Empezaron su empresa en el patio de su casa, escaparon del terrorismo y llegaron hasta Asia por una marca de gaseosas: el éxito de la familia Añaños

La transnacional AJE, fundada por la familia ayacuchana, cumple 35 años desde que revolucionó la industria de las bebidas no azucaradas en la década de los 80.

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Conoce la historia detrás del éxito del Grupo AJE. (Foto: Grupo AJE)
Conoce la historia detrás del éxito del Grupo AJE. (Foto: Grupo AJE)

Desde siempre los peruanos nos hemos caracterizado por nuestro ingenio y cómo este nos ha ayudado a afrontar las adversidades de la vida, que no son pocas. Hablar de nuestro país es también hablar de gente pujante que le da la cara a las más profundas crisis y, en medio de ellas, consigue salir adelante a golpe de esfuerzo y mucho sacrificio.

La familia Añaños es una muestra de este espíritu luchador que abunda en el Perú, ese que no se amilana ante la realidad que le toca vivir, por el contrario, la afronta con determinación. Es así como nace el Grupo AJE, y esta es su historia.

Los años 80: La cara más dura del terrorismo

Aunque el Perú se ha enfrentado a graves crisis a lo largo de su accidentada historia, pocas veces se recuerda hechos que hayan calado tanto en la dignidad nacional y sembrado tanto dolor y terror en toda una generación, como lo hizo la crisis ocasionada por el terrorismo.

Durante muchos años, el país se sumió en un ciclo de oscuridad que no parecía tener cuando acabar; por el contrario, con el pasar del tiempo el miedo iba ganando terreno e intensificándose. La violencia lo consumía todo; los sueños y esperanzas de la población se iban con las vidas que eran arrebatadas de forma constante.

Por aquellos días llovía sobre mojado para casi todos los peruanos, ya que hablar de la situación económica era casi tan deprimente como lo era el contexto social. No había a la vista una luz al final del túnel.

Así, inmersos en este panorama, esta historia se traslada hacia Ayacucho, una de las regiones más golpeadas por la ideología extremista que consumió al Perú en los años ochenta.

Allí vivían por esos días Eduardo y Mirtha Añaños, una pareja de agricultores que, como cualquier otra, realizaba sus actividades con normalidad bajo el despejado cielo de su natal San Miguel, provincia de La Mar, en Ayacucho. Junto a ellos, sus seis hijos, que en el seno familiar dedicaban sus días a labrar la tierra y cosechar el fruto que ésta les daba.

La familia Añaños, una historia de éxito.
La familia Añaños, una historia de éxito.

La violencia terrorista no tardó en azotar con fuerza la región; el nombre Sendero Luminoso ya no era ajeno a las conversaciones y titulares periodísticos. El miedo llenaba de incertidumbre a la población, especialmente en las zonas más alejadas de la capital, lo que llevó a miles de familias a dejar atrás todo lo que conocían para emprender un éxodo masivo en la búsqueda de salvaguardar sus vidas.

La familia Añaños llegó a Huamanga como muchas otras, posiblemente llena de tristeza, pero con una mochila rebosante de sueños.

Infobae Perú conversó con Jorge López-Dóriga, director global de Comunicación y Sostenibilidad del grupo AJE, quien compartió algunos detalles acerca de la labor actual de la multinacional, pero también habló de sus orígenes, que resaltan por lo arriesgado que era en aquellos días buscar oportunidades de crecimiento económico.

“Imagínate una empresa, una familia que empieza a crear un emprendimiento. O sea, en los años 80 podías decir, pero, ¿cómo se te ocurre crear empresa en Perú?”, comentó.

El inicio del grupo AJE

La familia Añaños culminó su travesía tras llegar a Huamanga, la capital ayacuchana, donde pronto notaron que la situación era bastante completa y una de sus principales consecuencias era el desabastecimiento de productos en la zona. Uno en particular llamó su atención debido a su alta demanda y escasez: las gaseosas.

Los habitantes de la zona se habían visto privados del consumo de este producto debido a los constantes ataques terroristas a los camiones que trasladaban la bebida carbonatada, provenientes de Lima.

Dicen que no hay que ser un experto en negocios o tener un título de especialista para detectar cuando hay una necesidad que cubrir en el mercado y un nicho en el que se puede incursionar, y así lo han demostrado los Añaños, quienes rápidamente supieron analizar la situación y buscar no solo una forma de solucionar el problema que aquejaba a los huamanguinos, sino una oportunidad de crecimiento que, sin saberlo, les cambiaría la vida para siempre.

