Carlos María Lugo Aquino escribió su nombre en Perú el 2003. Y es que el exjugador paraguayo le marcó de tiro libre a River Plate en la final y le dio el título a Cienciano de la Copa Sudamericana. Pero, detrás de ese grito de gol, hay una historia de lucha.
Su carrera se inició en el club de su barrio, Cerro Corá de Campo Grande, y dio el salto a uno de los equipos más grandes de su país, Nacional. A falta de minutos, tomó la decisión de ir a Brasil, donde jugó un año, e incluso pasó pruebas masivas en Argentina. Todo esto alejado de su familia.
Así fue como llegó a tierras ‘incaicas’ para fichar por Juan Aurich, con un contrato por dos meses que se convirtió en dos temporadas. Desafortunadamente, perdió la categoría con el ‘ciclón del norte’ y por su cabeza pasó la idea de regresar a casa. El fútbol y Cienciano, en ese momento, le dieron una revancha.
Se incorporó al ‘papá' y su vida dio un vuelco. Pasó de descender a coronarse campeón internacional en dos oportunidades, Copa Sudamericana 2003 y Recopa Sudamericana 2004. Estos dos trofeos, hasta la actualidad, son los únicos del balompié peruano.
En ese sentido, Infobae Perú conversó con Carlos Lugo sobre los duros pasajes que pasó en su carrera deportiva hasta el día que le anotó un golazo de tiro libre a River Plate, que significó el título de Cienciano en el torneo de Conmebol.
Debut, pruebas y llegada al Perú
- ¿Cómo fue tu niñez?
Bien. Nací en Asunción, en un barrio llamado Cerro Corá de Campo Grande, de padres y tíos futboleros. Mi niñez fue muy tranquila, era introvertido, servicial, juguetón, me gustaba hacer amigos, jugar al fútbol, eso me llevó a inclinarme por el deporte.
- ¿Quién fue la persona que te insertó en el mundo del fútbol?
Mi familia es futbolera. Mis padres, tíos, primos y la sangre te lleva a inclinarte por lo que más te gusta. Era ser militar o jugar al fútbol, me decidí por lo segundo porque tenía el apoyo de mi familia.
- ¿En qué club te formaste?
Hice escuela de fútbol y divisiones menores en el Club Cerro Corá de Campo Grande hasta que un día el cuerpo me decía que tenía que buscar otras cosas, y me fui a otro equipo. Tuve la posibilidad de que en un campeonato me vea la gente de Olimpia. Hicimos una práctica con el equipo de reserva y ahí empezó todo.
- En Olimpia debutaste profesionalmente, ¿cómo ocurrió?
Estuve en la reserva, equipo especial donde entrenaba con la primera y gracias a Dios, con el esfuerzo y sacrificio, tuve la oportunidad de debutar como lateral izquierdo, que no era mi puesto habitual.
- Mencionaste sacrificios, ¿cuál o cuáles consideras que fueron los más grandes en tu camino a Primera División?
Muchos. Dejar todo, dejar mi familia. Debuto con Olimpia, que sale campeón en 1998, y el año siguiente ya estaba en Brasil buscando equipo para seguir mi carrera profesional.
- En Brasil, ¿qué club te abrió las puertas?
Voy a Caixas do Sul, gracias a un dirigente de Olimpia, que me apoyó siempre y estuve un año. Después tuve la valentía de ir a Argentina para hacer pruebas masivas y recalar en un equipo de Segunda División, All Boys.
- Después de tus pasos por Brasil y Argentina, llegaste al Perú. ¿Cómo se gestó tu fichaje a Juan Aurich?
Luego de terminar el Campeonato Nacional B, estábamos haciendo una parrilla de despedida con los compañeros y llegan Ramón Mifflin y ‘Lalo’ Maradona. Ahí empiezan todas las conversaciones. Al principio quisieron traer al ‘Flaco’ Bilardi y él ya había arreglado con Platense. Bilardi les dijo “Ahí está el paraguayo Lugo, a él lo pueden llevar”. Se me acercaron, hablamos, llegamos a un acuerdo y vine a Juan Aurich en el 2001.
