Hasta antes de ser señalada como líder de una organización criminal dedicada a estafas de gran escala, Pamela Cabanillas, de 19 años, vivía como cualquier chica de su edad. En octubre de 2022, saltó a las primeras planas de los diarios y su caso acaparó noticieros peruanos e internacionales. Cientos de personas cayeron víctimas de la “entrada clonada” en los conciertos de Daddy Yankee, Bad Bunny y Coldplay. Todos ellos mencionaron ante la policía su nombre para referirse a la culpable del engaño.
A más de siete meses de conocerse de las numerosas denuncias en su contra, la llamada Mommy Yankee regresa a suelo peruano extraditada desde España, el último país en el que se regufió luego de huir el año pasado para evitar ser detenida por las autoridades. La presunta cabecilla de los QR de la estafa retorna en medio de gran expectativa, tal vez mayor a cómo se fue, y con la revelación que tendría “cuatro meses de embarazo”.
En Perú debe cumplir una orden judicial en su contra de 18 meses de prisión preventiva que se le impuso en febrero de este año por pedido del Tercer Despacho Provincial de la Fiscalía Especializada en Ciberdelincuencia de Lima Centro. Luego de pasar el control de identidad y el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) asignarle el penal en el que será recluida, Cabanillas quedará tras los barrotes de una celda, mientras termina la investigación del Ministerio Público.
Su extradición es la entrada a la parte final de su sonado caso, al que catalogaron como una de las estafas más grandes de los últimos tiempos en nuestro país. En medio de las idas y vueltas de su proceso, Pamela sufrió el pasado 9 de marzo el fallecimiento de su padre, Juan Cabanillas Guerra, quien también -según la policía- habría estado involucrado en el engaño.
En las últimas semanas, como presintiendo que la caída de su hija estaba cerca, su madre, Cristina Sánchez Casana, negó estar al tanto de la estafa y pidió perdón a todos los afectados en su nombre. “Está mal, no tiene ni para comer. Si ella tuviera esa plata yo creo que estuviera bien allá, tuviéramos abogados, yo estuviera muy bien acá. Por favor, mi hija no es ninguna cabecilla, perdónennos por todo, por favor”, dijo la mujer, de 53 años, entre lágrimas.
En su momento, Pamela Cabanillas reconoció que estafó a un grupo de personas, pero negó que con ese ilícito haya amasado casi 2 millones de soles como deslizó la policía peruana. Detalló, además, que el monto que había sacado por timar a cientos de fanáticos de Bad Bunny, Daddy Yankee y Coldplay fue de “150 mil” y “ya se lo había gastado” en finos tragos, costosas zapatillas y ropa de marca.
Desde marzo de este año, aparentemente mejor asesorada en el aspecto legal, la joven empezó a cambiar su discurso y sumó en su defensa la supuesta presencia de alias el Gordo, quien -de acuerdo a su relato- sería el verdadero cabecilla de los QR de la estafa. “Me decían que si yo no vendía tantas entradas semanalmente, ellos iban a amenazar a mi familia”, dijo.
Para la policía, los hechos siguen siendo los mismos: en la cima de la estructura criminal se encuentra Pamela Cabanillas, la mente detrás de este este engaño a cientos de peruanos, quienes depositaron en ella no solo su confianza y su anhelo de escuchar tocar en vivo a su artista favorito, sino también su dinero.
A Cabanillas la procesan por los presuntos de estafa, suplantanción de identidad y falsificación de documentos, delitos que podrían llevarla a ser condenada hasta 17 años de cárcel. “A los que están hundidos, les juro que de ahí se sale”, fue una de sus últimas frases publicadas en redes sociales. Ya en manos de la justicia deberá repetírselo así misma.