“Es algo que siempre ha hecho AJE, donde los demás ven un problema, AJE ve una oportunidad. Porque, claro, tenían una opción cuando llegó el terrorismo, era irse a Lima o quedarse allá, y vieron que se habían abandonado las compañías de refrescos y de cerveza, y dijeron: aquí hay una oportunidad de crear bebidas”, manifestó López-Dóriga.

En poco tiempo la familia de emprendedores tomó la oportunidad que se les había presentado, y es así como un 23 de junio de 1988, gracias a un esfuerzo conjunto para conseguir e instalar sus primeras máquinas, iniciaron operaciones y vio la luz el primero de una larga lista de productos que vendrían en el futuro: la emblemática Kola Real.

Su agradable sabor cautivó el paladar de los ayacuchanos, quienes volvían a tener en sus mesas una gaseosa, pero esta vez con sabor a naranja; fruto de la resiliencia y el ingenio de una familia peruana que buscaba ir contra la corriente en medio de un panorama desolador.

“Siempre pensando en grande y rompiendo los paradigmas”, destacó López-Dóriga al recordar los inicios de la marca.

La producción de Kola Real empezó a realizarse en el pequeño patio de la casa familiar, lejos de toda la tecnología de la que hacían gala las enormes fábricas productoras de gaseosas. La casa de los Añaños se convirtió en el espacio donde se llevaba a cabo todos los procesos, incluyendo el embotellado y etiquetado.

La familia Añaños se encargó durante mucho tiempo de todo el proceso de producción de su emblemática Kola Real. (Foto: Grupo AJE)
La familia Añaños se encargó durante mucho tiempo de todo el proceso de producción de su emblemática Kola Real. (Foto: Grupo AJE)

La distribución también corría a cargo de la familia, que estaba totalmente enfocada en el proyecto que les devolvió la esperanza y, sin duda, regaló alegría a los ciudadanos ayacuchanos.

El éxito de Kola Real vino acompañado de la estrategia de “precio justo”, la cual era adecuada para los tiempos de austeridad que afrontaba el país y permitió que la marca tuviera mayor demanda, expandiéndose hacia provincias como Huancayo, Bagua y Sullana para el año 1991.

En cada uno de estos lugares se instalaron fábricas para seguir produciendo el producto estrella del todavía joven Grupo AJE, que seguía labrando su camino hacia el éxito.

Internacionalización

El abastecimiento del mercado nacional a través de Kola Real solo fue el punto de partida para la empresa, que durante su etapa de crecimiento se desenvolvió no solo en medio del terrorismo, sino que también estuvo inmersa en la recesión económica que el país arrastraba como producto de años de crisis y un caos político de larga data.

La empresa logró internacionalizarse en medio de un complicado contexto. (Foto: Grupo AJE)
La empresa logró internacionalizarse en medio de un complicado contexto. (Foto: Grupo AJE)

Pese a la coyuntura, en 1999, AJE apostó por iniciar un proceso de expansión más allá de las fronteras de nuestro país. Es así como llegaron a Venezuela y, al año siguiente, incursionaron en el mercado ecuatoriano.

“¿A quién se le iba a ocurrir en esos momentos, una empresa peruana convertirse en internacional? Y siempre cuento la anécdota que el primer país que fueron a ver, aunque no fue el primero en el que abrieron, fue Tailandia. Al otro lado del mundo, ¿cómo se le ocurre a una empresa peruana?”, dijo López-Dóriga a Infobae Perú.

En 2004, la marca dio un salto hacia Centroamérica, para llegar al año siguiente al continente asiático, específicamente a Tailandia, donde iniciaron operaciones. AJE no paró de crecer y llevó la calidad de sus productos hasta África en el año 2015, operando en Egipto y Nigeria.

La transnacional, que empezó con su emblemática gaseosa, creada a partir de una bebida sabor a naranja, también diversificó su oferta a través de los años, lanzando al mercado reconocidas marcas como Cielo, Oro, Big Cola, Sporade, Pulp, Cifrut, Volt, entre otras, que hasta hoy mantienen altos niveles de ventas y son las favoritas de un importante sector de la población.

También han sabido consolidar alianzas estratégicas y convertir algunos de sus productos en patrocinadores, como es el caso de Volt con el equipo francés Paris Saint-Germain Football Club (PSG).