- ¿Cómo resumirías tu campaña con el ‘ciclón del norte’?
Vine por dos o tres meses, me dijeron que estaban peleando el descenso y querían salvar la categoría. Acepté por las ganas que tenía de mostrar mi fútbol. Desde que llegué a Chiclayo, se transformó muchas cosas, era otra cultura, otra comida y me fui adaptando de a pocos. Demostré y me quedé para el 2002.
- En tu última campaña con Juan Aurich, lastimosamente pierden la categoría, ¿por qué?
Sí, los primeros seis meses estuvimos espectacular y después era distinto porque entró otra comisión directiva. Llegamos a septiembre y dije que no quería saber más nada. Teníamos problemas en lo económico, viviendas, alimentación, no cumplían. En el último partido, hablé con los compañeros y les dije que jugaría contra Cienciano y me iba mi país.
- Ese encuentro fue tu carta de presentación ante el ‘papá'...
Ese partido fue el mejor momento, se hizo un gran primer tiempo en la altura, íbamos ganando 1-0 y nos voltean 3-1. La gente de Cienciano se acercó al hotel de concentración, conversamos y llegamos a un acuerdo para incorporarme en el 2003.
- ¿Sabías de la magnitud de Cienciano previo a tu llegada?
La verdad que no. Muy poco. Cuando arreglamos con la gente de Cienciano, ahí me puse a ver la historia, que empezaron a clasificar a la Copa Libertadores y quemar etapas. Hablando con amigos y compañeros me dijeron que la institución era seria.
Campaña histórica e imborrable con Cienciano
- ¿Cómo lidiaron con el papel de ‘no favoritos’ a lo largo de la Copa Sudamericana 2003, incluso hay una anécdota previo al choque ante Santos en Brasil?
El periodismo peruano empezó a decir que nos iban a golear, igual llegando a Brasil, tuvimos tapas de periódicos que éramos inferiores a Santos. Eso nos dio más fuerza para demostrar lo que veníamos haciendo, buenos partidos de local o visitante, demostramos en Vila Belmiro que podíamos más.
- ¿Ese partido ante Santos marcó un antes y un después en la campaña?
Totalmente. Se sacó adelante, a principios de año no estábamos bien, y ante Santos levantamos cabeza. Conseguimos el empate en Brasil, y con uno menos tras la expulsión de César Ccahuantico, ganamos en Cusco y pasamos a la siguiente ronda.
- Llegó el día histórico, la final ante River y anotaste un golazo de tiro libre, ¿habías practicado en esos últimos días?
Sí, siempre practicaba con los arqueros suplentes, pateaba penales, tiro libres y disparos de larga distancia. Pero, antes del partido ante River en Arequipa, esa semana no me acerqué a patear, tenía un presentimiento y gracias a Dios, se dio. Fui a agarrar la pelota, nadie me dijo que no, el grupo me dio la confianza. Fue el momento más bonito que vivimos.
- Hiciste estallar el Monumental UNSA, ¿qué se te pasó por la cabeza cuando la pelota besó las redes?
Lo único salir corriendo y festejar. Era un momento importante, nosotros sabíamos que si metíamos un gol, iba a ser imposible que River nos empate.
- Pero, con dos jugadores menos, ¿no pensaste en que River podría darle vuelta al marcador?
Imposible. Uno estaba concentrado para sacar un resultado positivo y defender su portería con Acasiete, Morán, Portilla y Bazalar. Siempre hablábamos con Óscar Ibáñez que si hacíamos un gol, al otro equipo le tenía que costar para que nos empate.
- ¿Crees que pesó la experiencia en esos momentos? Hubo muchas críticas por el promedio de edad de esa plantilla...
Ahí se demostró que era a la inversa. Se demostró que se podía trabajar con gente joven y grande y sacar adelante a la institución. Creo que el que veía cómo entrenaba Carty, Morán, Portilla, Paolo Maldonado, Holsen, se iba a sacar el sombrero. Ellos iban adelante y nosotros atrás.
