La Marcha del Orgullo 2023, la más concurrida en dos décadas, movilizó a unos 50 mil asistentes el fin de semana pasado, pese a la imprevisión policial para desviar el tránsito y la negativa del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, para que la movilización concluya en la plaza San Martín.
Jorge Apolaya, uno de los promotores, declaró que la edición de este año “superó las expectativas y marcó un hito en la historia de la lucha por los derechos LGBTQ” gracias a la presencia de “activistas, organizaciones civiles, empresas comprometidas y personas aliadas de distintas regiones”.
Por primera vez en dos décadas, la marcha de la diversidad llegó a su término en la Alameda 28 de Julio, después de que la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) prohibiera el uso de la plaza San Martín bajo el argumento de “su polémica Ordenanza de Intangibilidad”.
Apolaya mencionó que, durante el recorrido, los efectivos abrieron el paso arbitrario de autos particulares y buses de transporte, sin prever que podría afectar a los asistentes. El excongresista Alberto de Belaúnde lo había denunciado en sus plataformas sociales el mismo día del evento.
“La policía está partiendo la Marcha del Orgullo, poniendo en peligro a los participantes, y rodeándolos de buses y carros”, tuiteó el exlegislador.
“Desde el colectivo Marcha del Orgullo mostramos nuestra preocupación frente a la no previsión por parte de la Policía y la Municipalidad para que la marcha pueda contar con un plan de desvíos, pese a que contábamos con una resolución otorgada por la Gerencia de Movilidad Urbana”, señaló Apolaya a la prensa.
Lamentó que la comuna haya avalado la intervención policial, pese a que sabía de “los cruces, intersecciones y garantías para el recorrido”; e invocó tener “mayor planificación” para el 2024, “ya que año a año la afluencia a la marcha crece”.
El activista había denunciado el mes pasado que la administración de López Aliaga —desaprobado con un 63% en el sector con menos ingresos, según Datum— desatendió dos solicitudes cursadas el 22 de marzo y el 4 de mayo para emplear uno de los principales emblemas del centro de Lima.
La dilación ya era vista como un rechazo anticipado, aunque la organización insistió hasta el final, según conoció Infobae Perú. Detrás de la burocracia para replicar la solicitud estaba también el conservadurismo de López Aliaga, un político contrario al feminismo y al enfoque de género.
La plaza San Martín se encuentra en una zona intangible para manifestaciones que pongan en “riesgo la seguridad y la salud pública” en el Centro Histórico, según una declaratoria de la Municipalidad elevada en febrero pasado, uno de los meses álgidos de las protestas antigubernamentales.
La medida, impulsada por el burgomaestre, generó críticas por parte de organizaciones que la consideran una afrenta al derecho a la reunión protegido por la Constitución.
La tradicional fiesta final en la plaza San Martínsolo solo se rompió en 2016, durante la segunda gestión de Luis Castañeda Lossio, quien dispuso que la movilización concluya en el Campo de Marte con los mismos argumentos. Precisamente, cuando asumió el cargo de Lima, el líder de Renovación Popular juró por dios y por el propio Castañeda.
Recientemente, la gestión de López Aliaga envió una carta notarial a Rolando Salazar, director del festival de cine LGBT OutfestPerú 2023, para exigir el retiro de la imagen de Santa Rosa de Lima con los colores de la diversidad.
La misiva fue cursada por Clara Moscoso, gerenta de Movilidad Urbana, quien declaró su “profunda indignación y preocupación [...] por el uso distorsionado de la imagen religiosa” que aparece en el afiche de este evento cultural y reivindicativo.
Devoto del Opus Dei, célibe y recurrente al uso del cilicio, el político había declarado esta semana que el afiche es “un insulto” que le resultaba irritante. “Es una barbaridad. Es como que pongan a mi madre ahí, con esa ridiculez [...] Como autoridad de Lima no estoy prohibiendo, sino pidiendo que lo retiren”, dijo.
Renovación Popular, la bancada que dirige, expresó de igual modo “su absoluto rechazo e indignación” y cuestionó que el evento haya recurrido a “la religiosidad” para “crear escándalo y lastimar la tradición religiosa”.
El propio director del festival, Rolando Salazar, señaló en El Comercio que “las religiones no son exclusivas para los heterosexuales”. Además, la figura de Santa Rosa no está patentada, “así que no creo que se cambie”, adelantó.