Además de la epidemia de dengue, la corrupción, la crisis política, el cambio climático y otros problemas graves a los que se enfrenta el Perú; se suma la desnutrición crónica, la cual ha tenido un significativo preocupante aumento en las cifras de los últimos 12 años. La situación no solo afecta a la salud pública, también al desarrollo del capital humano, y por lo tanto al futuro de todo el país.
Según la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar del INEI, la desnutrición crónica afectó al 11,7% de las niñas y niños menores de cinco años de edad en el Perú, un 0,2% más que en el bicentenario, mientras que la obesidad y el sobrepeso subieron 0,5%. También la anemia tuvo in incremento en la población de 6 a 35 meses (+42,2%), un 3,6% mayor que el año anterior.
Pese a que las cifras no son estadísticamente significativas, son preocupantes para el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) porque se trata de una tendencia al incremento en los porcentajes de estos problemas que con gran esfuerzo habían presentado una reducción importante años atrás.
En diálogo con ‘La República’, Lena Arias, oficial nacional de Nutrición, Salud Pública y Agricultura Familiar del PMA, explicó que “después de 12 años, por primera vez estamos viendo una tendencia al incremento. Lo grave es que al final muestra la inequidad dentro del país”.
La ubicación del hambre en Perú
Aunque el problema de la desnutrición crónica puede presentarse en diferentes zonas del Perú, tiene mayor incidencia en los departamentos de Huancavelica (29,9%), Loreto (21,8%) y Amazonas (21,7%). Además, la anemia afectó afectó sobre todo a los niños y niñas de Puno (67,2%), Ucayali (65,8%) y Huancavelica (65,0%).
Por otro lado, los lugares con menos incidencia fueron: Tacna (2,8%) y Moquegua (2,9%).
Es necesario mencionar que, el investigador del IRD, Javier Herrera, advirtió que en el 2022 también hubo un repunte del déficit calórico —que mide si el hogar tiene dificultades para cubrir sus necesidades alimentarias—, ya que pasó de 32,1% a 36,2%; y que es más agresivo el hambre en el área urbana debido a que alcanza al 80% de sus viviendas, que gastan más cotidianamente respecto al área rural.
La necesidad de mitigar los impactos
La oficial nacional del PMA señaló para el mencionado medio que las personas que radican en zonas rurales y periurbanas son los más vulnerables a la desnutrición debido a la gran inequidad. Luego, el alza internacional de los fertilizantes, la inflación y la crisis climática han agravado la situación, por lo que “amerita repensar o por lo menos intensificar las políticas que están destinadas a reducir la malnutrición y la inseguridad alimentaria”.
El problema causa también pérdidas en la economía del país. Los costos asociados a las atenciones de salud, el bajo rendimiento escolar y la baja productividad debido a la doble carga de la malnutrición en el Perú se tradujeron en la pérdida de USD 10.5 mil millones en el 2019, equivalentes al 4,6% del Producto Interno Bruto (PIB), reveló un estudio lanzado en el 2022.
Lena Arias consideró sumamente importante minimizar los impactos fortaleciendo las intervenciones de los sistemas de salud y de protección social como Juntos, Qali Warma y Vacuna Más, así como reevaluar la ampliación de su cobertura.
Agregó que es necesario, acelerar la discusión de si las ollas comunes formarán parte del programa de complementación alimentaria, promover el acceso al arroz fortificado, y luego están las políticas productivas vinculadas a la agricultura familiar, pues “aunque abastecen el 80% de lo que consumimos son población en pobreza, por lo que se tiene que asegurar su acceso a los mercados a precios justos”, indicó.