“Si tú me preguntaras si retrocediera el tiempo para volver a ser futbolista yo te aseguro que no lo haría”, es una contundente frase que expresó Víctor Rossel, reconocido goleador peruano que pasó por diversos equipos del medio local, pero que siempre tuvo una afinidad con Sport Boys. El ahora exjugador vivió varios momentos difíciles a lo largo de su carrera que marcaron su retiro y que explican su manera de ver cómo se maneja el balompié a nivel profesional.
Infobae Perú conversó con ‘Pituquito’, quien justamente reveló detalles de su carrera deportiva desde sus inicios, las decisiones que le perjudicaron, los contratos que rechazó y el accidente automovilístico al que sobrevivió e incidió en su profesión, y otros sucesos.
- Cuéntame de tus inicios en el fútbol. ¿Siempre practicaste este deporte?
Yo empecé a jugar fútbol desde los seis o siete años en el colegio Champagnat. La conducta era bien rígida y no estaba bien en eso pero sobresalía ante los demás en el fútbol. Siempre marqué diferencia ahí y mis papás se dieron cuenta. Pasaron los años y el profesor Elías Acevedo, preparador de arqueros de Sporting Cristal, entrenaba a un equipo de fútbol de mi papá, me vio jugando un día con 12 o 13 años y me llevó a una prueba a Cristal. La pasé y quedé con Fernando Mellán, Alberto Gallardo que en paz descanse. Por cosas de la vida me fui e hice una prueba en Sport Boys. Al mes Jorge Sampaoli me subió al primer equipo.
- ¿Qué pasó en Sporting Cristal para que no te hayas quedado?
No sé, no recuerdo bien. Creo que la distancia era muy larga, pero cogí más afín con Boys por la cercanía que tenía con el entrenador, en ese entonces ‘Cachetada’ Solís con mi papá. Llegué y automáticamente subí al primer equipo. Me vio Sampaoli en esos Torneos de Reserva preliminares, preguntó por ese ‘flaquito’.
- ¿Cómo nace tu apodo de ‘Pituquito’?
Detesto que me digan así porque es mentira. Si fuera ‘pituquito’ estaría en otra situación. Me lo puso el diario Trome porque una vez me hicieron una nota en la playa cuando yo era chico y ya había debutado. Vieron que mi entorno era un poco diferente y me trajo problemas porque en el fútbol la mayor parte de gente viene de condiciones bajas. Entrar con eso era hacerlo con el pie en alto, tenía que demostrar que no era así, sino una persona sencilla, igual que ellos. Aparte tenía que demostrarles que jugaba, entonces había una mochila cargada a donde iba.
- Debutaste en Sport Boys el 2003 de la mano de Jorge Sampaoli. ¿Cómo fue esa experiencia?
Mi papá siempre quiso que sea futbolista profesional. La pelota me perseguía y hacía goles. Él contrató a un personal trainer, Raúl Linares, que me preparó saliendo de Cristal para atletismo y se abrió una prueba en reserva de Sport Boys. Fui con 17 años y al mes me vio Jorge Sampaoli, quien me subió al primer equipo. Luego se fue por un tema de la para. Yo debuté contra Alianza Atlético cuando los del primer equipo no jugaron. Ganamos, hice un partidazo, después Jorge se fue y yo me quedé.
- ¿Sus entrenamientos eran intensos?
No solo eso. Cuando él me decía que yo iba a llegar lejos, no le creía, decía ‘quién será’. Pero recuerdo que entrenaba tres veces al día. Tenía que salir de mi casa en Surco a las cinco de la mañana para ir en micro y estar a las siete de la mañana porque el entrenamiento era a las nueve. Almorzaba por ahí y a las 12 otro entrenamiento. A las tres tocaba gimnasio. Después iba a mi casa destrozado. Todos los días fueron así por un año y medio.
- También coincidiste con él en Bolognesi…
Claro, yo hice una regular campaña en Boys y Jorge como ya me conocía me llevó a ‘Bolo’. Ahí estaban Sawa, Johan Fano, Johan Vásquez, Diego Penny, Renzo Revoredo, Junior Ross, ‘Cachito’ Ramírez, un equipazo. Nos topamos contra el Colo Colo de Alexis Sánchez, ‘Chupete’ Suazo, Vidal. Hicimos una espectacular campaña y quedamos segundos en el torneo nacional. Con Jorge siempre hubo una relación desde pequeño. Es más, hasta hace unos años cuando terminé como goleador del campeonato el 2013 con Unión Comercio, él me escribió y estuvo a punto de llevarme a Unión Española de Chile. Se cayó por cosas de la vida, yo nunca tuve representante, pero él estaba atrás de esa negociación. Ya no sé nada de él, pero desde pequeño fue muy bueno. Me vio y me dijo que iba a ser ‘9′ y no extremo.
