Ronna Rísquez debe ser una de las personas que más sabe del Tren de Aragua y su funcionamiento. No en vano ingresó, haciéndose pasar por familiar de un recluso, a la prisión de Tocorón, en Venezuela, que es considerada por las autoridades policiales como la “base de operaciones” de la temida banda criminal.
En este recinto carcelario, según la periodista venezolana, se encuentra el “jefe máximo” de la organización: Héctor Rusthenford Guerrero Flores, alias ‘Niño Guerrero’, quien ve al Perú y otros países de Latinoamérica como plazas para seguir expandiendo sus tentáculos delictivos. Sus operaciones preferidas son la explotación sexual, la extorsión y el tráfico de drogas.
Ante esta preocupante situación, para la ciudadanía en general y las autoridades, Infobae Perú entrevistó a la experimentada mujer de prensa, autora del libro que habla exclusivamente sobre el Tren de Aragua, para dar una rápida mirada a las entrañas de la estructura criminal.
¿Por qué se define al Tren de Aragua como un grupo criminal multipropósito?
Tiene distintas actividades a las que se dedica. No tiene un solo objetivo como los carteles mexicanos o colombianos o el mismo PCC (Primeiro Comando da Capital) que tienen una sola actividad que es fundamental: el tráfico transnacional de droga. En el caso del Tren de Aragua, tienen muchas actividades importantes para la organización por las rentas (dinero) que le generan. Esto los hace tener un amplio portafolio de delitos. No dependen de uno solo y es una fortaleza para ellos. Como cuando te dicen no pongas todos los huevos en una sola canasta. De alguna manera, aplican esto.
¿Cómo es que el Tren de Aragua se ha expandido a, por lo menos, ocho países de Latinoamérica?
Hay dos cosas: una la expansión y la otra lo que se considera una especie de marca criminal, la marca Tren de Aragua, que se ha popularizado. En buena parte por las acciones y la expansión de la organización criminal, pero también por la visibilidad que se le ha dado en algunos países al intentar criminalizar a través de este grupo a la migración venezolana. Entonces, hay que tener eso claro. Incluso, una vez que se hicieron más o menos conocidos empezaron a surgir imitadores. Hay bandas en distintos países que dicen ser el Tren de Aragua, pero no tienen acento venezolano ni se expresan como uno. No significa que no puede haber miembros del Tren que no sean de otros países, pero no es común.
Y con respecto a la expansión…
Tiene varias motivaciones. Recordemos que Venezuela está atravesando desde antes de 2017 algo que los expertos han llamado emergencia humanitaria compleja. La gente se está muriendo de hambre, no tiene trabajo y están sin acceso a la salud. Toda esta situación es lo que ha empujado, además de una crisis política, a lo que hemos visto: la gran migración de venezolanos en busca de refugio y oportunidades en otros países de la región. Si la situación en la calle era dramática, te podrás imaginar cómo sería para un privado de libertad. Eso de alguna manera fue uno de los impulsos para la expansión del Tren de Aragua.
Es cierto que acá en Perú algunas bandas criminales usan el nombre del Tren de Aragua y es porque mencionarlos genera terror. ¿Qué piensa del sello de violencia de esta banda?
Lo que ocurre es lo siguiente. El Tren de Aragua no es grupo que prefiera recurrir a la violencia y ser sanguinario porque sea su naturaleza. En realidad, es una cosa instrumental, utilizan la violencia para enviar un mensaje a sus posibles enemigos. Por eso de que graben lo que hacen. Si ellos pudieran llegar a los sitios y negociar eso es su escenario ideal, porque su objetivo principal no es la violencia, sino sus negocios. Obviamente, cometen algunos crímenes de la manera más terrible, pero no son como una especie de ejército que está dispuesto a morir en una batalla. No, no, ellos buscan la negociación, siempre.
Es parte de esta de estigmatización a la delincuencia venezolana, ¿no?
Claro, sí, porque muchas veces cuando me dicen: “eso nunca se había visto aquí”. Yo digo, bueno, ya va. Hay una cosa que debemos tener claro… aquí hay un error que, a veces, hemos cometido los periodistas: estigmatizar la violencia de otros países. Cuando se escucha vamos a “mexicanizarnos” o nos estamos “colombianizando”. Todos los países son capaces de producir su propia violencia. Entonces no pensemos que porque llegaron unos venezolanos es que van a pasar cosas que nunca han pasado. Y lo otro que tenemos que ver con mucho cuidado, es el tema del crimen organizado, su expansión y crecimiento en la región, pero no solo del Tren de Aragua, sino de todas las organizaciones que operan. El crimen organizado no tiene nacionalidad ni frontera.
