Aracely Quispe, la ingeniera peruana que coordinó el lanzamiento del telescopio James Webb —el más grande que se haya puesto fuera de la Tierra—, ha sido premiada este jueves por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), dos años después de que el instrumento fuera enviado a buscar las primeras estrellas que alumbraron el cosmos.
“Es un reconocimiento muy especial, destinado a un equipo de profesionales que dejó su huella mediante un evento trascendental”, tuiteó la ingeniera al recordar la misión que en diciembre de 2021 logró poner en órbita un telescopio que costó 10.000 millones de dólares, involucró a más de tres mil personas y tardó tres décadas en construirse.
“Mi motivación principal es inspirar a las nuevas generaciones de jóvenes que sueñan con ser parte de una de las futuras misiones espaciales más importantes del mundo, para que logren cumplir sus sueños. No existe sueño imposible cuando luchamos con perseverancia y determinación para alcanzarlo”, siguió.
Quispe nació en un distrito rural de Lambayeque donde no había electricidad, y en un país donde las desigualdades de género son bien marcadas y juegan en contra de los sueños, sobre todo los de magnitud astronómica. Su familia usaba lámparas de kerosene para iluminarse o, incluso, la luz de la luna.
Cuando tenía seis años y quedó huérfana de un progenitor que abandonó la casa, vio una retransmisión de la caminata de Neil Armstrong en la Luna. Quedó impactada y supo, desde entonces, que sería una mujer de ciencia.
“Siempre me han dicho que las carreras científicas y de ingeniería son para varones y, a veces, lo han hecho bajo la justificación de que las oportunidades laborales son limitadas si soy mujer. Ahora, mis alumnos y comunidad siguen aguantando esos comentarios por parte de amigos, la familia e, incluso, los mismos profesores”, dijo a Infobae Perú en julio del año pasado.
Una beca para practicar karate le abrió la puerta a Estados Unidos, donde viajó inicialmente a un torneo. Era una competidora superior. Una karatera de cinturón negro. Con ese respaldo deportivo, solicitó la residencia. Debió estudiar inglés durante más de un año antes de inscribirse a la carrera de Ingeniería Astronáutica. Acumuló destreza y conocimiento. Después se lanzó a tentar una pasantía en la agencia espacial estadounidense.
“Se aprecia más las cosas cuando se carece. No le vemos el valor a las cosas que se vuelven cotidianas y suponemos como obvias. Con el tiempo me di cuenta de que todo ello era necesario para hacerme madurar a muy corta edad. Hoy miro al pasado y abrazo cada situación que tuve que pasar para ser quien soy”, dijo a este medio.
“Mi mamá es una mujer que siempre se puso metas y que, finalmente, las logró. Mi abuela me ha transmitido mucha confianza y seguridad, me ha apoyado mentalmente y económicamente. Mi abuelo fue una figura paterna para mis hermanos y para mí. Él siempre fue muy amoroso con nosotros. Puedo decir que estuve rodeada de mucho amor”, siguió.
La ingeniera ha estado al frente de dos otras misiones para monitorear y estudiar las precipitaciones tropicales o la superifice lunar, ninguna se compara con la del telescopio James Webb, que a la fecha se encuentra a 1,6 millones de kilómetros de la Tierra, gira alrededor del sistema solar e incorpora una tecnología muy sofisticada capaz de observar los objetos más alejados del planeta.
El instrumento de observación más grande y potente fue fabricado en Estados Unidos para explorar las primeras edades del universo, la evolución de las galaxias y las características de los exoplanetas. Su diámetro es de 6,5 metros, tres veces el del Hubble.
“Es tan potente que es capaz de ver un abejorro a 380.000 km de distancia, es decir, la distancia entre la Tierra y la Luna“, explicó el cosmólogo John Mather, uno de los padres científicos de la misión que involucró a Quispe en la parte más crucial: instalarlo en el espacio.
Gracias a las imágenes captadas por el James Webb, un equipo internacional de investigadores ha descubierto últimamente que el universo primigenio —el más antiguo— alberga muchas más galaxias, mucho más brillantes y más pequeñas de lo esperado.