Era 2016 y Keiko Fujimori, lideresa de Fuerza Popular, se aprestaba a enfrentar una nueva derrota electoral. Poco antes de la segunda vuelta, la política buscó aliados con una estrategia populista: apuntó a un grupo ultraconservador que incluía a José Luis Linares, el pastor acusado de pedofilia por su hija el último miércoles.
En mayo de aquel año, Fujimori acudió a un evento en el que, rodeada de radicales religiosos, firmó un compromiso que concluyó con su promesa de oponerse al aborto y los derechos de la comunidad LGBTI, como la unión civil, el matrimonio igualitario y la adopción homoparental.
La cita fue convocada por la Coordinadora Cívica Cristiana Provalores, una facción de pastores políticos al mando de Alberto Santana, y contó con la participación de Linares, presidente del Movimiento Internacional Pro familia Provida y afín al movimiento Con mis hijos no te metas, aun cuando este grupo lo niega.
El acusado de violar sistemáticamente a su hija durante ocho años se ubicó entonces justo al lado de Fujimori, según imágenes difundidas por Epicentro TV. Fue un cuadro similar al 2011, cuando la política postuló por primera vez a la presidencia y tendió alianza con el Movimiento Misionero Mundial.
Linares ha sido un activo correligionario del partido de Fujimori, quien estuvo en prisión preventiva en dos ocasiones acusada de lavado de activos, un delito en torno al caso Cócteles por presuntos aportes ilícitos en las campañas electorales de 2011 y 2016.
Se dejó ver en un acto proselitista junto con la exlegisladora Luisa María Cuculiza y posteriormente se unió a las manifestaciones que exigían la libertad de la lideresa naranja frente a la cárcel de Santa Mónica. En 2013, una década antes de que su hija denunciara que fue forzada a gestar en dos ocasiones a raíz de estos abusos, el pastor fue denunciado por pedofilia contra una menor que ahora vive fuera del país.
Según Hildebrandt en sus trece, el delito fue cometido en 1991, cuando integraba la Iglesia Evangélica Aposento de Dios. El mismo año en que se difundió este caso, Linares promovió la revocatoria contra Susana Villarán, exburgomaestre de Lima, y en 2018 enarboló la campaña de Julio Gagó, exparlamentario fujimorista que postuló al sillón municipal por el partido Avanza País.
De igual modo, participó en la Coordinadora Republicana, una coalición que este jueves “deslindó” todo vínculo hasta que “la justicia [lo] revise y sentencie”, pese a que tiene otro historial de denuncias —por estafa, extorsión y defraudación— que prescribieron o fueron archivadas.
La reciente acusación, difundida en ATV, también implica al hermano del pastor, Robert Linares. Según la sobreviviente, que no tuvo acceso al aborto terapéutico, dio a luz dos veces, cuando tenía 12 y 16 años. Fue sometida y secuestrada, y desertó del colegio en segundo de primaria.
“No solamente me violó, me pegaba de una manera brutal como si fuera un animal”, dijo la víctima, quien decidió dar un paso crucial hacia la búsqueda de justicia al entablar un proceso en la comisaría de Villa El Salvador. “Me cuesta decirlo porque no lo he hablado. He tenido que recibir terapia psicológica y psiquiátrica. Los abusos se daban en los viajes que hacíamos porque éramos solamente él y yo, o en la bañera y en el cuarto”, narró.
De momento, la ultraderecha evangélica ha negado al pastor. El movimiento Con mis hijos no te metas rechazó tenerlo entre sus filas como portavoz, aunque desde mayo de 2019, Linares tiene un post en Facebook en el que se autofelicita de la creación de esa campaña, según halló Wayka.
“Miserable quienes abusan y violan a las niñas y también quienes venden discursos moralistas para negar que estamos ante un país de violadores e hipócritamente hablan del derecho a la vida cuando no les interesa ni la vida ni la dignidad de niñas violadas y les imponen embarazos”, tuiteó la legisladora Ruth Luque.
Linares, con paradero desconocido, difundió un clip en 2021 donde declaraba una eventual huida de la justicia. “Estoy acá en la frontera de Ecuador. Hay muchas pistas de ingreso, puentes clandestinos que uno puede ir y luego asilarme”, se le escucha decir desde la línea fronteriza.