Debo confesar que, en un instante de la entrevista, me sentí uno de los personajes de Benito Taibo, escritor mexicano que se ha ganado el cariño de los adolescentes con libros como Cómplices, Polvo y, sobre todo, Persona normal. Precisamente, en este último libro aparece Sebastián, con quien me comparé una mañana de agosto, con el frío todavía ausente.
“Aflójate, no seas tan serio”, me dijo Benito luego de ponerse de pie para pedir un café; solo tomé dos sorbitos, pues no quería perder el hilo de la conversación. Él, en cambio, disfrutó su Inca Kola en medio de un clima que avizoraba brillo solar. Llevaba una camisa manga corta, un pantalón sastre y sus clásicos lentes. A pesar de los años, irradiaba una vitalidad. Era el mismo de los videos de YouTube, en el sentido de que no había perdido su sentido del humor y la simpatía.
Aquella mañana fue la primera vez que lo vi en persona. Hace siete años, vi un video de TED en el que Benito Taibo era el ponente. Su discurso, que giró en torno a la lectura, inició de una manera atípica: no se presentó diciendo su nombre, sino que mencionó a algunos personajes de los emblemáticos libros de la literatura.
“Mi abuela decía que la gente decente se presenta, entonces me voy a presentar. Soy Ana Frank, soy una niña de 13 años que vive en Ámsterdam junto con otras 7 personas. Estamos escondidos en el ático de una casa y allá abajo están los nazis. Si los nazis se enteran de que estamos aquí, nos van a matar a todos porque somos judíos (…). Mi verdadero nombre es Aureliano Buendía”, expresó el escritor ante las cámaras de TED.
“Cada vez que cierro los ojos frente al pelotón de fusilamiento, recuerdo aquella tarde en que mi padre me llevó a conocer el hielo por primera vez. En Macondo nunca habíamos visto el hielo, pero por dos monedas de cobre podrías tocarlo. (…) A mí me pareció una de las maravillas más grandes que había visto y miren que pasaban cosas maravillosas en este lugar: Remedios la Bella se elevaba por los aires; Pilar Ternero, con su risa estrepitosa, hacia temblar a las palomas. Cada vez que recuerdo todo esto, se llena de mariposas amarillas este lugar (…)”, agregó Taibo ante un público atento que disfrutó de la charla. En el video se puede notar que las personas se reían en varios momentos de su discurso.
Cuando lo entrevisté, fue inevitable no reírme en algunos pasajes de la conversación. Sobre todo, cuando me dijo que me suelte y no sea tan serio. En ese momento pensé en el tío Paco, uno de los personajes más queridos del universo de Benito; creía que él me estaba diciendo eso. Evidentemente, la entrevista estaba destinada para hablar sobre su libro de poemas, el cual es una recopilación de su creación poética desde 1978 hasta 2022.
Días antes de saludarlo en persona había preparado una batería de preguntas en torno a la poesía, pero no la utilicé. Las interrogantes surgieron mientras conversaba y me comentaba sobre su historia de vida, su familia y el amor que tiene por la literatura: “Señora literatura, gracias por haberme salvado la vida. (…) Eso es lo que hace la literatura, salvarte la vida, darte una luz en medio de la puñetera tormenta. La fantasía sirve para enfrentar a los monstruos de la realidad, la literatura es formativa de personas y creadora de personalidad”.
En la charla TED, Benito se jactó de ser un buen lector, aunque le preocupa que no pueda leer más libros, pues el tiempo de vida del ser humano es muy corto. Sin embargo, por su ser transitaron cientos de personajes, de los cuales solo mencionó unos cuantos en la conferencia que se llevó a cabo en México hace siete años, aproximadamente. Su pasión por la literatura hace pensar que leyó las principales obras literarias de cada movimiento literario: desde el clasicismo hasta el vanguardismo.
En lo que respecta a poesía, Benito tiene referentes, los cuales fueron representantes de la Siglo de Oro español, la Generación del 98 y la del 27: “Desde mi punto de vista, hay dos grandes sonoridades dentro de la poesía en castellano: la del Siglo de Oro español y la de la Generación del 27. La poesía de esa época entra por el oído, es poesía que pasa del oído al corazón”.
En las primeras páginas del poemario Pasar inadvertido, el literato escribe: “En casa de mis padres se decía poesía en voz alta a la menor provocación, así que antes de entrarme por los ojos, llegó primero a mis oídos. Y debo decir que fue un enorme privilegio, y un gozo permanente. El Siglo de Oro, la Generación del 98 y la del 27, la poesía social, el estridentismo, Los Contemporáneos”.
Mientras tomaba un sorbo de Inca Kola, la bebida nacional del Perú, Benito Taibo me contó que tuvo una adolescencia feliz, pues sus padres le inculcaron el amor a la literatura. Antes de que se sumerja en el mundo de las letras, él tenía dos grandes referentes: su padre y su hermano, quienes para ese entonces ya habían publicado libros. En tanto, Benito quería ser como ellos, e incluso tenía una historia de largo aliento en la cabeza; sin embargo, prefirió escribir poesía.
“Vengo de una familia de escritores, dos parientes míos son novelistas; por tanto, tener un tercer Taibo que escribiera narrativa no era extraordinario. Por eso me decanté hacia la poesía, un poco para separarme de ellos”, argumentó.
