El 22 de junio, María* salió de su casa en Arequipa con paradero desconocido. La joven de apenas 16 años vivía con su pareja Jonnathan Molina Cassani de 20 años. Aquel día, sus papás se percataron de que no podían ubicar a la adolescente, por lo que decidieron poner una denuncia en la comisaría. Su preocupada madre sabía que su hija era víctima de violencia física y psicológica de parte de su enamorado.
Los días pasaban y no se tenía noticias de la menor, pero esto cambió el 8 de julio, día en que esta lamentable historia tomó un rumbo distinto.
Ese sábado, un grupo de vecinos del asentamiento humano La Campiña Viña Zegarra, en el distrito de Characato, se percató de un desagradable olor que provenía de un predio en abandono. Los vecinos de la zona acudiron al lugar y encontraron que dentro del silo había una pierna. El resto humano estaba cercenado.
Los ciudadanos alertaron a la policía, quienes acudieron a la escena con una excavadora que les permitió encontrar otros restos del cadáver descuartizado. Los exámenes arrojaron que se trataba del cuerpo de María*, quien había recibido ocho puñaladas, una de estas atravesó sus pulmones. La adolescente había sido torturada antes de morir.
A la región arequipeña le tocaba presenciar una nueva pérdida humana. Nuevamente, una mujer era asesinada por un hombre. Lamentablemente, María* se sumaba a los 12 feminicidios registrados en el departamento en lo que va del año hasta ese momento.
Luego de ser capturado por la Policía Nacional de Perú (PNP), Molina Cassani confesó su repudiable crimen: el hombre le arrebató al vida a la joven. El feminicida confeso intentó justificar este crimen asegurando que sintió celos, pese a que esto no sea considerado una razón para acabar con la vida de una mujer.
Después de este indignante caso, la ola de violencia machista en Arequipa no cesó. Algunas semanas después, las autoridades alertarían que las calles de la ciudad blanca se volverían a empapar de sangre.
El 19 de julio, el cuerpo de Margarita (39) amaneció enterrado en un descampado en Los Colonos, en el distrito arequipeño de Majes. Los restos de la mujer fueron encontrados gracias a la dueña del terreno, quien se percartó que la tierra había sido removida de una forma particular luego de que la pareja de la víctima, Víctor Chino Cjuro, le pidió hacer algunas modificaciones.
Las autoridades llegaron hasta la zona y levantaron el cuerpo. Los exámenes practicados al cadáver identificaron que la mujer perdió la vida luego de haber sido golpeada. Margarita dejó tres niños en orfandad, el menor tenía 4 años, quien permanece en custodia el presunto feminicida por ser su primogénito. Los otros dos pequeños tienen 11 y 8 años, y se han quedado solos.
Dicho miércoles también se registró el crimen de Ingrid (22), habría muerto en manos de Fermín Sanca (25), Michel Gersi y otra persona más cuya identificación aún no se conoce. Su cuerpo fue encontrado sin vida y con signos de violencia física. Los exámenes practicados revelaron que murió ahorcada.
Aquel día, Perú registró uno de sus días más oscuros en lo que concierne a cifras de violencia de género. Tres mujeres fueron víctimas de feminicidio en menos de 24 horas. Dos de estos crímenes se cometieron en la región sureña.
Arequipa: violencia y vulnerabilidad
Arequipa es la segunda región a nivel nacional con mayor incidencia de violencia de género, así lo confirmó la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Nancy Tolentino. “El año pasado registramos 130 casos [en todo el país] y hay una cifra semejante de tentativas. Las cifras siguen en aumento porque somos una sociedad que tolera la violencia”, agregó.
El número de denuncias de distintos tipos de violencia en el departamento es alarmante. El MIMP ha recibido 1243 casos de violencia sexual contra mujeres de todas las edades desde enero hasta junio del presente año, además de atendieron 2 mil 884 casos de violencia física y 4 mil 189 de violencia psicológica.
Para Diana Portal, adjunta para los Derechos de la Mujer de la Defensoría del Pueblo, esta situación está relacionada al machismo que está impregnado en la sociedad peruana, el cual conduce a los hombres a minimizar el valor de la mujer a tal punto de considerar que puede acabar con esta cuando la víctima busca decidir por sí misma.
“Arequipa es una región con altos índices de violencia. Esto es muestra de cómo está funcionando nuestro sistema estructural, se enmarca también en la respuesta de acceso a justicia que está teniendo nuestro país y allí tiene que ver la desconfianza en la denuncia. Las mujeres siguen falleciendo, siguen siendo afectadas en su integridad y no hay una respuesta rápida y oportuna, pero esta problemática también tiene que ver con contextos culturales: el machismo y los estereotipos”, explicó a Infobae Perú.
La experta indicó que la respuesta de las autoridades y del sistema de justicia para priorizar los casos con nivel de riesgo severo. Por ejemplo, Portal comunicó que a lo largo del país solo se cuenta con 8 distritos judiciales especializados en violencia contra la mujer, lo cual evidencia un problema de parte del gobierno en materia de presupuesto para la atención de casos de violencia a población vulnerable.
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