- Salvo la vez que jugaste en Universitario el 2006, no volviste a un grande del país. ¿Por qué?
Ahora que veo la vida de otra manera, las personas en general y me incluyo, siempre le echamos la culpa a los demás y no nos miramos al espejo a decir ‘espérate, antes de echarle la culpa al resto voy a reconocer mis errores’. Yo me equivoqué porque primero nunca tuve un representante que ahora es normal, que va de la mano con uno. Estaba cerrado que podía solo. Segundo que no fui tan profesional como ahora, no dormía bien, no le prestaba mucha atención a mi profesión. Igual me fue bien porque el 2010 con el profesor Company en Sport Boys hice una espectacular campaña con más de 16 goles y me llamó el representante, Ricky Schanks, y me llevó a Atlante de México con un contrato de cuatro años. En ese equipo estaba Johan Fano. Llegué a Cancún, a un hotel espectacular e iba a estar en la filial de Atlante. Estuve dos días y me regresé porque no me sentía cómodo. Hasta ahora me arrepiento, son cosas que pasan una vez y si no las coges… Regresé y a los días mis padres no sabían qué había pasado. Llegué a César Vallejo del ‘Chino’ Rivera.
- ¿Tuviste alguna opción concreta de llegar a Alianza Lima, Universitario o Sporting Cristal?
Siempre. Pero antes las reuniones eran un poco más informales que ahora. Los equipos son más serios. Lo digo porque antes todos se ponían de acuerdo con un monto económico. Era lo mismo ir al A, B o C porque ese tema era igual y nunca llegamos a nada. En el equipo que jugué fue la ‘U’ el 2006. Hice una espectacular campaña con Boys y antes de ir al ‘Bolo’ fui a la ‘U’ del profesor Nunes. Yo tenía 19 años y me fue espantoso.
- Después estuviste en otros equipos, pero peleaste la baja. ¿Cómo es esa sensación?
Siempre. Yo peleé la baja con Boys, Unión Comercio, Sport Huancayo, UTC y Vallejo el 2016 con el profesor Comizzo descendimos... ¡Increíble! También con Ayacucho FC el 2019. La verdad, no la he pasado tan bien en el fútbol. Mis mejores años donde fui feliz y no me di cuenta por más que no peleaba arriba siempre fue en Sport Boys. Los demás equipos fueron pasajeros, donde hice historia, pero siempre me tocó pelear la baja. Lo tomaba de la mejor manera porque al final siempre salía airoso. Me hice notar en esas instancias.
- Tuviste varios encontrones con entrenadores, jugadores rivales e hinchas. ¿Consideras que el temperamento te jugó una mala pasada?
Con todos los tuve. Y sí, me jugó una mala pasada. Por eso digo, hay que reconocer los errores. Si hubiera jugado fútbol profesional como estoy ahora, tranquilamente seguiría activo. Son cosas que pasan, en ese entonces mi cabeza estaba perdida. Quiero recalcar que no se trata de la familia porque mis padres me han inculcado valores, respeto, etc. Es el mismo entorno del fútbol en el cual uno se pudre, y crees que puedes con todo, que eres el mejor y te vas yendo… Las amistades tampoco no eran muy buenas. Hubo muchas cosas por las cuales yo no estaba bien. Por eso siempre tuve encontrones con la barra. Cada vez que iba al Monumental, Matute y San Martín me reputeaban y no sé por qué. Me identificaba con Sport Boys y me la tenían jurada. A veces fuera del campo me buscaban problemas y reaccionaba mal, eso me causó inconvenientes. Ahora, el carácter siempre lo he tenido así, frontal. Voy para adelante porque creo que la vida, como en el fútbol, el carácter no se va, pero necesitaba ajustar algunas cosas que no estaban bien. Pido las disculpas del caso si por algún motivo herí susceptibilidades.
- El hecho de que te la creíste, que muchas cosas llegaban fácilmente, ¿fue en tus inicios?