Desde los 1978 hasta 2022, el literato escribió poesía. Es así que en Pasar inadvertido están la mayoría de sus creaciones poéticas, las cuales fueron recopiladas por su esposa Imelda, su compañera de vida desde hace 32 años.
Los poemas que aparecen en las páginas de este libro fueron parte de 2 poemarios: Recetas para el desastre (1987) y De la función social de las gitanas (2002): “Escribo poesía de amor y desamor, poesía que tiene que ver con la ciudad, que tiene que ver con mi entorno, que tiene que ver con mi mundo. Cuando recopilé todos estos poemas, encontré poesías escritas cuando yo tenía 18 años. Hoy tengo 63 y me dije: ‘¿Me corrijo?’ Respondí que no. ¿Y por qué decidí no corregirme? Porque el de 63 no va a corregir al de 18″
Benito Taibo no suele utilizar muchas figuras literarias ni recursos retóricos en sus poemas, pues las considera innecesarias. Además, su objetivo es llegar al corazón de los lectores, cosa que no se lograría si utiliza palabras cultas o metáforas complejas. “Dejo la figura retórica, los andamiajes complejos y las frases crípticas para otros, y creo que gracias a eso he podido llegar a un público mucho más amplio”, me dijo aquella mañana en una sala de un hotel de San Isidro. A decir verdad, los poemas de Benito se pueden leer de tirón y no es necesario detenerse para hacer interpretaciones sobre un verso en específico. “Yo creo que la poesía está ahí para crear una caja de resonancia dentro de los ojos y el corazón y la cabeza del que la recibe, porque está hecha de pasiones humanas”, agregó.
Precisamente, las pasiones humanas son los insumos de las historias que no necesariamente terminan en un final feliz. En más de una conferencia, escuché que un escritor debe haber sufrido para escribir una gran historia. Esta concepción no la comparte Benito.
“No necesitas tener una vida azarosa y terrible para escribir buenas historias”, sentenció.
El poeta y novelista recalcó que fue feliz en el pasado y en la actualidad la vida le sonríe. “Estoy en Lima, tomando un Inca Kola; o sea, sí tengo una vida muy feliz y tuve una adolescencia maravillosa”, dijo, entusiasmado. Segundos después, su tono de voz cambió para revelar que los seres humanos estamos habitados por monstruos.
“Yo fui un bebedor terrible; o sea, sí he sufrido en ese sentido, bebí muchísimo. Todos estamos habitados por monstruos, ese era un monstruo que me habitaba el cual pude desterrar de mi vida hace más de 31 años, pero bueno, hay muchos poemas en donde hablo de ese monstruo que me habitaba”, manifestó.
También le pregunté sobre su libro Persona normal, el cual ha cautivado al público juvenil. Revisando algunos videos de YouTube en las que aparece Benito Taibo, me topé con la declaración de una lectora, quien mostró su agradecimiento al escritor por el libro que leyó.
“Sé que no estás presentando Persona normal, pero realmente creo que es un libro que ha marcado a todos aquí (…) Digamos, tú llegaste a educarme sentimentalmente”, dijo la adolescente en un conversatorio donde el escritor estaba presente. El local estaba abarrotado de jóvenes, cuyos rostros esbozaban una sonrisa.
En la sinopsis de la novela Persona normal dice lo siguiente: “Tenía un par de padres divertidos y jóvenes, llenos de sueños y de planes. Pero a mis doce años, cinco meses, tres días y dos horas y cuarto, aproximadamente, me quedé sin ellos. Desde que el tío Paco se hizo cargo de él, Sebastián ha vivido aventuras increíbles: tuvo un encuentro inesperado con un enorme felino, conoció a uno de los últimos vampiros que viven en el DF; frente a su casa vio a un mítico personaje saltar de la góndola en la que viajaba, para rescatar a una joven de una inundación; consiguió un mapa estelar para un pobre extraterrestre perdido en la Tierra, sobrevivió el embate de un enorme monstruo marino, peleó al lado de los sioux para defender su territorio de los colonizadores? ¿Qué pasa con Sebastián? ¿Acaso no es una ‘persona normal’?”.
No todas las personas tienen el privilegio de convivir con un tío Paco. Al reflexionar sobre el impacto de esta novela en los adolescentes, llegué a la conclusión de que las personas todavía tienen heridas que no han sido curadas. Por ejemplo, padres que abandonan a sus hijos; o padres presentes en casa, pero que no les inculcan la lectura a sus hijos.
Taibo confesó que con Persona normal le rinde homenaje a su padre y a su hermano: “Yo no sería quién soy sin el padre que tuve, fue más enloquecido que el tío Paco. Mi padre era capaz de descubrir en lo cotidiano lo extraordinario todo el tiempo”.
Los lectores del autor mexicano probablemente hubiesen querido tener a un padre como Paco, personaje de Persona normal. Al respecto, el escritor comentó que los adolescentes pueden ver a Paco en un amigo, profesor, promotor de lectura o el dueño de una librería de Amazonas.
Dentro de cuatro o cinco meses, Benito Taibo publicará su nuevo libro. En esta oportunidad ya no se sumergirá en el mundo de la fantasía ni la poesía. Ahora, dará a conocer a sus lectores su vida.
“Es una novela sobre cuatro veranos de mi vida, una novela de autoficción, por llamarlo de alguna manera, que empieza con una declaración de principios: ‘Todo lo que sucede en esta novela es cierto, excepto lo que no es”, complementó.