Centrándonos un poco más en su investigación, podría darnos alcances de cuál es la estructura del Tren de Aragua
Tienen tres jefes en la prisión de Tocorón, donde es su base de operaciones. Luego tienen a sus lugartenientes que también tienen un poder y pueden ser líderes en distintos territorios y una especie de tropa que no es necesariamente militarizada, sino más bien para hacer trabajos de seguimiento, seguridad y, cuando toque hacerlo, sicariato. Es una combinación. Y, además de eso, cuando se trata de la expansión, recurren al hecho que la mayoría de sus miembros son personas que han estado en esa prisión. Salen y no tienen en qué trabajar y de qué vivir, y eso lo capitaliza el Tren de Aragua. Los contacta y les ofrece plazas. Si quieres irte a Perú y controlar una plaza de prostitución, microtráfico y extorsión, por ejemplo.
Lo último que menciona me hace pensar en la explotación sexual que ha tomado mucha notoriedad en el Perú. ¿Qué nos puede decir de esto?
Es uno de los delitos más importantes que maneja el Tren de Aragua en Perú, Chile y Colombia. Se ha identificado a este último país como la base para la organización de las niñas, adolescentes y mujeres que son captadas para luego ser repartidas por varios países de América Latina para la explotación sexual. Aprovechan la desesperación de las mujeres de Venezuela que quieren migrar, pero no tienen recursos. Les ofrecen pagarles el viaje a cambio de que ellas les cancelen con trabajo sexual. Luego que están en el sitio al que las llevan, les cambian las reglas y estas chicas quedan esclavizadas, porque, aunque hacen lo acordado, nunca terminan de pagar la supuesta deuda del viaje. Es esa la forma en la que operan. La mayoría de mujeres que están llevando a Perú y a Chile son principalmente venezolanas y colombianas.
¿Qué importancia tiene la figura del ‘Niño’ Guerrero en el Tren de Aragua?
Es el número uno de la banda criminal. Son tres en realidad (dentro de Tocorón), pero quien opera básicamente todo lo que tiene que ver con el Tren de Aragua y su expansión es él. Es el jefe máximo. Uno de los creadores y jefes desde el 2014, cuando nace la organización con el nombre Tren de Aragua.
¿Qué es lo último que se sabe de la situación legal del ‘Niño’?
Según documentos legales, que no sabemos si son los únicos que hay o se ha realizado algún cambio, porque son documentos de difícil acceso, cuando sacabas la cuenta de su condena ya le tocaba salir a finales del año pasado. Sin embargo, la última información que tuve es que sigue en la prisión de Tocorón.
¿El Tren de Aragua tiene alguna banda archirrival?
No, para nada. Generalmente en las pocas ocasiones que ha tenido algún tipo de rivalidad con bandas criminales terminan buscando acuerdos y no necesariamente actúan juntos, pero mantienen algunos tipos de pactos como de no agresión. Ya lo decía, ellos siempre buscan la negociación y no el enfrentamiento.
¿Cuál ha sido el rol de la mujer en la banda?
El rol de la mujer ha sido muy importante en el Tren de Aragua, hasta determinante. Hace poco, en Chile detuvieron a una mujer (Jonahary Jaqueline Navarro, alias ‘La China’) que tenía un rol de liderazgo. Pero generalmente lo que tienen son roles intermedios. Administran, cobran las extorsiones y llevan las cuentas de la organización. Hay una presencia significativa de mujeres dentro de la banda, aunque claramente los jefes todos son hombres.
¿Qué le espera al Perú y a la región en general si el Tren de Aragua sigue expandiéndose?
Eso va a depender mucho de la manera en que las autoridades manejen todo este proceso. Porque ellos van a seguir intentando mantener sus negocios ilícitos, ya tienen unas rentas que le son importantes y no creo que estén dispuestos a perderlas. Seguramente van a ir reinventándose y buscando la manera de mantener esas actividades de una forma menos visible, pero también va a depender del trabajo que hagan las autoridades de estos países.
“Antes de que se publique mi libro recibí amenazas”
¿Qué la motivó a escribir el libro?
El hecho de que el periodismo es para contar y desenterrar la verdad. Y creo que esta era una verdad que necesitaba saberse. A mi modo de ver no es solamente la historia de un grupo criminal, sino que es un texto que habla de las dinámicas de violencia, de inseguridad y crimen en Venezuela. Era importante que se conociera, sobre todo porque vimos, además, que ya estaba llegando a otros países de la región.
¿Han intentado evitar que se publique el libro?
Antes de que se publique recibí amenazas. Fueron unos mensajes a través de redes sociales.
¿Hay conversaciones o ya se tiene pactado con alguna editorial la comercialización del libro en Perú?
Ah, sí, muy importante. Con la editorial Planeta, la semana que viene debe salir el libro en Perú. Tengo la certeza de que el 15 de junio será lanzado en Chile y Colombia, y tengo entendido que en paralelo sale en Perú y Ecuador.
De seguro le ha quedado mucha información que no ha visto la luz, ¿ha pensado en sacar una segunda parte del libro?
Lo he pensado, sí. No exactamente a lo mejor del mismo tema del Tren de Aragua, pero sí algo relacionado a estructuras armadas y crimen organizado.