La secuencia fotográfica es de diciembre de 2019 y navega en Instagram. Fue tomada en una sala clínica de Lima. Gabriel Lazo, que meses atrás había iniciado el tratamiento hormonal como parte de su transición, aparece sobre la camilla, después de una mastectomía. Abraza unos peluches. Su familia, sus amigos, sostienen su mano.
Hay, también, postales de su primera vez en la playa —con los pectorales al sol para reivindicar los cuerpos trans masculinos—; de sus mascotas; de sus entrenamientos de fútbol; de su asistencia a la Marcha del Orgullo; de un concierto de Morat; de un día de trabajo con la Selección Peruana de Futsal Down.
Estudiante de Psicología enfocado en reconocer las capacidades de personas neurodiversas, es también traductor e intérprete en español, inglés, portugués y francés en un país sin Ley de identidad de género, ni contra crímenes de odio, ni sobre cupo laboral trans.
“Es verdad que no falta talento sino oportunidades. Además, la nula representación dificulta la permanencia de personas de grupos minoritarios en el mercado formal. Si las mujeres trans son invisibilizadas, a los hombres trans ni se nos menciona”, dice a Infobae Perú.
De hecho, en el Perú no había publicaciones académicas sobre la realidad de los hombres trans hasta la publicación de ‘Existimos’, un estudio de Alfonso Silva Santisteban y Ximena Salazar, docentes del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Sexualidad, Sida y Sociedad (CIISSS) de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
“Me pareció crucial porque cierra la puerta a la anulación, sobre todo cuando no hay ni un asomo de políticas públicas al colectivo”, opina sobre este estudio que proviene principalmente de las experiencias narradas mediante conversaciones y algunas iniciativas puntuales desde el activismo.
Esta semana, mientras los sectores más ultraconservadores han drenado su transfobia a propósito de los baños inclusivos en el aeropuerto Jorge Chávez, Gabriel compartió una noticia en sus plataformas sociales: obtuvo un fallo a favor para cambiar su identidad natal ante el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), un trámite que hasta ahora es negado, y en 15 días recogerá un DNI que refleja su identidad.
“Soy Gabriel, gente, finalmente soy Gabriel ante el fucking Estado peruano”, escribió. Las cuatro últimas palabras estaban en mayúscula. La privación de este derecho es el principal problema (35 %) del colectivo, el más desplazado de la comunidad LGBTI, seguido de dificultades para el acceso al empleo y el acoso escolar, según una encuesta de la Universidad Católica.
En 2021, cuatro años después de que fuera presentado en el Congreso, el predictamen de la Ley de Identidad de Género obtuvo la aprobación de la comisión de la Mujer y la Familia, con lo cual pasó al pleno del Parlamento para su debate y eventual aprobación definitiva. La Defensoría del Pueblo instó entonces al hemiciclo a debatir y aprobar la norma “en el más breve plazo” y Amnistía Internacional deseó que el pleno apruebe la iniciativa legislativa “sin demoras”.
Pero a la fecha, con un nuevo Parlamento de extremos, el proyecto parece desvanecerse ante la llegada de diputados antiderechos, de modo que el Perú, como en otras conquistas por la igualdad, sigue rezagado en esta iniciativa que ya es legal en Argentina (2012), Bolivia (2016) y Chile (2018).
La comisión de la Mujer, por ejemplo, ha sido tomada por Milagros Jáuregui (Renovación Popular), defensora de ideas misóginas, autora de un proyecto de ley que propone modificar el Código Civil para señalar que la vida humana empieza desde la concepción y difusora de desinformación sobre el aborto terapéutico.
Vivir sin identidad es violencia, remarca Amnistía Internacional, y aun ahora hay que entablar un proceso legal oneroso para acceder a ese derecho —un juicio por cambio de nombre en el DNI puede demorar entre uno a tres años, frente a los ocho o diez que puede tardar el cambio de sexo en el documento. A Gabriel Lazo le costó 1095 días, previo a una cadena de actos transfóbicos.