Es que todo me vino muy rápido. Si bien me preparé para ser futbolista profesional, todo fue rápido. Comencé a ganar plata muy fácil y no le di el valor a esta profesión. Pensé que iba a ser eterna, que siempre los equipos me iban a llamar, que tenía la razón y no era así. Ahora, con 37 años me doy cuenta, por este negocio (inmobiliario), que uno tiene que escuchar, callar, valorar lo poco o mucho que tiene y que el tiempo pasa rapidísimo. Antes jugaba por jugar, físicamente nunca estuve bien, quizás en mis mejores años en el fútbol profesional, pero nunca tuve un performance óptimo.
- El 2008 llegaste a Esportivo de Brasil, tu primera experiencia en el extranjero.
Llegué en el 2008 por Martín Hidalgo, que en ese entonces estaba casado con una prima mía, que es su primera esposa y me ayudó porque él era figura en el Inter y estuve en un equipo de Segunda División. Los dueños eran la familia de Ronaldinho, un club espectacular. Más que dinero, porque era poco, gané mucha experiencia. Perfeccioné mi técnica en el área como delantero porque ellos entrenaban de una manera diferente. Me ayudó muchísimo en la definición, de parar la pelota, de girar. Ellos entrenaban por separado, por posición. En ese entonces no me di cuenta, pero cuando llegué acá me paseaba porque ya sabía cómo moverme en el área. Viví un año en una villa que ellos tenían. Era Segunda División, pero jugábamos contra equipos de Primera. Había partidos que ni la veía y otros que alterné.
- La segunda fue el 2017 con Atlético Venezuela. ¿Cómo se dio esta oportunidad?
La segunda fue la de México que fui a Atlante con un contrato ya hecho. En ese entonces me pidió el profesor Herrera. Tanto así que Johan Fano no me pegó porque en fin, ya que en ese entonces me quería pegar. ‘¿Qué te pasa? ¿Por qué te quieres regresar?’ Y me regresé, no sé por qué, no me hallaba, inmaduro total. Mi tercera expedición al extranjero fue un poco mayor. Salí de Juan Aurich, donde hice un par de goles y se presentó una oportunidad de irme a Venezuela, no la pensé. Así como estaba en el país, me cumplieron todo. Pero estuve seis meses porque la situación era insostenible. No era lo que yo quería.
- Comentaste que pudiste ir a Unión Española de Chile
Sí, en 2013 llegué a Unión Comercio. A donde iba siempre hacía goles y no pasaba desapercibido, aunque nunca tuve la aceptación de todos, siempre era un ‘tráelo a ver pues. Me han dicho que el chico es problemático pero hace goles’. Freddy Chávez, presidente del club y ahora amigo mío, me recibió y llegó el profesor Fernando Nogara, que se hizo mi gran amigo. hice 24 goles porque llegué con hambre y decidido, y me valió para luchar con Raúl Ruidíaz, que hizo 25 porque jugó la final contra Real Garcilaso. Terminé el año y Jorge (Sampaoli) se contactó conmigo para ir a Unión Española y no se pudo por cosas del destino. Yo no tenía representante y acabé en Sport Huancayo, donde económicamente ellos invirtieron lo que yo pensé que valía como un goleador del campeonato. Me reuní con Cristal, la ‘U’ y Alianza, pero todos me decían un monto y yo no quería ese monto.
- ¿Cuál fue el mejor plantel que integraste? ¿Por qué?
Qué buena pregunta. Hubo varios, no puedo ser ajeno. Creo que el de Sport Boys del profesor Company el 2010. El de ‘Titín’ Drago también creo que fue de los mejores cuando disputamos la Segunda División y subimos el 2009 jugando contra Cobresol en el estadio Miguel Grau y ganamos 3-2. Ese plantel creo que fue el mejor porque había otro feeling. ‘Titín’ Drago de entrenador, ‘Nacho’ Drago, su hijo, en el arco. Tuve la oportunidad de jugar el último año de Waldir Sáenz, Carlos Elías, Crifford Seminario, ‘Ricky’ Pérez, Juan Pajuelo, Miguel Rebosio que ya estaba en las últimas. Todos éramos unidos, no cobrábamos, pero era muy bonito.
