La Policía Nacional se encuentra investigando el cuádruple asesinato en Pachacámac y se plantea la pregunta crucial: ¿fue un robo o un ajuste de cuentas? El testimonio revelador de la empleada del hogar, única sobreviviente de la matanza, y las investigaciones sobre el pasado de las víctimas podrían arrojar luz sobre los verdaderos motivos que desencadenaron la brutal noche que tuvo lugar el pasado 27 de mayo.
Como se recuerda, Lerry Jaén Valera y sus empleados Luis Miguel Arrese Quispe, Camilo Torres Huayhuata y James Palomino Vega fueron acribillados en el interior de la opulenta residencia ubicada en el fundo San Carlos Bajo. Los responsables de tan atroz ataque resultaron ser dos agentes de seguridad del inmueble, ciudadanos venezolanos que habían arribado al país tan solo quince días antes.
El crimen salió a la luz gracias a la valiente llamada de alerta de la empleada del hogar, quien milagrosamente sobrevivió a la masacre. Según su testimonio, las víctimas se encontraban en la sala mientras ella se hallaba en la cocina.
Sobre los minutos previos al crimen, la trabajadora -cuya identidad se mantiene en secreto- contó a la policía que su jefe, Lerry Jaén, contaba fajos de billetes sentado en un sofá y sus amigos escuchaban música. En el jardín, se encontraban los dos vigilantes venezolanos charlando y parecían intercambiar mensajes en sus teléfonos móviles. En un determinado momento y sin mediar palabra, los guardias de seguridad irrumpieron en la vivienda y comenzaron a disparar indiscriminadamente.
Al escuchar los disparos, la empleada doméstica salió por la puerta trasera de la cocina y se refugió en un almacén. Desde allí, pudo escuchar cómo los asesinos recorrían la casa en busca de algo y luego abandonaron el lugar en un vehículo. Pasó más de una hora antes de que la valiente trabajadora se atreviera a salir de su escondite y buscar ayuda policial.
Dos horas después del tiroteo, los oficiales llegaron a la residencia y se encontraron con una escena dantesca: los cuerpos de tres hombres yacían acribillados en medio de lujosos muebles. El cuerpo de Lerry Jaén estaba tirado cerca al umbral de uno de los baños, presentando una herida de bala en la cabeza a corta distancia.
Al realizar la inspección de la escena del crimen, la policía dio cuenta que los asesinos arrancaron todas las cámaras de seguridad de la casa en su intento de evitar todo registro de sus movimientos. También, se habrían llevado dos computadoras portátiles. Sobre el dinero que Jaén Valera contaba en la sala antes de ser asesinado, no se encontraron rastros.
Lazos con el narcotráfico
Para la policía, Lerry Jaén Valera integraría una banda internacional de lavado de activos y tráfico de cocaína con nexos en Ecuador. La Dirección Antidrogas (Dirandro) de la Policía Nacional ya estaba familiarizada con Jaén, a quien conocían bajo el alias de ‘Michel’.
Luis Arrese era estilista y propietario del centro de estética “Arrese Vips”. Por su parte, James Palomino y Camilo Torres tenían antecedentes penales por robo y habían cumplido condena.
El nombre de Jaén ya había surgido en 2008, cuando el ciudadano holandés York Leenders fue arrestado en el aeropuerto Jorge Chávez con 11 kilos de cocaína. Las investigaciones apuntaban a que Lerry Jaén estaba involucrado en este episodio.
Posteriormente, en 2012, la Policía Antidrogas detuvo a Jaén Valera mientras viajaba como copiloto en un automóvil de Pucallpa a Tingo María. En su posesión llevaba 30 mil dólares en un bolso. En el mismo vehículo se encontraba Camilo Torres, su brazo derecho, y una de las víctimas mortales del caso de Pachacámac. Ante la falta de pruebas incriminatorias, ambos fueron liberados.
Según su movimiento migratorio, Lerry Jaén acostumbraba a salir seguido del país. Su último viaje fue a México y regresó el 4 de febrero. Además, registra varios viajes a Panamá, Colombia, España y Francia.
El misterio continúa
En relación al móvil del cuádruple asesinato, la policía maneja dos hipótesis principales: un posible ajuste de cuentas debido a la pérdida de un cargamento de droga, o bien, el robo de un botín perteneciente a los negocios del narcotráfico.
Se supo que el pasado lunes 22 de mayo, un barco proveniente de Guayaquil que transportaba un cargamento de cocaína atracó en el puerto de Paita y tenía como destino final Bélgica. A raíz de información confidencial, la Dirandro puso bajo su radar a esta embarcación y montó un operativo que resultó con la incautación de un centenar de ladrillos marcados con símbolos nazis.
Este envío de drogas que no se llevó a cabo, tendría cierta relación con Lerry Jaén y sus socios habrían querido ‘cobrarse’ la pérdida del cargamento.
Pero también, la tarde del asesinato, Lerry Jaén esperaba recibir un millón de dólares que planeaba invertir en eventos musicales en Pucallpa. La cuantiosa suma habría despertado la codicia de los vigilantes.
La policía aún tiene ciertos cabos sueltos sobre el crimen y espera con el testimonio de la empleada doméstica disipar algunos vacíos en la investigación para dar con los asesinos y la razón que los llevó a acabar con la vida de Lerry Jaén y sus amigos.