Lo más cerca que ha llegado Enrique Planas a Japón es Taiwán, pero eso no lo ha apartado de la cultura nipona en su literatura. Ahora, después de Kimokawaii, el escritor y periodista cultural publicó Chicas Bond, una novela sobre la cultura japonesa, animes y espionaje, así como un homenaje al mundo de James Bond y a su propio padre, quien fue una influencia para él.
Infobae Perú conversó con “uno de los 25 secretos mejor guardados de la literatura latinoamericana” de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, acerca de su sexta novela que sitúa al lector en el país asiático a finales del siglo XX, centrándose en Takao Saito, el famoso mangaka que falleció en septiembre de 2021.
—Kimokawaii y Chicas Bond tiene bastante relación con el manga, ¿cuál es tu relación con este?
—No soy un lector voraz del manga. Es más, a veces me siento un poco impostor cuando estoy junto con personas que saben muchísimo y podrían recitar un centenar de títulos de los que no tengo idea, pero cuando escribí KimoKawaii, reconociendo toda mi limitación, me ubiqué en una época determinada para tener claro los límites. El manga es un océano, no creo que nadie tenga la capacidad de abordarlo y agotar el tema.
A mí el manga me comunica con los recuerdos de la infancia; con los animes que veía de niño. Y al final, escribir una novela, si hay alguna información sobre manga o anime no es porque uno sea un experto, sino porque la novela lo pide.
—Chicas Bond es la visión de un personaje que se dedica al oficio del manga.
—Así es. Es un tipo disciplinado con horarios que hace su manga, que tiene problemas con la esposa y el hijo, o sea, es un padre con todas las limitaciones y con todas las obsesiones que pueden tener todos los artistas.
—Takao Saito, que aparece en esta novela, fue un artista del manga muy famoso.
—Sí, falleció en 2021. Era realmente un artista que adaptó a las primeras series de James Bond y dibujó una serie de manga histórico como Golgo 13. Estaba investigando sobre este tema para Chicas Bond y este persona como Takao Saito apareció. Todo ha sido una suma de coincidencias y conexiones.
—Chicas Bond también es un homenaje al padre, incluso tú se la dedicas a tu padre.
—Siempre quise escribir una novela sobre mi padre. Me lo había propuesto hace muchísimo tiempo. Mi padre no es un personaje de novela, es un hombre gris, clasemediero, como muchos de nuestros progenitores. Además, hubo una efervescencia del género: todo el mundo escribía novelas sobre el padre, me hizo pensar en detener ese proyecto.
Sin embargo, recuerdo que en una columna de El Comercio escribí una crónica breve sobre James Bond, con motivo del estreno de una película, y las repercusiones que esto tuvo en mi relación con mi padre. Como todo hijo de padres separados, tuve una relación muy complicada con él, y las películas del agente 007 eran el único espacio de encuentro en el que coincidíamos, algo que ambos disfrutábamos. No te puedo decir que nos llevábamos mal, pero no nos entendíamos.
Pensé que las películas de James Bond pueden ser la llave para un proyecto en la que no hable de mi padre, sino que hable de las relaciones padre-hijo.
—En realidad, James Bond es un personaje machista, así como la sociedad japonesa (y la peruana).
—Siempre, desde pequeños, nos decían que Sean Connery era un gran James Bond, pero no veíamos realmente quién era; el personaje era un monstruo. Eso es lo maravilloso de la literatura que te lo sugiere con mucho más poder; el poder que tienen las letras.
Lo maravilloso de James Bond es que cada uno responde a su época y cómo se va transformando los códigos de mascunilidad, y también el papel de las mujeres en estas películas. Porque al inicio son niñas no infantilizadas, aunque poco a poco se van convirtiendo en compañeras de lucha.
—Enrique, tú te alejas bastante de los temas recurrentes que se escriben en la literatura peruana como la autoficción o el terrorismo. Has escrito dos libros acerca de Japón y, supongo que debes tener más material para otra novela.
—Algo que caracteriza mi trabajo es que no me he querido retratar de forma directa con los temas que mencionas. Sin embargo, en mi primera novela, Orquídeas del paraíso, que se refiere a la época del caucho, también abordo el tema del fujimorismo y la precariedad del poder.