Hay muchas personas que dicen ‘oye Víctor, tú que jugaste tantos años ¿qué has hecho con la plata?’. Yo nunca gané plata en el fútbol. En el Boys lo máximo que habré ganado era 2 mil 500 dólares. Claro, si lo digo ahorita, de todas maneras es plata, pero en ese entonces no. Y muchas veces dejé de cobrar, muchas veces ni siquiera puse plata en la Agremiación porque tenía todo, a mi mamá y a mi papá que siempre me solventaban. De repente fue bueno, pero a la vez un grave error. Nunca le di importancia a lo que era mi carrera. Creo que los mejores contratos que hice fueron el 2014 con Sport Huancayo, el 2015 con UTC y el 2016 con César Vallejo, nada más. En los demás equipos fue 50% para abajo, económicamente hablando. Más era gloria que otra cosa. Por eso decidí dejar el fútbol. Temprano dije que se acabó, el cuerpo era diferente, el teléfono ya no sonaba como antes. Entonces tuve que tomar acciones rápidas para dedicarme a otra cosa.
- Sentiste que estabas yendo por un camino que no te dirigía a algo concreto
Era un camino en el que no estaba cansado, pero sí preocupado. Tenía 32, 33 años, papá y mamá no estaban con las mismas fuerzas que antes. Era ‘hijito, acá está tu plato de comida, tu camita tendidita y tú ve, elegiste ser futbolista’. Dije ‘¿qué hago?’. No había acabado la carrera, estaba con deudas. Gracias a Dios reaccioné y creo que no me equivoqué. Si retrocediera el tiempo para volver a ser futbolista yo te aseguro que no lo haría. Fue muy bonito pero también una pérdida de tiempo. Si mi historia hubiera sido distinta te hubiera dicho ‘conseguí esto, conseguí lo otro’. Lo único que me dejó el fútbol son los contactos que tengo para poder caminar sobre un mundo ajeno al fútbol. Porque el que menos es futbolero… Estoy en una reunión a veces cerrando un negocio inmobiliario y el que menos me mira ‘oye, ¿tú no eres el que jugaba en el Boys?’ Sí, yo soy Víctor Rossel. ‘¡No te creo! Yo grité tus goles’. De repente se rompió el hielo, hablamos una hora de fútbol y termina dándome la llave como muestra de confianza. Eso le agradezco al fútbol. Como futbolista tengo un plus que del resto de los agentes. Porque digo ‘soy Víctor Rossel, futbolista profesional, agente inmobiliario, tengo años en el rubro’. Es diferente ‘ya lo conozco’, inspira más o menos confianza. Después, al fútbol no le guardo nada. Más es lo que gasté en dinero, en tiempo que no va a regresar… Por mi culpa, ¡Ojo! Yo no le estoy echando la culpa a otros. Ahora es diferente. El futbolista se prepara más, la ciencia ha avanzado muchísimo. Hay celular, las redes, el que quiere verse bien, el que se cuida. Veo al futbolista más profesional que antes. Antes no lo era tanto y producto de eso eran las decisiones que uno tomaba.
- ¿Y el mejor entrenador que tuviste? ¿Qué puedes rescatar?
Jorge Sampaoli, Fernando Nogara, ‘Rafo’ Castillo y el profesor Javier Arce. Jorge me llevó al fútbol profesional. El día en que me vio, dijo ‘este va a ser futbolista, dámelo, súbelo y yo lo voy a entrenar’. Martín Bressan, Sebastián Beccacece, toda esa tribu. De ellos aprendí muchísimo, las ganas de querer salir adelante porque eran personas que de verdad vinieron con hambre. A pesar de sus errores, son personas exitosas. Los vi, a mí no me lo contaron, vi cómo sufrían, cómo lloraban, las penurias que tenían, vi que económicamente estaban destrozados. Para mí son un ejemplo de vida. Fernando Nogara, porque cuando llegué a Unión Comercio el 2013, ya venía de altibajos y desde que me vio me dijo ‘Víctor, conmigo vas a jugar, pero quiero que te pongas en forma y quiero que hagas esto’. Acabé goleador del campeonato. No sé por qué pero siempre he tenido un feeling con los argentinos. ‘Rafo’ Castillo el 2015 en UTC. Estuve con un buen contrato y me dio la confianza y seguridad. A mitad de año llegó el profesor Arce, a quien tuve el 2013 y aprendí mucho de él. Una persona muy culta, preparada, que sabe mucho de fútbol, de física más que nada porque es preparador físico y sabe ver el fútbol de otra manera. Todos eran personas sencillas, correctas. Cuando uno te habla con respeto, mirándote la cara, con sinceridad, tienes que entender. Nunca he sido partidario de los que se creen superiores, que no te miran a los ojos, que no te dan la mano y voltean la cara. Nunca me gustó.