- ¿Cuál fue el futbolista más difícil que marcaste en esa campaña? Te enfrentaste a Robinho, ‘Muñeco’ Gallardo, Maxi López...
Maxi López, por la estatura, era grande, su potencia, era un jugador de River próximo a ser transferido a Europa y así fue.
- ¿Cómo celebraste el título?
Se celebró en Arequipa, con los compañeros, no viajé a Cusco, viajé a Lima y después a Asunción, para estar con mi familia. Había pasado año tras año fuera de mi país, extrañando a mi familia, los únicos que me daban fuerza para seguir eran ellos, se merecían que esté allá con ellos para poder festejar.
El lujo de vestir la ‘albirroja’
- Gracias a tu campaña con Cienciano, te llamaron a la selección de Paraguay, ¿qué recuerdas de esa experiencia?
Felicidad y orgullo de vestir la camiseta de la selección. Siempre fue mi meta, ya venía hablando con gente de Paraguay que en cualquier momento iba a ser convocado y tenía que seguir trabajando. Se dio en el partido de Eliminatorias ante Bolivia en La Paz, me hicieron un lindo recibimiento por el campeonato con Cienciano y arranqué como titular. Fue uno de los momentos más lindos de mi vida.
- ¿Con qué jugadores coincidiste en ese vestuario?
Justo Villar era el arquero, Paulo da Silva, Carlos Gamarra, Roque Santa Cruz y Salvador Cabañas. Teníamos gente grande y joven.
- Vestir la camiseta y escuchar el himno de tu país, ¿cómo describirías ese momento?
Uno se siente orgulloso por todo lo que uno que venía haciendo. Mi hermano siempre me recuerda y me dice “ese debe ser el momento más feliz de tu vida” porque te están reconociendo lo que hacías fuera del país, sacrificándote y viendo la forma de salir adelante.
Sus días siguen vinculados al fútbol
- Casi 20 años después, ¿sientes que tu gol tomó mayor relevancia?
Te seré franco, hoy en día no se valora ese gol y título tan importante que tuvimos en el Perú. Como jugador y protagonista, me voy a sentir orgulloso que un extranjero venga a dar esa clase de esfuerzo y dedicación a una institución, a una ciudad como Cusco y un país como Perú, que le urge ganar un título internacional.
- ¿Qué tan cerca está un equipo peruano de repetir la hazaña de Cienciano?
Está más difícil, por el tema de dirigentes y jugadores, tenemos que cambiar muchas cosas para poder llegar más alto. Teníamos un técnico en la selección (Ricardo Gareca) que estaba haciendo bien las cosas y hoy en día la realidad es otra. Hay que seguir trabajando, formando valores y que los niños tengan las mejores herramientas.
- ¿Cienciano, después de tu retiro, no te ofreció un cargo?
Nunca. Creo que cuando haya gente que sepa valorar a los que conquistaron esas dos estrellas tan importantes, se darán cuenta que es positivo tener gente viendo jugadores y tratando de inculcar los valores a los chicos.
- ¿A qué te dedicas actualmente?
Vivo en Pimentel, con mi familia, con mis dos hijos. Tengo dos escuelas de fútbol, una Talento Chiclayo y otra Talento Pimentel, formando valores en estas dos ciudades.
- ¿Te gustaría incursionar como entrenador de fútbol profesional?
Sí, para eso estudié y me sigo capacitando día a día. Siempre voy para adelante y hacia el objetivo final que es dirigir un equipo en el Perú.
- ¿Te gustaría dirigir a Cienciano?
Sí, me llegará el momento. Uno no tiene que estar apurado a esas cosas, tiene que seguir trabajando y esforzándose para llegar al sitio donde lo valoren y deje huella.
- ¿Cuál es tu objetivo personal y profesional más grande?
Siempre uno tiene la cabeza de estar en el lugar donde fue feliz. Fui muy feliz en el Cusco y en Cienciano. El objetivo principal es eso, volver al Cusco y a Cienciano porque fue lo más grande que tuve aquí en el Perú.