La historia de éxito de AJE ha logrado cautivar la atención de propios y extraños. Jorge López-Dóriga, al ser consultado sobre el impacto que ha tenido en él las actividades que realiza en la empresa, explicó lo siguiente:

“Realmente, la historia de AJE inspira. Inspira a que se puede soñar en grande. Realmente esto es lo que me inspira a mí, que no puedes limitar tus sueños. Y que no puedes limitar tu pensamiento tampoco. Tienes que pensar en grande”.

Compromiso con el medio ambiente

La familia Añaños vivió gran parte de su vida en contacto con la naturaleza y esto ha impactado en la forma en la que han decidido llevar su propuesta de valor al mercado, por eso, en el año 2020 llegaría un cambio en la identidad visual de la marca.

Sin embargo, este cambio de rumbo hacia una visión más sostenible por parte de AJE, tiene sus inicios mucho antes.

“Esto arrancó en el 2015, cuando se formó el Departamento de Sostenibilidad. ¿Por qué? Porque los hermanos crecieron en pleno campo, crecieron en plena biodiversidad, y ellos cultivaban sus propios productos y los vendían en San Miguel, en el pueblo. Y el padre, Eduardo Añaños, y la madre, Mirtha, hacían ofrendas a la Pachamama cuando ponían las semillas. Entonces, aunque empezó en el 2015, esta conexión con la Pachamama está en su ADN de toda la vida, ¿no? [...] Ellos dijeron, oye, la Pachamama, la madre tierra, nos ha dado todo esto, ahora tenemos que, por lo menos, hacer algo para darle algo de vuelta”, sostuvo López-Dóriga.

El nuevo rumbo que adoptaron los llevó a plantear una forma diferente de hacer bebidas y dio paso a la creación de estrategias como Superfrutos que conservan el bosque, que busca poner en valor los recursos naturales, según explica López-Dóriga.

“Lo que queremos es convencer al mundo de que el bosque en pie tiene mucho más valor. El oro verde tiene más valor que el oro amarillo o el oro negro que está debajo. ¿Cómo? Poniendo en valor los superfrutos que nacen de esta Amazonía, y nosotros, como hacemos bebidas, crear una categoría de bebidas que haga jugos de super frutos amazónicos”, argumentó.

Agregó también que, para recolectar estos insumos, AJE trabaja directamente con las comunidades amazónicas:

“Nosotros les compramos a ellos los frutos que luego transformamos en bebidas. Firmamos convenios con cada uno de ellos a un precio justo y acordado con ellos permanente durante el año. Y esta es la clave de cómo transformar la economía, es integrar a las comunidades amazónicas, que son los verdaderos guardianes del bosque”, dijo.

En otro momento, dio a conocer el compromiso que tiene el Grupo AJE con la puesta en valor de la cultura de los países en los que tienen presencia.

“Tenemos distintos proyectos en Machu Picchu, en Nazca, con los acueductos, etc. En Borobudur, en Indonesia, Angkor en Camboya, Ayutthaya en Tailandia, Tikal y la selva, la biosfera maya en Nicaragua y muchos otros sitios”, sostuvo.

Una historia que continúa escribiéndose

Grupo AJE continúa con sus planes de expansión a futuro. (Foto: Grupo AJE)
Grupo AJE continúa con sus planes de expansión a futuro. (Foto: Grupo AJE)

Grupo AJE, el modesto negocio familiar que tuvo su origen en el patio de una casa en el corazón de Ayacucho, tiene, en la actualidad, presencia en 21 países y ha enfrentado cada desafío que se le ha presentado a lo largo de su historia.

También ha revolucionado su visión a futuro, apostando por una transformación de la industria de las bebidas y una revolución natural, que, como indicó Jorge López-Dóriga, tomará su tiempo. También se refirió al legado de la marca a 35 años de su creación.

“Creo que el legado son tres: primero, que los peruanos podemos soñar en grande, que podemos pensar en grande, y que cuanto más grande pienses, más cosas vas a conseguir. Segundo, que no hay reto que no se pueda convertir en una oportunidad. Y tercero, que desde Perú podemos liderar la revolución natural. Que nuestra ventaja competitiva es nuestra biodiversidad y que podemos ser un G7 de la biodiversidad. También considero que este es un mensaje para los emprendedores que ven esta historia y ven cómo va creciendo”, complementó.

La historia del Grupo Aje seguirá inspirando a miles de emprendedores que, como la familia Añaños, desde algún lugar recóndito del Perú, se mantienen aferrados a sus sueños y luchan para construir su camino al éxito.

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