La gesta libertadora que don José de San Martín inició hace más de doscientos años tuvo varios protagonistas, pero también testigos silenciosos e inertes que presenciaron en las sombras cómo se materializaban los sueños de libertad de toda una nación oprimida.
Algunos fueron personas de carne y hueso y otras, construcciones coloniales que albergaron en su momento el desarrollo de la historia y a sus máximos actores, como es el caso del tristemente célebre Fortín de Carabayllo.
Esta hacienda, ubicada en Lima Norte, tuvo sus días de gloria durante la época colonial y su construcción data aproximadamente del siglo XVII. La historia narra que su primer dueño fue Juan Guerrero, por lo cual era conocida como la “Hacienda Guerrero”, sin embargo, luego fue comprada por otra familia y cambió su nombre a “Chacra grande” alcanzando un importante nivel en la sociedad por aquellos días.
Con el pasar de los años llegaría la promulgación de la famosa Ley de Reforma Agraria, de la mano del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas, encabezado por Juan Velasco Alvarado. En esta época el fortín fue entregado de los hacendados a cooperativistas que no lograron prosperar en su negocio y vendieron las hectáreas que habían recibido. Tras esta expropiación y posterior venta, la hacienda pasó al olvido.
No obstante, el 23 de julio de 1980 fue declarado Patrimonio Cultural. ¿La razón? En su momento sirvió de hospedaje para el ejército libertador de Don José de San Martín.
Aunque esta corta reseña llevaría a cualquiera a pensar que el Fortín hoy es un espacio conservado casi como una reliquia, la realidad es diametralmente diferente ya que la historia a veces suele ser ingrata con sus protagonistas.
Patrimonio en estado precario
Solo basta observar parte de la hacienda para notar los espacios vacíos, saqueados y vandalizados que dan la bienvenida a aquellos curiosos y entusiastas que deciden caminar por los pasillos de El Fortín de Carabayllo.
El paso del tiempo no perdona, de ello dan cuenta también sus deterioradas paredes que amenazan con exhalar su último suspiro en cualquier momento y venirse abajo en cuestión de segundos. Estas contienen enormes grietas que van desde el piso hasta el techo. Algunas ya han sucumbido en silencio, dejando restos de adobes y polvo como muestra de que alguna vez existieron.
La única decoración que tiene la hacienda hoy en día son los enormes graffitis que abundan por doquier ya que, aunque parece increíble, este patrimonio cultural no cuenta con un cerco perimétrico que lo separe de las urbanizaciones que han ido floreciendo a pocos metros, algo que ha dejado vulnerable sus espacios.
Las habitaciones a lo largo y ancho de la edificación están dañadas y solo viven en ellas palomas, maleza y posiblemente personas sin hogar que usan las instalaciones como refugio.
La construcción, pese a su importancia, se encuentra en un estado precario.
Como parte de su arquitectura, que cuenta con influencia española pero también árabe, se pueden apreciar algunos torreones que han resistido el paso del tiempo y se mantienen en pie. Por supuesto, son estructuras frágiles que requieren urgentemente un debido cuidado, pero que en su momento representaban el poder económico de los hacendados. También se encuentra dentro de la hacienda una capilla conservada casi en su totalidad. Otros ambientes cuentan todavía con losetas coloniales y una buena parte de los detalles y acabados que se hicieron durante la construcción.
Los techos en muchas partes del lugar están agrietados o simplemente ya no existen, y otros podrían correr la misma suerte en poco tiempo ya que el material es bastante frágil. Por otro lado, la extensión de esta hacienda sorprende a más de uno ya que es sumamente amplia.
Caminar por sus alrededores lleva a imaginarse cómo era la vida cuando el verdor era lo único que rodeaba este espacio.
Hasta el momento se sabe que hubo intentos por parte de las autoridades para recuperarla y conservarla, como acciones de descolmatación o cuidado de las áreas verdes. Sin embargo, hay algunas trabas con respecto a la propiedad, por ejemplo, parte del área para levantar un cerco perimétrico le pertenece a entidades del estado como el Ministerio de Educación, la falta de presupuesto para la ejecución de esta obra o dificultades legales.
Asimismo, algunos vecinos entusiastas y amantes de la historia llevan a cabo tareas que intentan prolongar la vida de este recinto a través de la formación de una organización vecinal. Ellos tuvieron reuniones con representantes del Ministerio de Cultura y formaron en 2021 el grupo de voluntariado Defensores del Fortín.
No obstante, el tiempo sigue su curso y la lenta agonía de más de 200 años de antigüedad es la que sigue viviendo el Fortín de Carabayllo, esperando una solución que ponga en valor su historia y lo que representa para nuestra nación.
¿Dónde queda exactamente el Fortín de Carabayllo?
La hacienda colonial está ubicada en las cercanías del Pueblo de San Pedro de Carabayllo en la urbanización san Antonio. Muchas personas llegan hasta este punto con el fin de conocer un poco más sobre la historia del país, sin embargo, se recomienda transitar con cuidado, ya que la estructura ha sido declarada de alto riesgo.
A pesar de los diferentes informes que se han publicado de la grave situación de esta hacienda, aún la situación sigue siendo la misma.