“Un día, en una farmacia me pidieron mi DNI —recuerda—. Iba a sacar un monedero del ahorro. Yo lo entregué porque pensaba que iban a corroborar datos como, no sé, mi dirección. Pero luego me dijeron que no iban a venderme nada porque estaba suplantando una identidad. Me hicieron plasmar mi firma varias veces. Fue casi algo policial. Les expliqué mi proceso. Pero no entendieron y me invitaron a retirarme, sin más”.
Ha contado esos días con su identidad tachada, uno a uno. De septiembre de 2020 a septiembre de 2023. Lleva el nombre de un Nobel, de un presidente, de un futbolista, de un actor. “Soy Gabriel, gente, finalmente soy Gabriel ante el fucking Estado peruano”, escribió hace unos días. Después, atendió el teléfono a Infobae Perú.
Se dice fácil, pero son tres años de una pugna judicial agotadora.
Sí, es demandante y un proceso caro. En principio, debo reconocer el privilegio de tener una familia que me ha respaldado. A muchas personas trans simplemente las expulsan o las someten a violencia. Y por eso hablarlo, visibilizarlo, puede tener crear un espacio de reivindicación en la agenda sobre la urgencia de una ley trans. Mi proceso fue llevado por una abogada que radica en Iquitos y que había llevado casos similares. Pero, ya en curso, supe que hay un abogado trans que ayuda a chicos trans en el reconocimiento de su identidad. Ella hizo modificaciones a un documento presentado inicialmente y no tuve luces hasta marzo de 2022, si mal no recuerdo, cuando me dijeron que ya había pasado una fecha para la audiencia, que fue en julio. Todavía que fue virtual, yo estuve presente.
En regiones el proceso puede ser más corto, pero decidí que sea en Lima. En teoría, para ser sincero, he estado seguro de que ya estaba 100% oficial este año, en julio. Varias veces me decían ya sale, ya sale. Parece también que en la Reniec hubo un cambio de administración. Como ves, es un proceso engorroso, incluso difícil de entender para mí en lo que refiere a lo legal. Hay algo de esto que no se dice: ese lado emocional y psicológico que se rompe, que se vulnera, y que a veces nunca llega a repararse.
¿Por qué es urgente una legislación que garantice la identidad de la diversidad?
Porque es un derecho ante la ley, ante la Constitución, tener una identidad. Y a nivel social, porque abre espacios en los servicios de salud, de educación y en cualquier lugar donde, por el hecho de que tu identidad física no concuerde con la de un documento de identidad, se puedan presentar problemas de tinte transfóbico. Es como ser alguien sin rostro. Y lo que no se nombra no existe.
Hace un rato conversábamos de la anulación completa de las identidades trans masculinas en el país. Aunque las mujeres trans tienen presencia en los medios, su paso es revictimizante y como centro de la burla. Sin ir más lejos, hay políticas trans y lesbianas, políticos gays. Los hombres trans simplemente no aparecen.
Sí, claro. Los chicos trans no tenemos atención en ningún medio grande, no tenemos a nadie que nos represente. Yo personalmente tenía este concepto errado de que tenía que irme del país porque acá no iba a conseguir una oportunidad, pero el talento y el profesionalismo que uno puede dar están más allá de una identidad. ¿Saben, por ejemplo, que hay ingenieros, abogados, doctores trans en el Perú? No, no saben. La sociedad no está preparada para saberlo.
Estaba viendo esta imagen: tú, integrante de un colectivo socialmente anulado, acompañas a profesionales que integran otra minoría, también vulnerada, como los deportistas con síndrome de Down de la Selección.
Somos dos poblaciones vulnerables y de alguna manera la lucha es similar por alcanzar políticas públicas que nos respalden. Lo que pedimos al Estado es que nos abrace a todos. Es interesante cómo nos vemos, como si se tratara de un espejo: ellos por reivindicar su exposición en espacios a través del deporte, y de alguna manera yo tratando de ejercer en un país que no garantiza los derechos de mi comunidad. Pero, después de todo, nos queda la resiliencia.
La Copa América se viene en noviembre y, por un instante, parece asomar la felicidad. Lo que toca es insistir hasta que sea ley.