La bicameralidad del Congreso costaría a los peruanos más de 500 millones de soles

La implementación de una cámara de senadores y otra de diputados es una opción que promueve la democracia en el país, pero, antes de pensar en una solución inmediata, es necesario que el país solucione ciertos problemas que enfrenta la clase política, según especialistas.

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Cámara de senadores en 1980.
Cámara de senadores en 1980. Lima, Perú. (Foto: GEC)

El Perú atraviesa una de sus crisis política más preocupantes de los últimos años. Todo parece haber iniciado en el 2016, cuando la oposición lideró el Congreso de la República y dio inicio a una serie de constantes enfrentamientos entre el Ejecutivo y Legislativo. A esto se sumó el indebido uso de la vacancia presidencial, que generó que en menos de siete años tengamos seis presidentes de la República. Para terminar con estos conflictos, la representación nacional impulsó una reforma política para instaurar de nuevo la bicameralidad.

La iniciativa legislativa apareció en un contexto de alto desprestigio de parte del Parlamento peruano, por lo que la propuesta no fue bien recibida. Cabe recordar que la desaprobación hacia este poder del Estado alcanzó uno de sus niveles más bajos en febrero del presente año. Una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) reveló que apenas el 6% de encuestados se mostraba a favor del desempeño del Congreso.

Hablar del bajo respaldo social al Legislativo implica tomar en cuenta cientos de motivos que este poder del Estado le ha dado a la ciudadanía para que lo rechace. Sin embargo, podemos rescatar las causales más evidentes: las polémicas leyes promovidas por los ‘padres de la patria’, los grandes lujos de los parlamentarios que implica una significativa inversión del presupuesto público y los escándalos de corrupción promovidos por el interés de velar por sus intereses particulares.

Congreso de la República aprueba
Congreso de la República aprueba reforma constitucional para restablecer la bicameralidad, pero la decisión final recaerá en un referéndum (Andina)

Por los motivos referidos, la opción de retomar la bicameralidad en el país fue muy criticada unos, pero también muy respaldada por otros. Algunos expertos aseguraban que la instauración de dos cámaras podía garantizar un mejor debate parlamentario y, por ende, mejores leyes; mientras que otros afirmaban que esta iniciativa serviría como una excusa para que los congresistas continúen aferrándose a un puesto dentro del aparato estatal.

Infobae Perú se comunicó con expertos en temas constitucionales y políticos, quienes brindaron su opinión sobre los efectos de la bicameralidad en el sistema político del país.

La mejora viene luego

Para el abogado constitucionalista Javier Albán, retomar la bicameralidad es una buena opción. Según explicó a este medio, la instauración de cámara alta y baja podría ayudar a solucionar algunos problemas específicos que enfrenta el Parlamento peruano. Uno de ellos es la falta de debate y análisis político para la aprobación de proyectos de ley.

“Hay leyes que se aprueban muy rápido. Algunas se aprueban sin deliberación, sin pasar por comisión, sin pasar por doble votación, cuando todas las leyes deberían ser votadas dos veces en el Pleno. Sin embargo, cuando un Estado tiene dos cámaras, el debate no se vuelve dependiente de la voluntad de los congresistas, sino que obligatoriamente tendrás que debatir más porque al terminar una votación habrá un plazo para notificar a la otra cámara y esta la volverá a discutir”, detalló.

El segundo problema que podría ayudar a resolver es la representación. De acuerdo al también politólogo, el Congreso de la República debería ser la entidad que representa a la mayoría de peruanos, pero esto no es así y las encuestas de opinión lo confirman. Por ejemplo, si se coloca un peso regional en el Senado ya se está brindando más importancia a la representación de las distintas regiones.

Norma Yarrow expuso la denuncia
Norma Yarrow expuso la denuncia constitucional contra "Los Niños" de Acción Popular

Albán comentó que el número de congresistas es aún pequeño para la cantidad de personas que viven en el país, por lo que ampliar el número de la representación nacional podría ayudar a que exista más posibilidades de que la población peruana se sienta identificada con un congresista o un grupo de congresistas que pertenece a alguna de las dos cámaras.

El especialista señaló que otro de los problemas que podría atender la bicameralidad son los desacuerdos para la elección de autoridades. En el Legislativo ocurre que muchas veces los ‘padres de la patria’ no llegan a ponerse de acuerdo en ciertas decisiones, como la designación de autoridades para entidades estatales importantes.

“Si uno divide las funciones y al Senado le encargas la elección y ratificación de autoridades, y la cámara de diputados se encarga de promover proyectos de ley, entonces impulsas una mejor especialización y eso podría impedir los problemas de desacuerdos”, indicó.

No obstante, el experto en materia política enfatizó que la bicameralidad como sistema no es una solución inmediata a todos los problemas que enfrenta la clase política en el país, sino que podría considerarse como una alternativa para atacar algunos defectos del Poder Legislativo. “La bicameralidad por sí sola no va a cambiar la democracia, pero sí tiene algunas cosas que nos podría ayudar a avanzar en el camino adecuado”, precisó.

Aún no es tiempo

Alonso Cárdenas, especialista en Ciencias Políticas, también está de acuerdo con un sistema bicameral. En comunicación con Infobae Perú, el también docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM) detalló que es una medida positiva porque promueve la estabilidad de un régimen democrático. No obstante, indicó que la falta de conformación de partidos políticos en el país impide que este se encuentre preparado para la instauración de dos cámaras.

Comisión de Constitución aprobó dictamen
Comisión de Constitución aprobó dictamen que busca evitar el trasnfugismo parlamentario.

“En las actuales circunstancias, pensar en retomar la bicameralidad es un error porque no se puede tener un parlamento, con una cámara de diputados y otra de senadores, si antes no hay un sistema de partidos que alimente esas cámaras. Y en el Perú no hay sistema de partidos, lo que hay es vientres de alquiler, compra y venta de votos, y todo una problemática que ha aniquilado el sistema de partidos”, explicó.

De acuerdo con el miembro de la Escuela de Ciencia Política de la UARM, sin un sistema de partidos, la cámara alta y baja podría deslegitimar aún más el sistema democrático, pues la crisis de la representación política se origina en la contaminación de las instituciones públicas.

“Si vamos a crear una nueva institución, en este caso el Senado, con los actuales problemas de improvisación, entonces es una batalla perdida. Tiene que haber un cambio total en la representación política del país para pensar en un Senado porque actualmente la percepción es que se está creando una nueva cámara para que los congresistas accedan a la reelección y continúen en el poder”, dijo.

El politólogo recordó que una de las situaciones que refleja que el país aún no está preparado para la bicameralidad es lo que sucedió en el 2018, cuando, mediante un referéndum, el 90% de la población se mostró en contra de la instauración de una cámara de diputados y otra de senadores porque tenía un alto nivel de desaprobación como para incrementar su tamaño. “Para esas fechas, el Congreso estaba tan desprestigiado que abrumadoramente la ciudadanía rechazó esta posibilidad”, sostuvo.

Estas fueron las cuatro reformas
Estas fueron las cuatro reformas constitucionales que fueron puestas a referéndum en el 2018. (Ministerio de Relaciones Exteriores)

“Esto ya no es un problema coyuntural, no se trata de personas, sino del sistema. La crisis de representación en el Perú no se basa en la congresista Alva, la congresista Barbarán o algún congresista que haya estado antes, sino que es un problema mucho más profundo”, agregó.

Según el experto, mientras no se aborde la crisis que enfrenta el sistema de partidos en el país como un problema estructural, el desprestigio de las instituciones del Estado, la falta de empatía de las autoridades y el debilitamiento de la democracia continuará.

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