Cada día en el Perú fallecen no menos de nueve personas en lo que llamamos accidentes de tránsito. Desde el punto de vista humano es una desgracia para la familia. Desde el punto de vista de la sociedad las muertes son una pérdida de capital humano. Hace unos años, mi colega Bruno Seminario calculó para el MEF que al año las muertes en las vías le costaban al país cerca de 0.3% del PBI cada año, para tener claridad de lo mucho que se podría ganar por cada recurso público destinado a mejorar la seguridad vial.
Año a año, y en especial en los feriados no falta la noticia de un autobús de transporte interprovincial de pasajeros que se ha desbarrancado y esto ha provocado varias víctimas fatales además de otro gran número de heridos. ¿Por qué seguimos como sociedad tolerando este resultado tan inaceptable para todos? Pero, aún más importante que esa pregunta es cómo podemos realmente reducir de manera significativa el número de fatalidades en las vías sobre todo entendiendo que la gran mayoría de ellas no son propiamente accidentes sino son siniestros evitables. Según los datos del Observatorio de Seguridad Vial, en lo que va del año, 80% de los fallecidos ocurrió en nuestras carreteras.
Estos años de inestabilidad han hecho que este tipo de temas simplemente “no esté en agenda”. Pero, me di con la grata sorpresa la semana pasada de asistir al anuncio del Ministerio de Transporte y Comunicaciones (MTC) del lanzamiento del proyecto de ley que crea la Autoridad Peruana de Tránsito y Seguridad Vial, entidad que tendrá como meta reducir a la mitad el número de fatalidades.
Es importante anotar el giro en el discurso, porque lo usual ha sido echar la culpa a los conductores, que seguro son parte importante del problema. En esta ocasión, el foco estuvo en la infraestructura. Esto implica que las autoridades también son parte del problema.
La experiencia mundial nos da muchas pistas por donde avanzar. Un ángulo del problema está enfocado en hacer que las vías mitiguen fatalidades buscando mitigar los errores humanos, es decir, tener infraestructura perdona vidas. Ejemplos de eso son los guardarrieles en zonas de las vías que presentan un potencial riesgo. Hoy, el Observatorio de Seguridad Vial tiene georeferenciado el lugar de cada siniestro vial.
No debería ser muy complejo poner una lista de lugares prioritarios de intervención y empezar por ahí. Siempre decimos que los datos deben guiar el diseño de la política pública. En otros casos, lo que hace falta es colocar una rotonda antes de un cruce de peatones que haga que naturalmente los vehículos deban aminorar la velocidad que uno toma en una vía recta.
Un segundo grupo de intervenciones viene por el lado del uso de la tecnología para la fiscalización electrónica permanente de las normas de tránsito. En este tema no sólo me refiero al uso de radares de velocidad sino por ejemplo en casos más complicados como el del bus que hace unos días se desbarrancó en Piura dejando 10 personas fallecidas. Los dueños de ese bus de transporte interprovincial de pasajeros “optó” por comprar un SOAT de transporte urbano de personal porque le salía 10 veces más barato confiando en que nadie se iba a dar cuenta.
Hoy, no es costoso instalar cámaras en todas las vías principales del país y en especial en los puntos de control en las carreteras para que la autoridad utilizando la tecnología no sólo se limite a verificar que el SOAT está vigente, sino que además haga un cruce entre el uso declarado del vehículo en el momento de la contratación y el uso que se está dando a la unidad.
Esas cámaras pueden servir de elementos de fiscalización remota muy potentes para no tener que depender de un ejército de fiscalizadores. La tecnología actual de las cámaras permite con facilidad verificar la identidad del vehículo casi en cualquier condición climática de día y de noche, y a cualquier velocidad. Basta añadir una conexión a internet y tendremos potencia fiscalizadora efectiva que puede ser mucho más disuasiva para que todos cumplamos las normas y con ello las personas estén mejor protegidas.
Hagamos todo lo posible para reducir esas cruces en las carreteras, señales que nos recuerdan que como sociedad aún tenemos tarea por delante.