- ¿Encontraste mucho de eso en el fútbol?
De personas así cag…, sí, claro, perdóname la expresión. Un montón, hasta ahora abundan. Por eso que a veces el fútbol está medio jodido, que vienen extranjeros acá y marcan diferencia. Por eso que vienen Fossati y Gamboa a la ‘U’ y Sport Boys y están haciendo todo lo que están haciendo. En Perú también hay entrenadores buenos, pero algunos se quedaron en el tiempo o quizás no se hallaron. Y tiene que venir alguien de afuera para levantarnos y darnos cuenta de que nosotros estábamos equivocados. En el fútbol se ve mucho de eso, mucha hipocresía, como en cualquier lugar. Hay envidia. Pero en el fútbol uno tiene que cuidarse más, lo que habla… Si quieres jugar al fútbol profesional como ahora muchos juegan a mi edad, tienes que hacerte el huev… No puedes pelearte con nadie porque sino ya no dicen ‘oye, ¿qué tal es Víctor? ¿cómo juega?’ Si todo el mundo sabe cómo juego, saben que hacía goles. Sino cómo es como persona. Me veían como problemático y que podía incomodar al grupo y me tachaban. Es un entorno chico y donde todos son amigos. Hay entrenadores y jugadores que hasta ahora, no voy a decir nombres, siguen en Primera División y no entiendes por qué. Ya no juega por su performance sino porque caló bien en un entorno donde de repente nunca tuvo problemas, donde tienes que hacerte el sonso. Algo que sí lo hice porque había cosas que me parecían injustas y tenía que decirlas… Yo detestaba que me insulten, que me menten a la madre y, producto de eso, un entrenamiento el 2019 en Ayacucho FC, donde siempre que entraba hacía goles. Un entrenamiento el profesor Mario Viera me dijo ‘Rossel, la con…de tu madre, que eso, que lo otro’. Yo que jugaba poco y nunca entendía el motivo, me le fui encima. Tuvieron que agarrarme porque lo iba a matar. Si hubiera pensado de otra manera quizás hablaba personalmente con el ‘profe’ para que no me hable así; y de repente nos dábamos un abrazo y no pasaba nada. Pero ese error me costó la no renovación con Ayacucho FC y la amistad con Viera. Después nos encontramos y le pedí disculpas, él también me pidió disculpas. Ahora soy muy amigo de todos ellos, pero ahí me equivoqué.
- Estuviste en varios microciclos de la selección peruana con Sergio Markarián y entraste poco tiempo en un amistoso ante Panamá. ¿Qué pasó para que tu estadía ahí no se haya extendido?
Eso es algo que nunca lo he contado, pero también me equivoqué. Yo para hacer caga… llámame, era el primero. Markarián me convocó a los famosos microciclos porque venía de hacer goles con Boys de Company y Vallejo. Entonces me había visto el 2011 y me llamó a los microciclos. El día anterior al partido con Panamá saqué un carro que me había comprado y me estrellé en la Panamericana Sur. Si no me maté fue porque Dios no quiso. Eso pasó en la madrugada y tenía que estar a las nueve de la mañana en la Videna. Fui a mi casa a las tres de la mañana entre gritos, llantos y dolores; mis papás no sabían qué hacer mientras me gritaban… Cuando llegué a la Videna me citaron a la oficina del profesor Markarián, con el profesor Aguirregaray y Pablo Bengoechea. Los tres tenían todos las partes policiales del accidente. Me llevaron a Moquegua, pero después de eso no me dijeron nada. Ahí acabó mi ciclo con la selección.
El 2013 acabé goleador del campeonato y seguía Markarián. Todos me decían ‘¿por qué no te convocan?’. Yo sabía que me había equivocado y me había metido en un tremendo error. De repente, si no hubiera pasado nada de eso, seguía porque me hablaba mucho. Tuve una buena relación con Markarián, pero a partir de eso se acabó. Ahora, si hubiera sido otro jugador quizás no pasaba nada. Me di el lujo de fallarla en un momento que no debía, otro error más.
¡Habrá más! Este lunes 24 de julio no puedes perderte la segunda parte de la entrevista exclusiva con Víctor Rossel, uno de los goleadores más recordados de Sport Boys. Hablará del negocio que cambió su vida, su faceta como entrenador de niños con habilidades especiales, de Fernando Gamboa, Paolo Guerrero y más.