La explotación sexual en Lima, de la que principalmente son víctimas jóvenes migrantes venezolanas, se ha convertido en una industria criminal en auge que lidera el Tren de Aragua, la megabanda criminal extranjera que se ha diversificado por diversos países de la región, inclusive en el Perú, y sus sanguinarias células delictivas como los Gallegos o los Hijos de Dios.
Aunque no hay una cifra exacta, porque constantemente se abren nuevas plazas de la prostitución en la capital peruana, las autoridades tienen la certeza que estas organizaciones criminales, compuestas por peligrosos proxenetas y ‘gatilleros’ venezolanos, mueven millones de soles al mes con los cupos que cobran a cientos de sus compatriotas esclavizadas sexualmente.
Varias de las mujeres venezolanas que terminan paradas en una esquina de alguna concurrida avenida o calle de Lima se sienten atrapadas y sin salida. La policía peruana monta cada vez con más frecuencia operativos para desarticular a las llamadas ‘mafias del sexo’, pero lo cierto es que estas se vuelven a reagrupar para captar nuevas chicas, sin importar si son menores, y seguir lucrando.
Entrando al mismísimo infierno
Estando en Venezuela, cuando les llegó el ofrecimiento, sea como una ayuda económica, un futuro próspero, un trabajo estable o un buen sueldo para sacar adelante a la familia, no pensaron que estarían adentrándose al mismísimo infierno. Es cierto que no todas llegaron a la prostitución con engaños, pero sí la mayoría de ellas.
Según datos de la policía peruana, de enero a la fecha hay 1488 víctimas rescatadas de la explotación sexual, de las cuales 52 han sido menores de edad. En ese mismo periodo, se han detenido a 174 personas por estar involucradas en este delito. Pese a los operativos, estas estructuras criminales siguen operando firmemente en nuestro país, pero sobre todo en Lima.
Por los mismos testimonios de las víctimas, se conoce que una vez captadas por el Tren de Aragua son sometidas a condiciones de esclavitud mediante la violencia física y psicológica. Este viaje al horror conduce a las migrantes a una eterna explotación sexual, cuyo desenlace puede ser la detención, un peligroso escape o la muerte. En tanto, la industria de la trata de personas sigue siendo rentable y los delincuentes permanecen impunes.
Un drama que se repite en otros países
Este preocupante panorama descrito, desde luego, no es exclusivo del Perú. Hace unas semanas, una realidad bastante similar fue desnudada por el medio colombiano El Espectador y la Alianza Rebelde Investiga de Venezuela. La investigación arrojó un drama impulsado por la precaria situación económica y social que obliga a muchas niñas, jóvenes y mujeres venezolanas a buscar maneras de emigrar.
Ronna Rísquez, periodista e escritora, quien recientemente conversó con Infobae Perú del ascenso meteórico del Tren de Aragua lideró el equipo en Venezuela, aportando datos importantes a la investigación.
“El Espectador identificó una estructura de trata de mujeres que operaba en Colombia y encontraron que el Tren de Aragua estaba detrás. Ellos captan a las niñas y mujeres en Cúcuta y de allí las distribuyen”, detalla el medio colombiano.
La distribución a la que se hace referencia incluye como destino también a Lima, donde la megabanda criminal venezolana ha impuesto sus plazas de la prostitución, a costa de desplazar a peligrosas bandas de proxenetas peruanos.
¿Cuál es la zona de prostitución en Lima?
Lima no tiene un único punto de prostitución. Con la llegada del Tren de Aragua en el Perú y el despliegue de sus células criminales, se han abierto varias zonas rosas que se ubican, principalmente, en las periferias de la capital.
En un rápido recorrido, Infobae Perú identificó los puntos con mayor presencia de trabajadoras sexuales venezolanas en Lima:
- Frente al centro comercial Plaza Norte, en el distrito de Independencia. Varios hoteles de la zona, donde muchas veces viven las mismas trabajadoras sexuales extranjeras, ponen sus habitaciones a disposición de estas mafias del sexo.
- En los alrededores de la zona conocida como Risso, en el distrito de Lince. Este punto capitalino es concurrido por las discotecas, restaurantes, supermercados y cines, pero ahora se ha sumado un numeroso grupo de hombres que llegan en busca de sexo por dinero.
- En las calles contiguas al centro comercial Mall del Sur, en el distrito de San Juan de Miraflores. A cualquiera hora del día, y a vista y paciencia de serenos, patrulleros policiales y transeúntes, mujeres venezolanas con ceñidas prendas ofrecen sus servicios sexuales.
- Cruzando la Panamericana Norte, frente al centro comercial Mega Plaza, en Los Olivos. Las calles de este lugar se han convertido en la plaza tomada por el Tren de Aragua. Jóvenes venezolanas, de entre 17 a 30 años, esperan a los clientes, ante la mirada atenta de los proxenetas, quienes se camuflan como ambulantes o repartidores de apps por delivery.
- En el cruce del jirón Zepita y la avenida Alfonso Ugarte, en el Centro de Lima. Desde tempranas horas del día, trabajadoras sexuales venezolanas buscan clientes con la consigna de tener que pagar entre 100 y 150 soles por día al Tren de Aragua y sus miembros delincuenciales.
Desgarrador testimonio
Mariana*, una trabajadora sexual venezolana, de 25 años, quien forma parte de la plaza de Risso, accedió a brindar detalles a Infobae Perú de su cómo fue que la captaron en su tierra natal, para que luego la envíen al Perú.
“A mí me dijeron que era para trabajar en un conocido night club de Lima. Yo nunca había venido antes al Perú, pues, y la situación en mi país era realmente mala, por lo que acepté. Se supone que acá iba a llevarme la mayoría del porcentaje de los clientes que iba a atender y todo iba a ser formal. Pero ya aquí, la realidad fue otra. Sabe, tengo una niña que alimentar. En Venezuela tenía muchas deudas y, cuando llegaron a mí (el Tren de Aragua), a través de una amiga, me ofrecieron ganar bien. Ellos se aprovechan de la necesidad, recuerdo que me insistían para que acepte y me decían: ‘la salida está entre tus piernas. No lo pienses mucho, chama’”, contó Mariana, quien vive en un pequeño cuarto con otras cinco chicas, entre ellas una de 17 años.
Desvalorización de la mujer
Consultado por Infobae Perú, el abogado penalista Alvaro Peláez dijo que al hablar de estas mafias necesariamente uno debe entender que son “una estructura criminal organizada”.
“Dentro de todo este contexto existiría un tema de organización criminal que conlleva a otros delitos que también son parte de la ejecución para lograr lo que finalmente quieren, que es un beneficio económico a través de estas mujeres”, indicó.
“Muchas de estas mujeres llegan a una situación tal de desvalorización y de necesidad económica que, en varias ocasiones, hasta pueden consentirlo para estar en el mercado sexual. Estas personas, generalmente cuando buscan a alguien para este tipo de hechos, estudian mucho sus condiciones para captarlas”, acotó.
*Su nombre real fue protegido por su seguridad. Mariana y sus demás compañeras reciben constantemente amenazas de muerte para obligarlas a seguir prostituyéndose.