Las cifras de feminicidios y violencia contra la mujer son realmente escalofriantes. Solo durante el 2022, 137 fueron asesinadas por su esposo, conviviente o expareja, mientras que a 111 intentaron matarlas, según estadísticas del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP).
Para esto año, lamentablemente, las autoridades estiman que las cifras empeoren. En lo que va del 2023 ya se contabilizaron más de 58 feminicidios. Muchos de ellos por muertes extremadamente violentas como la de Katherine Gómez, quien fue quemada viva por su pareja, el venezolano Sergio Tarache, en una calle del Cercado de Lima.
En medio de esta preocupante situación, hay otro grupo numeroso de mujeres que muchas veces pasa desapercibido, pero está en constante riesgo. Son las sobrevivientes de feminicidio o las que se salvaron de ser víctima de este, o aquellas que se encuentran en peligro de ser violentadas.
Existe la Ley 30364, aprobada en 2015, durante el gobierno del entonces presidente Ollanta Humala, “para prevenir sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar”. La normativa aún vigente señala que deben recibir “la protección del Estado para salvaguardar sus derechos y afrontar las investigaciones bajo dicha tutela”.
Ciertamente, en algunos casos, el Poder Judicial ordena que los agresores no se les vuelvan a acercar y dispone que la policía esté vigilante. Pero, como se ha denunciado y visto públicamente con muchas mujeres, esto no se cumple y terminan asesinadas.
Cuando las mujeres en peligro no cuentan con ningún tipo de red de apoyo, ya sea familiar o amical, que las puedan proteger, el Poder Judicial dispone que permanezcan en los hogares o casas de refugio temporal junto a sus hijos, si los tuviesen.
De acuerdo a la Defensoría del Pueblo, que se basó en datos del MIMP, en el Perú existen solo 22 hogares de refugio temporal en 17 regiones del país. No todas las ciudades cuentan con una, por lo que hay un pedido desesperado de los grupos e instituciones defensoras de los derechos de la mujer para que se construyan más de estos espacios.
“La mujeres muchas veces no tienen adónde escapar y no le queda más opción que seguir conviviendo con su agresor. Ya sea porque no tiene un entorno que la apoye o los recursos económicos como para alquilar una vivienda aparte para ella y sus hijos”, dijo Olga Sotelo Aquije, presidenta de Orientadoras Legales de Villa El Salvador, a Infobae Perú.
Esta abogada, quien ha dedicado los últimos 36 años de su vida en la defensa de los derechos de las mujeres, lamentó que en todo Lima solo exista “una casa temporal de refugio”, pese a los preocupantes índices de violencia. Ella ya perdió la cuenta del número de mujeres maltratadas que llegaron a pedir su asesoría, pero tiene claro que no se las puede dejar solas.
“Siempre tratamos de articular con las diversas instituciones para que seamos escuchadas y que se haga uso de este derecho que tienen las mujeres. Porque todas estas muertes se hubieran evitado si existiera alguna forma de protegerlas y rescatarlas del hogar en el que son violentadas”, remarcó.
En el artículo 27 de la Ley 30364 se indica claramente que “la creación y gestión de los hogares de refugio temporal, programas dirigidos a varones para prevenir conductas violentas y otros servicios de protección en favor de la víctima de violencia contra la mujer e integrantes del grupo familiar estarán a cargo de los gobiernos locales, regionales y del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables”.
“Es función de dicho sector promover, coordinar y articular la implementación de dichos servicios en cada localidad”, precisa la norma.
“Aquí falta mucha voluntad política de los gobiernos locales, regionales y demás autoridades. Imagínense que en toda Lima Metropolitana hay una sola casa de refugio (en el distrito de Carabayllo) para más de cinco millones de mujeres. ¿Se da cuenta?”, comentó Olga.
“No queremos más muertes”
Explicó que estas casas temporales de refugio para las mujeres “no son sostenibles”, debido a que son implementadas, mayoritariamente, en locales de los municipios y depende de cada gestión edil mantenerlas activas.
“No le ponen la responsabilidad ni la atención en que estos locales sean sostenibles. No les interesa. O sea, no les interesa el desarrollo humano. Solamente les interesa hacer obras, poner por un rato bonito el parque, una calle, arreglar una pista, cuando las mujeres siguen siendo maltratadas y asesinadas. No queremos más muertes”, expresó.
