Miradas a la educación en este 28 de julio

Perú requiere profesionales formados, con libertad de pensamiento, y sobre todo, con vocación, urge que todas las facultades de educación de nuestro país se unan y apuesten por un mismo punto de agenda.

Educar implica transformar vidas, acompañar en la formación de las mentes. (Andina)

Se celebra un año más de nuestro aniversario patrio, y aunque debiera ser un momento para sentirnos orgullosos por lo que vamos construyendo, nos vemos confrontados por las situaciones que intentan opacar nuestros esfuerzos por transformar la sociedad que el país necesita. Como docentes, sabemos, y entendemos los retos que surgen en el camino de la educación; pero, esta es una oportunidad para replantearnos qué significa ser maestro.

Si hacemos un recorrido por estos últimos meses, las alarmas, la incertidumbre y las ganas de luchar encienden los corazones que avivan la vocación. Hemos vivido la desvalorización social de una carrera noble que recibe una de las más grandes misiones: la formación de los ciudadanos de un país. Si bien, hace unos pocos meses fuimos llamados a apostar por una educación sana que garantice el año escolar, reluce la gran pregunta: ¿este llamado fue real? Porque si miramos un poco más hacia el centro, al sur o norte, vemos con tristeza que no todos los niños, niñas y adolescentes pueden acceder a una educación digna. Y, sabemos bien, que no me refiero únicamente a la infraestructura.

Educar implica transformar vidas, acompañar en la formación de las mentes, innovar para aprender; esto no será posible si no nos detenemos a pensar en la cantidad de veces que se nos ha intentado quitar la oportunidad de formar con equidad, pertinencia y calidad. Lamentablemente, se ha pretendido callar las voces de los maestros con discursos que minimizan e insultan su labor. Claro está que los docentes no cobramos por “enseñar pedagogía”. Si aceptamos esta afirmación, seremos cómplices de una postura facilista que no evidencia el enorme riesgo de educar con verdad y convicción, que se aleja de esas prácticas de transferencia de contenido, sin compromiso, sin autonomía ni determinación.

En ese sentido, si el país requiere profesionales formados, con libertad de pensamiento, y sobre todo, con vocación, urge que todas las facultades de educación de nuestro país se unan y apuesten por un mismo punto de agenda: formar ciudadanas y ciudadanos comprometidos con su vida y, por ende, con su país.
La tarea de educar es retadora, pero seguiremos defendiendo nuestra profesión. (Andina)

Para lograrlo, necesitamos traspasar planes de estudio y competencias que respondan a los modelos económicos que nos exige la sociedad y promover la creatividad y la criticidad desde las aulas hacia los hogares. Y, esto lo lograremos incluso cuando las instituciones que debieran garantizar la calidad de la educación no apuesten por la exigencia formativa y den carta blanca a la mediocridad y al engaño.

La tarea de educar es retadora, pero seguiremos defendiendo nuestra profesión, ni los “no docentes” usurpadores de sueños de tantos niños, ni los corruptos que se pasean frente a nosotros harán que dejemos de gritar a viva voz que la educación será quien salve a nuestra sociedad y que realmente necesitamos unirnos todos en favor de un trabajo conjunto para transformar nuestro país.

Posiblemente, solo uniéndonos daremos a conocer todo lo que implica la labor de los verdaderos maestros y maestras del país. Es momento de enseñar a nuestros conciudadanos que la revaloración no viene por el incremento de un sueldo, en tanto es derecho del trabajador recibir un salario digno; tampoco viene por el pago de una deuda social, pues no es un favor, es una obligación del Estado. Además, es momento de repetir con orgullo que somos docentes porque la tolerancia, el diálogo y la esperanza son elementos que nutren nuestra forma de actuar y que estamos aquí para servir con amor y con la convicción de nuestro rol en un Perú que, aun con sus problemas, sigue sonriendo y apostando por ser feliz.