Desde sus inicios, la fiesta del Inti Raymi se concibió como una temporada de celebración, gozo y algarabía. Los pobladores del incanato se unían en un festín de danzas y sacrificios al dios Sol, con una jornada que duraba aproximadamente quince días, según narra en sus escritos el célebre cronista Inca Garcilaso de la Vega.
Hoy en día se ha convertido en Patrimonio Cultural de la Nación y un motivo de orgullo para todos los peruanos, así como una razón para recordar el legado Inca que corre por nuestras venas.
Sin embargo, no muchos saben que esta fiesta, que exhala con fuerza tradición y cultura, tuvo un largo y triste episodio de silencio.
¿Por qué se consideraba una fiesta pagana?
Corría el año 1572 y nuestro país era todavía una joven nación que experimentaba lo que hoy conocemos como la época del virreinato, instaurado por aquellos días por la Corona Española para mantener el orden y control dentro de sus recientemente conquistados territorios.
El incanato había dado ya sus últimos respiros para dar paso a este sistema de administración que tenía a los virreyes como el símbolo de autoridad.
Las costumbres milenarias de la población andina se vieron afectadas por esta nueva dinámica que los alejaba de sus tradiciones, entre ellas, el Inti Raymi, una de las más importantes.
El virrey en turno, Francisco de Toledo, velaba para mantener la costumbres católicas que habían llegado juntos con los barcos españoles algunos años antes. Naturalmente, una fiesta en honor al dios Sol no era algo que podía pasar por alto, por ello, terminó prohibiendo esta importante jornada por considerarla como una fiesta pagana, contraria a la religión.
Pese a esto, la población no estaba dispuesta a olvidar aquellas costumbres que los caracterizaban y los acercaban a sus ancestros y su cultura, por ello, muchos cusqueños hicieron caso omiso a esta orden y continuaron celebrando el Inti Raymi en secreto, tomando el riesgo de ser descubiertos y afrontar por su rebeldía diversos castigos e, incluso, la muerte.
Este evento cambió para siempre la forma en la que se celebraba el Inti Raymi.
Reivindicación histórica de la Fiesta del Sol
La fiesta y la algarabía no volvió a vestir de gala y color la ciudad imperial durante muchos años, donde imperó el silencio. No fue sino hasta el año 1944, cuando el escritor peruano Faustino Espinoza Navarro y el arqueólogo Humberto Vidal Unda, tomaron la decisión de traer de vuelta este importante festejo.
Para ello, Espinoza, miembro fundador de la Academia Peruana de la Lengua Quechua, dedicó sus esfuerzos a rescatar los Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega, donde se narraban algunos aspectos de la celebración, lo cual sirvió como la piedra angular sobre la que se compuso el primer guion para recrear el Inti Raymi.
Así, con Faustino Espinoza interpretando al Inca, se hizo después de muchos años la primera representación del Inti Raymi en Cusco, la cual se convirtió en una fiesta pública.
De esta forma se impulsó la reconstrucción histórica del Inti Raymi y con con ella la reivindicación de un legado ancestral.
El Inti Raymi en la actualidad
La tradición andina y el gozo de los pobladores del incanato han llegado a nuestros días gracias a esta representación, que hoy no solo es Patrimonio Cultural de la Nación, sino que se ha transformado en una fiesta que pone a nuestro país en los ojos del mundo y genera un impacto positivo en la economía nacional.
El territorio de Cusco brinda una amplia gama de experiencias cautivadoras para aquellos que se aventuran en este misterioso y encantador lugar. El Inti Raymi va más allá de ser simplemente una festividad; es un vínculo entre el pasado y el presente, una oportunidad excepcional para conectar con las raíces ancestrales de la cultura peruana. Te invita a maravillarte ante la magnificencia del sol, sumergiéndote en la esencia de una civilización perdida pero siempre presente en la memoria colectiva.
Miles de turistas nacionales y extranjeros que esperan participar y vivir la experiencia del Inti Raymi se darán cita en la ciudadela inca y serán parte de un poco de nuestra historia.