Con la llegada de Francisco Pizarro, Diego de Almagro y las tropas españolas, el Tahuantinsuyo fue un territorio dominado por los europeos, en el siglo XVI. El 26 de julio de 1533, con la muerte de Atahualpa empezó la conquista española y la fundación del Perú. El conquistador decidió utilizar un inca “títere” como Túpac Hualpa y continuaron con diferentes gobernantes que apoyaban a los ibéricos, entre los que se encontraba Manco Inca. Y entre conquistas de otras ciudades del Perú y el saqueo de las riquezas los europeos empezaron a tener conflictos entre ellos.
La corona española nombró a Pizarro gobernador de las tierras que había conquistado. La primera ciudad que fue propuesta como capital fue Jauja, pero su lejanía del mar y su latitud hizo cambiar su parecer hasta que escuchó hablar del maravilloso río Rímac. Es por ello, que el 18 de enero de 1535 se establece con el nombre de la “Ciudad de los Reyes”. Siete años después, en medio de conflictos internos y guerras entre españoles y peruanos, la corona de España decidió implementar el “flamante” Virreinato. Este sistema político-administrativo fue proclamado en 1542 por el rey Carlos I de España. Dos años más tarde, la ciudad de Lima fue nombrada sede el gobierno virreinal y acogió el 15 de mayo de 1544 al primer virrey del Perú, Blasco Nuñez de Vela.
Para 1600, los españoles tenían dominados a la población indígena con un nuevo sistema mercantilista que se implementó gracias a la explotación de las minas de Potosí. Para los virreyes no fue sencillo gobernar el país y las audiencias establecidas en América del Sur: Panamá, Bogotá, Quito, Lima, Charcas, Santiago de Chile y Buenos Aires. Tras el paso de dieciocho virreyes en la historia del Perú, llegó a Lima, Pedro Antonio Fernández de Castro X, esposo de Ana Francisca de Borja y Doria.
En 1667 la reina Mariana de Austria, madre, regente y gobernadora asume durante la minoría de edad del rey de España Carlos II. Perú se encontraba en una lamentable situación de corrupción y dejadez, un lugar donde los funcionarios solo veían por su propio interés: regresar ricos a España.
La única virreina del Perú
Ana Francisca de Borja, condesa de Lemos, fue la primera virreina del Perú, nombrada por su marido con el poder que le fue otorgado por los poderes de la regente de España, Mariana de Austria, en nombre de su hijo Carlos II. Mientras él apaciguaba una sublevación en la región de Puno.
En el documento de nombramiento de virreina se lee: “Elijo y nombro a la excelentísima señora condesa de Lemos, mi mujer, para que en mi nombre y representando mi propia persona resuelva y determine todos los negocios y causas de gobierno y guerra con la misma facultad que yo lo puedo, y debe hacer sin limitación alguna; y le doy el poder necesario y comisión en bastante forma y conjuntamente para que pueda disponer y determinar cualquiera duda e litigio que se ofreciera entre los ministros de su Real Audiencia y la que yo puedo como presidente de ella; y mis asesores y el auditor general de la guerra asistirán a los despachos según y de la suerte que hoy proceden. Y para ello se despachará provisión de forma. Los Reyes, 30 de mayo de 1668.El Conde de Lemos”.
El 7 de junio de 1668 asume el cargo oficialmente como gobernadora del virreinato del Perú a sus 28 años y estando embarazada. Entre sus tareas como gobernadora del Perú ejerció enteramente la audiencia real, tomaba decisiones y emitía bandos decretos.
En su corto mandato, de 145 días, tuvo que hacerle frente al pirata inglés Henry Morgan para proteger las ciudades del istmo de Panamá debido al ataque y destrucción de la ciudad de Portobelo en agosto de 1668.
La estrategia de la virreina del Perú fue enviar abastecimiento y pertrechos de guerra, dando la orden de atacar a los piratas. Además, de frenar posibles nuevos ataques en otros puertos como el de Callao, ofreciendo mayor seguridad y neutraliza eficazmente el asedio de piratas y corsarios, hasta el 3 de noviembre.
Tras la excelente gestión de la virreina del Perú, la reina regente le envió una carta manuscrita felicitándolo: “Condesa, me ha dado mucho gusto todos los buenos efectos que han resultado de ello; de lo cual quedó con toda satisfacción.”
Así como tuvo un excelente gobierno en el Perú, también apoyó la consecución de la canonización de Santa Rosa de Lima, la cual fue beatificada el 12 de febrero de 1668,celebrándose de manera oficial en el virreinato, el 15 de abril de 1668.
Historia de la Vida de Ana Francisca de Borja y Doria en España
Nació en Gandía el 22 de abril de 1640 en una familia noble. Sus padres fueron Francisco Pascual de Borja y Aragón y Centelles, VIII duque de Gandía y su madre fue Artemisa María Ana Teresa Gertrudis Doria Colonna, princesa de Doria de Melfi. Ana Francisca de Borja no estaba ajena a la historia del Perú, pues su tío abuelo ya había sido virrey del Perú.
Se casó dos veces. Su primer esposo fue Enrique Enríquez Pimentel, marqués de Távara, que falleció el 29 de junio de 1663. Un año más tarde, en julio de 1664, Ana contrajo nupcias con su primo Pedro Antonio Fernandez de Castro, X conde de Lemos. Del matrimonio nacieron seis hijos, tres en España y tres en Lima.
María Alberta Fernández de Castro Portugal Borja (1665-1706), —que se casó con Manuel López de Zúñiga y Sarmiento de Silva, X duque de Béjar, marqués de Gibraleón, XIII conde de Belalcázar—, Francisco Ginés Fernando Ruiz de Castro Portugal y Borja (que fue XI conde de Lemos), Salvador Francisco, Rosa Francisca, Lucrecia y Francisco Ignacio.
Al fallecer su esposo en 1972 se mantuvo en Lima durante tres años más hasta la finalización del juicio de residencia del gobierno de Pedro Antonio Fernandez de Castro, X conde de Lemos y el de ella, tal cual se hace al finalizar el ejercicio de un funcionario público . En 1975 parte del puerto del Callao con los restos de su esposo y sus hijos.
Al llegar a España, se encargó de administrar la casa Condal de Lemos, como regente de su hijo Ginés Miguel, XI conde de Lemos, VIII marqués de Sarria, IX conde de Castro, X conde de Villalba, IX conde de Andrade y duque de Taurisano.
Participó en diversos eventos políticos hasta su muerte el 23 de septiembre de 1706 en Madrid. Sus restos se encuentran descansando en el convento de Santa Clara (conocido como “de las Clarisas de Monforte de Lemos”), a orillas del río Cabe, lugar donde se hallan sepultados los miembros de la Casa de Lemos; y en el que, actualmente, existe un museo de arte sacro.