Se ubicaban ante a las cámaras. En el Palacio del Itamaraty, los asistentes de la Cumbre Sudamericana se alistaban para la foto protocolar del evento, que arrancó este martes en Brasilia. Enfundados en terno, cada líder se había dispuesto delante de la bandera de su país.
De izquierda a derecha estaba Nicolás Maduro (Venezuela), Chan Santokhi (Surinam), Irfaan Ali (Guayana), Gustavo Petro (Colombia), Luis Arce (Bolivia), Lula da Silva (Brasil), Alberto Fernández (Argentina), Gabriel Boric (Chile), Guillermo Lasso (Ecuador), Mario Abdo Benítez (Paraguay), Luis Lacalle (Uruguay) y Alberto Otárola (Perú), el único no presidente en la cita.
Excepto Lula, que exponía sus pulgares, todos saludaban con las palmas en alto. Después de los aplausos, en un arrebato emocional, el líder brasileño sujetó a Fernández y Arce. En segundos, la acción fue replicada por los demás mandatarios, pero en el extremo derecho ocurrió un detalle particular. Lacalle nunca tomó la mano del premier.
Para algunos fue un simple descuido. Para otros, algo protocolar porque se trataba de una convocatoria de jefes de Estado. Y hay quienes consideran que fue un gesto del grupo para desligarse de la administración de Dina Boluarte, investigada por las muertes en protestas.
“El Perú no es percibido internacionalmente como una democracia. Quisiéramos pensar que es por el hecho de no ser presidente, pero es la muestra de rechazo total. Perdóname, pero en un evento de esta naturaleza saludas al secretario del secretario”, dijo a RPP Daniel Abugattás, expresidente del Congreso.
La foto es emblemática porque no ocurría un encuentro similar desde 2014. Además, hay otra analogía: el extremo izquierdo lo ocupó el dictador Nicolás Maduro; y el derecho, Otárola, representante de un “régimen híbrido”, según The Economist. “A nosotros se nos va a juzgar por los resultados”, había dicho Lacalle durante su intervención en la sala. Salvo las palabras de Lula, los discursos de los demás políticos fueron a puerta cerrada.
Otárola representó a Boluarte porque, al no tener vicepresidente, no puede salir del país, de modo que ha planteado al Congreso que le autorice una figura de gobierno remoto cuando necesite acudir a una cita internacional. Durante el evento, el premier se cruzó con Petro, quien desconoce la legitimidad de la mandataria, pese a que asumió el cargo en forma constitucional (era la vicepresidenta al momento que Pedro Castillo fue destituido por intentar orquestar un autogolpe).
En diálogo con Canal N, Otárola mencionó que Petro tuvo una “actitud beligerante” y, por lo mismo, lo invocó al cese del “ataque demagógico y respeto al bien ganado, derecho a la paz y tranquilidad que el pueblo peruano ha conseguido”.
“Se lo dije frente a frente. Se lo dije con mucha claridad”, indicó. También se refirió al diálogo que mantuvo con el chileno Boric sobre la crisis migratoria que afecta la frontera común, y con el ecuatoriano Lasso, con quien coincidió en que Perú “debe recibir la Presidencia de la Alianza del Pacífico” negada por México.
El presidente de ese país, Andrés López Obrador, debió traspasar este año el mando de la organización regional, pero tampoco reconoce el gobierno de Boluarte, a la que califica de “usurpadora”.
AMLO fue declarado persona non grata por el Legislativo peruano, como ocurrió meses atrás con Petro y el expresidente boliviano Evo Morales, en ambos casos por sus críticas y rechazo público a la administración peruana.
A través de un video, Boluarte intervino en la cumbre y propuso “más consenso y menos ideología” en la integración regional. Defendió, además, que exista “pragmatismo en el establecimiento de una agenda común”, por lo que subrayó que los acuerdos que se adopten “no sean declarativos, sino operativos” y que tengan resultados “medibles”.
“Debemos iniciar un camino pausado, pero seguro, avanzando gradualmente hacia nuevas etapas a medida que alcancemos nuestros objetivos”, finalizó.
Otárola, por su parte, consideró que “estas reuniones van a generar una segunda fase en el posicionamiento” del país a nivel regional, y remarcó que fue una jornada “bastante buena” en la que todos enviaron “cálidos saludos” a la jefa de Estado.