El Ministerio Público abrió una investigación preparatoria contra tres efectivos policiales por la presunta detención de Azul Rojas Marín, quien denunció haber sido torturada y violentada física y sexualmente por los policías de la Comisaría de Casa Grande, en la región La Libertad.
Tuvieron que pasar 15 años para que las autoridades tomen acción en el caso de Azul. La iniciativa estuvo a cargo de la Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad. El fiscal provincial Luis Enrique Valdivia Calderón estableció que el proceso se desarrolle en los próximos 120 días para determinar a los responsables del cruel acto.
Ello se dio luego de que el Poder Judicial formalizara la investigación en contra de Dino Horacio Ponce Pardo, Luis Miguel Quispe Cáceres y Juan Isaac León Mostacero, acusados de ser los agresores de la mujer trans y a quienes se les sigue por el presunto delito contra la humanidad en la modalidad de tortura agravada y de violación sexual agravada.
“Recepcionar la comunicación deformalizar y continuar con investigación preparatoria contra Dino Horacio Ponce Pardo, Luis Miguel Quispe Caceres, y Juan Isaac Leon Mostacero como presuntosautores de la comisión del delito contra la humanidad- tortura agravada, prevista en el artículo 321° primer párrafo del Código Penal concordante con la agravante establecida en el segundo párrafo del mismo cuerpo normativo y por el delito de violación sexual en la modalidad agravada, previsto en el artículo170° del Código Penal vigente al momento de los hechos, en agravio de la personade iniciales I.A.R.M. por el plazo de ciento veinte días”, detalla el documento judicial a cargo de la jueza Soledad Barrueto Guerrero.
El caso Azul
Febrero, 2008. Azul estaba de camino a casa. La calle estaba vacía, excepto por un vehículo policial que se acercó a verla cuando se percató de su presencia. Los efectivos policiales le preguntaron a dónde se dirigía y ella respondió que iría a casa. “¿A estas horas? Ten cuidado porque es muy tarde”, respondieron los policías.
En ese momento, Azul no sabía que enfrentaría un momento tan doloroso. La mujer trans fue subida a la fuerza a la patrulla en medio de golpes e insultos. El vehículo se dirigió a la Comisaría de Casa Grande. Al llegar, la miembro de la comunidad LGBT fue desnudada, golpeada y torturada. Además, fue víctima de abuso sexual.
La joven fue retenida en la estación de la policía hasta las seis de la mañana. Sin embargo, los efectivos no registraron esta detención, hasta que Azul lo denunció. El Ministerio Público abrió una investigación contra los agentes del Estado por el presunto delito contra la libertad sexual en agravio de Azul Rojas Marín, pero esta fue archivada el año siguiente.
Estado peruano pidió perdón
Luego de la lamentable agresión, Azul Rojas Marín rompió las lunas del municipio local con tal de que escucharan que había sido víctima de abuso sexual y violencia física. Fueron horas que la mujer trans permaneció fuera de la Fiscalía con la misma ropa para que la examinaran y pueda interponer la denuncia.
La agraviada agotó las vías nacionales, así que llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), el cual falló a su favor por primera vez en la historia de Perú. Luego de ello, en una ceremonia, las autoridades del país le pidieron perdón.
El evento se desarrolló en el auditorio del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y participó el ministro Félix Chero, la fiscal de la Nación Patricia Benavides y el general Adolfo Valverde, de la Dirección Nacional de Investigación Criminal de la Policía.
“Este es un acto protocolar muy satisfactorio, pero hay otras reparaciones que el Estado no ha cumplido, como la atención integral y las reparaciones económicas. Son quince años que no he podido trabajar tranquila ni estudiar. Llego cansada, agotada, pero con las ganas de seguir luchando y defendiendo los derechos”, expresó Rojas Marín.
“Esta es la nueva cara de los derechos humanos —continuó— me encuentro muy emocionada (...) Si hoy en día yo sonrío es porque ya me cansé de buscar culpables. Sonrío porque es mi mejor arma para conseguir lo que quiero. Sonrío porque mi corazón sigue siendo sincero y transparente y porque simplemente me merezco ser feliz”, añadió.