Japón, la tierra del sol naciente, es conocida por su industria del entretenimiento, comida y atractivos turísticos, pero también por las artes marciales que se crearon en la isla y que hoy se difunden por todos los rincones del planeta. La exposición “Do: en camino a la virtud” no solo busca sumar nuevos practicantes a las distintas disciplinas, sino también desbaratar algunos mitos construidos en torno a lo que es una forma de vida.
El Karate es quizás el arte marcial más reconocido en occidente gracias como “Karate Kid”, protagonizada por Pat Morita y su spin-off “Cobra Kai”. Estas han inmortalizado en la mente de millones la llamada técnica de ‘La grulla’ y la idea de que la principal función de esta disciplina es protagonizar combate y ganar medallas en los torneos. Sin embargo, este arte, junto a las otras decenas de disciplinas, apuntan hacia otro objetivo.
Claudio Kurita, director de eventos y operaciones de Japan House Sao Paulo, conversó con Infobae Perú a partir de la inauguración de “Do: en camino a la virtud”. Compartió su experiencia como karateka desde sus años de infancia y recordó que buena parte de las artes marciales, llevan en su nombre el carácter Do (camino) como referencia al hecho de que la práctica de las mismas suponen un largo recorrido que toma una vida entera completarla.
“Mis hermanos y yo practicábamos Karate y de todos siempre el fui el peor. Como niño me motivaba la idea de competir en torneos y ganar, así que entrenábamos mucho. Semanas antes de la competencia, practicábamos hasta agotarnos pensando que el contrincante hacía lo mismo. Nos motivaba la idea de que debíamos estar listos para el día de la pelea”, cuenta Kurita sobre sus recuerdos de infancia y juventud.
Las victorias le regalaron memorables momentos, pero las derrotas dejaron en él enseñanzas que aún lo acompañan y guían. “Ganar y perder, me enseñó la importancia de respetar al adversario. Siempre había que entrenar más y más porque alguien más estaba haciendo lo mismo y esto ya se haya salido victorioso de un encuentro o me haya topado con la derrota”, agregó.
Kurita asegura que, de no haber tenido a las artes marciales de su lado, hoy tendría menos control emocional. Dicha virtud sería compartida por cientos de otros artistas marciales que, a diferencia de la creencia popular, “son los primeros en negarse a pelear”. Estos cuentan con la formación necesaria para enfrentarse a escenarios violentos, pero este recurso será empleado luego de agotar todas las vías posibles.
Artistas olímpicos
La llegada de las artes marciales a los Juegos Olímpicos continúa siendo una acalorada discusión entre aquellos que practican las disciplinas nacidas en Japón. Muchos temen que el principal objetivo de los artistas sea prepararse el físico para las competencias programadas cada cuatro años en lugar de equiparar su entrenamiento con la formación mental y emocional, tal como se ha fomentado durante siglos.
Desde Japan House, aseguran que la llegada del Judo y Karate a la cancha olímpica ha permitido la popularización de cada arte, así como el aumento de apoyo hacia aquellos que lo practican. Este sería uno de los primeros pasos para lograr la profesionalización de los deportistas y así apostar por la formación de nuevos practicantes, incluidos aquellos que harán del arte una forma de vida y los que se enfocarán en ese aspecto competitivo.
“Así como el fútbol en Latinoamérica, existe una enorme afición y amor por el deporte, pero no todos llegan a ser competidores de élite. Aun así, pequeños, grandes, hombres y mujeres lo practican porque lo disfrutan, porque les ofrece algo que otra actividad no podría, porque los une”, indica Kurita para señalar que un escenario similar se viviría en caso otras artes marciales lleguen a la arena olímpica.
Otras disciplinas
Además del Karate y Judo, Japón cuenta con otras artes marciales que son practicadas dentro y fuera de la isla. En el Perú, gracias a la llegada de migrantes japoneses hace más de un siglo, se han difundido otras disciplina que, aunque a paso lento, ha sabido llegar a la vida de miles de locales que ahora representan al país en competencias internacionales o han hecho de cada arte parte de su vida.
Kendo
También conocido como ‘Camino de la espada’ es conocido por tener sus orígenes en las prácticas samurái. Es considerado el heredero directo de históricas escuelas marciales japonesas que entrenaron a legendarios guerreros de la era medieval nipona. Hoy, además de ser practicado por millones de personas en el mundo, es el centro de competencias, siendo las principales del Torneo Mundial de Kendo y el Campeonato de Kendo de Japón.
Su llegada al Perú data de las primeras embarcaciones que trajeron a los migrantes japoneses. Entre sus pertenencias se han hallado armaduras de Kendo y se sabe que su difusión se realizó, en un inicio, a través de las escuelas japonesas. En la actualidad, más de una decena de dojos (centro de práctica) difunden el arte bajo la dirección de la Federación Deportiva Nacional de Kendo del Perú (FDNKP).
Aikido
El ‘Camino de la unión con la energía’ es un arte marcial tradicional moderno del Japón porque fue desarrollado a inicios del S. XX, pero se inspira en antiguas artes marciales desarrolladas por siglos en la isla. Se caracteriza por el control de la fuerza del oponente para la autodefensa. Entre sus principales exponentes en occidente, destaca el actor Steven Seagal que logró el grado de 7° Dan.
Otras artes marciales nacidas en el Japón y difundidas en el Perú son el Iaido, conocido por el uso de sables de acero. Se practica de manera individual en forma de ‘kata’, representando la manera de enfrentar una situación o un ataque. “Permanecer en armonía con uno mismo, estar atento y buscar el equilibrio con el entorno, son parte de la esencia de este arte marcial”, señala la Asociación Peruano Japonesa.
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“Do: en camino a la virtud” se presenta en el Circuito Mágico del Agua del Parque de la Reserva hasta el domingo 6 de agosto.
Todos los fines de semana contará con demostraciones de artes marciales desde las 4:00 p.m. hasta las 5:30 p.m.
Las entradas generales se pueden adquirir por la puerta N°. 9.