Además, Olga lamentó que en sus más de tres décadas de habilitadora legal no haya percibido un cambio significativo en las acciones de la autoridades, pese a los varios gobiernos, ministros y jefes de instituciones que han pasado en los últimos años.
“Queremos que se defienda la vida humana. Somos organizaciones sociales, no tenemos ningún sueldo, todo es voluntario, tampoco exigimos que se nos pague nada. Solo queremos ver más acciones de nuestras autoridades en favor de proteger a las mujeres”, dijo.
“La mujer cree que el hombre va a cambiar”
Olga aseguró que para una mujer víctima de violencia no es fácil denunciar a su agresor, pues muchas no saben a dónde ir, viven temerosas y hasta se siente culpables de “arruinarle” la vida al esposo o la pareja.
“Ese ciclo de violencia se vuelve cada vez más intenso. Por un momento como que pasa, la mujer cree que ya el hombre va a cambiar, se llena de esperanza, pero ocurre otra vez, y otra vez. Hasta que algunas terminan perdiendo la vida”, advirtió. Pero aclaró que su lucha no es contra el hombre ni mucho menos buscar que se lo pisotee, sino velar por una sociedad más segura para todas la mujeres.
Camarotes inservibles y el techo se cae
Hace algunos años, se inauguró a lo grande la casa de refugio María Elena Moyano, en Villa El Salvador, de la cual Olga fue testigo. Llegaron instituciones extranjeras y fue una alegría para el distrito. Sin embargo, de acuerdo a su relato, este dejó de servir como albergue para las mujeres maltratadas.
“No fue sostenible. A la municipalidad no le interesó, no apoyó. Y se fue perdiendo todo. Las mujeres ya no podían vivir ahí, no tenían ni siquiera qué comer. No había más voluntad de nadie. Los camarotes se terminaron de malograr, quedaron inservibles. El techo está que se cae en el segundo piso, está hundido”, contó.
El daño colateral: los hijos
Al igual que Olga, Carmen Quispe, quien es promotora de salud en Villa El Salvador, es una persona que ve de cerca, por la rutina propia de su trabajo, numerosos casos de mujeres que son víctimas de violencia en sus diversas formas.
“Trabajamos mucho en el campo, visitamos domicilios y nos encontramos con cada realidad. Mayormente nosotros visitamos a niños vulnerables, menores de un año, víctimas de anemia o desnutrición y también hacemos saneamiento en los domicilios”, contó.
Detrás de un niño con anemia hay muchas veces una madre que sufre violencia psicológica o sexual, cuya autoestima está por lo suelos, y donde el menor es totalmente descuidado, afirmó Carmen.
“De cada 20 niños que nos asignan, 10 madres son víctimas de violencia en algun de sus variantes”, remarcó.
La experiencia a Carmen la lleva a asegurar que un buen número de estas mujeres maltratadas son jovencitas de entre 17 a 25 años, en su mayoría de provincia, que llegan a Lima traídas por sus parejas, quienes las terminan aislando y haciéndolas dependientes emocional y económicamente para tener “poder” sobre ellas.
“Hay chicas que piensan que una cachetada o un insulto no es violencia. Lo normalizan, porque el hombre le dice: ‘discúlpame, ya no más, no te voy a volver a pegar, no sé qué me pasó'. Y las mujeres no se dan cuenta que con una sola cachetada ya son personas violentadas”, señaló.
Carmen coincidió con Olga que las casa de refugio jugarían un papel importante para rescatar a las mujeres que están viviendo ese círculo de violencia dentro de su hogar. Aunque tienen claro que “no son la única solución”, pues tiene que haber toda una política conjunta de las diversas autoridades y “un cambio de chip” en la sociedad.
¿Qué hacer en caso de violencia contra la mujer en Perú?
Según el portal de la página web del Ministerio de la Mujer, existen diversas formas para denunciar un caso de violencia. Si eres mujer o formas parte de un grupo familiar y te encuentras en situación de violencia, puedes solicitar apoyo a este sector.
De esta manera, con tu denuncia, frenas un círculo vicioso, ya que previenes, sancionas y erradicas la violencia contra las mujeres y los integrantes del grupo familiar.
El Programa Nacional para la Prevención y Erradicación de la Violencia contra las Mujeres e Integrantes del Grupo Familiar – Aurora, ofrece:
-Centros de Emergencia Mujer (CEM)
-Línea 100 (gratuita desde cualquie operador)
-Chat 100
-Servicio de Atención Urgente (SAU)
-Hogar de Refugio Temporal (HRT)