a pesar de tan solo ser un estudiante más, su destacado desempeño le permitió ser nombrado como ayudante de prácticas del curso de Anatomía Descriptiva.
Así, casi sin buscarlo adrede, Carvallo Loli daba inicio a su largo labor como docente, la misma que lo acompañaría hasta el último de sus días.
El destino querría que durante la invasión chilena a Lima, en el tramo final de la Guerra del Pacifico, se graduara de Bachiller y doctor en medicina.
Justamente, poco después de dejar de ser alumno, es que se convirtió en el director del anfiteatro anatómico de su Facultad de Medicina. En ese lugar funcionaba la morgue del Hospital Nacional Dos de Mayo.
Y en una muestra de patriotismo y de amor por su trabajo, luego que los invasores del sur tomaran posesión de ese local, es que el joven Constantino decidió mover la sede del mortuorio de manera oculta al Hospital San Bartolomé.
Amigo antes que nada
Terminado el conflicto bélico con los chilenos y con el país comenzando su reconstrucción, Constantino Carvallo ya era catedrático en 1884 y seguía dictando el curso con el que todo comenzó: Anatomía Descriptiva.
Pero esa tranquilidad que comenzaba a reinar en territorio peruano se vio empañada por la decisión del entonces presidente Miguel Iglesias que, en una insólita decisión que violaba la autonomía universitaria, destituyó como decano de la Facultad de Medicina de la UNMSM al doctor Manuel Odriozola Romero.
Como resultado de esta medida, Carvallo Loli, junto a varios colegas, renunció a su cargo como catedrático. Esto en solidaridad con su compañero de trabajo.
Esta situación duraría tan solo un par de años. Ocurre que en 1886, el todavía general Andrés Avelino Cáceres asumió el mando del país y repuso en su cargo al doctor Odriozola. Y con él, todos los catedráticos que habían renunciado a la UNMSM, entre ellos, por supuesto, Carvallo
Mientras realizaba su labor de manera particular fuera del claustro universitario, el destacado educador peruano fue nombrado como titular de la Academia Libre de Medicina en 1885. Un año después, se convertiría en la Academia Nacional de Medicina.
Viaje de aprendizaje
Como cualquier autodidacta sabe, la única manera de abrir las puertas a nuevo conocimiento es expandir nuestras alas y partir para buscar nuevos horizontes y maneras de hacer las cosas.
Pues eso fue lo que lo llevó a emprender un largo viaje por diversas ciudades de Europa para conocer las últimas tendencias para luego aplicarlas en nuestro país. El primero de estos viajes lo llevó a cabo entre 1890 1891.
Durante este periplo, Carvallo visitó hospitales y centros de salud de las principales capitales del Viejo Continente, y absorbió todo lo que pudo de la afamada escuela francesa.
En su segunda visita, para el año 1895, realizó una visita exclusiva al Hospital Bichat de París y fue aquí en donde aprendió y perfeccionó todo lo que tenía que ver con técnica quirúrgica abdominal, ginecológica y obstétrica.
Trajo la modernidad al Perú
Cuando llegó el momento de volver a la patria que lo vio nacer para aplicar todo lo aprendido, ya era 1896; el experto profesor trajo con él lo último en la tecnología como una estufa Poupinel y una bujía de Chamberland. Estos instrumentos servirían para temas de esterilización de material quirúrgico.
Pero eso no fue lo único que Carvallo Loli pudo traer de su expedición europea. También hizo posible que una máquina de rayos X llegara al Perú, convirtiendo así a nuestro país en el primero de América del Sur en tener un aparato de este tipo.
Famosas son las dos primeras radiografías que se tomaron con dicha máquina: la mano derecha del entonces presidente de la república, Nicolás de Piérola, y la del reconocido escritor y tradicionalista Ricardo Palma. Por último, este ilustre galeno también fue el primer en usar la radioterapia como tratamiento para los casos de cáncer.
Padre de la ginecología
Luego de varios años dedicados a la medicina, a la docencia y a las nuevas tecnologías, gracias a una Resolución Suprema, se crea la cátedra de Ginecología de la Universidad de San Marcos, el 19 de junio de 1879. Como era de esperarse, Carvallo fue nombrado como profesor titular y fundador.
Con la catedra formalmente creada, la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima donó uno de los ambientes del Hospital Santa Ana para que sea habilitado como sala operaciones con la finalidad de servir a la enseñanza de la ginecología. Este lugar fue equipado por el mismo Carvallo.
Sería en este sitio, que sería llamada la Sala de Las Mercedes (actualmente está en el Instituto Materno Perinatal y Maternidad de Lima), en donde comenzaron a aplicarse las técnicas nuevas de la cirugía que fueron importadas de Europa. Para la historia quedaría el 17 de agosto de 1889, cuando se dictó por primera vez en nuestro país la clase de Ginecología.
Cuando todavía tenía mucho por dar, la muerte lo sorprendió el 10 de marzo de 1920, cuando solo tenía 67 años. Sus restos fueron enterrados el nicho 12 C del pabellón San Alejandro del Cementerio Presbítero Maestro, en donde todavía permanece.