Antes de que Dina Boluarte llegue al gobierno de la mano de Pedro Castillo en el 2021, contaba con un amplio equipo de colaboradores. Entre ellos destacaba, sin duda, el periodista y asesor político Julio Schiappa Pietra, quien trabajó de cerca con la actual presidenta de la República. Ahora, alejado de la actual gestión por discrepancias en la forma de afrontar las protestas que sucedieron en diciembre del 2022 y enero de este año, brinda una mirada de lo que percibió al interior del gobierno en entrevista exclusiva con Infobae.
“Creo que estamos enfrentando una coyuntura de endurecimiento que es acompañado por el Ejecutivo y donde está siendo aprovechada para desmontar todo el aparato político, electoral e institucional del país para convertirlo en otra cosa que es un regreso, en mi opinión, de la dictadura de 1992 para adelante cuando [Alberto] Fujimori dio el golpe de Estado”, señaló Schiappa a este medio sobre cómo observa al actual régimen de Boluarte Zegarra. El analista político agregó que observa que está en una ruta autoritaria muy peligrosa.
“Es el inicio de un proceso autoritario que puede terminar en una dictadura. Ahora se ha roto el pacto con los militares con las declaraciones inoportunas e irreflexivas que ha tenido la presidenta respecto a ser comandante general de las Fuerzas Armadas, pero no tener autoridad para ejercer el comando, lo cual es falso. Ella no es congresista, pero puede intervenir en cualquier instancia. Presentarse en un cuartel y dar órdenes a los soldados”, refirió respecto a lo que Boluarte refirió en diálogo con el diario El Comercio la semana pasada.
Schiappa consideró que las declaraciones de la mandataria, quien trató de evadir cualquier responsabilidad política de las más de 50 muertes que se dieron en las manifestaciones sociales, ha significado un primer signo de deterioro acelerado en su relación con los militares que tiene “un alto costo político”. A su juicio, eso llevará a que cuando las FF.AA. tengan que declarar ante la Fiscalía por lo ocurrido en Ayacucho, Puno, Cusco y Apurímac, lo harán sin jugársela por Boluarte.
“No se la han jugado por el golpe, a pesar de que [Pedro] Castillo los convocó, y tampoco se la jugarán por Dina Boluarte por las declaraciones que ha hecho. No solo por las declaraciones que hizo a El Comercio, sino las que ya han brindado ante la Fiscalía de la Nación [en relación al testimonio que el premier Alberto Otárola brindó que no sabía sobre el plan operativo de los militares para afrontar las protestas cuando era titular del Ministerio de Defensa]”, anotó.
La relación Boluarte - Otárola
Schiappa conoce a la presidenta Boluarte. Así que podría revelar cómo es el perfil de la persona que tiene ahora el máximo cargo de la Nación. Precisamente, en la entrevista que le hicieron la semana pasada a la jefa de Estado sobre a quién escucha por estos días en Palacio de Gobierno, la respuesta fue muy ilustrativa. “A mí”, respondió Boluarte Zegarra.
“Es narcisista y creo que ahí hay un gran problema: la creencia de que es un ser providencial que puede resolver todos los problemas. Y una de las razones por las que no he actuado con ella, como asesor activo que he sido con Javier Pérez de Cuellar, Alberto Andrade y decenas de personas que he asesorado, es que estaba ante una persona que no escuchaba. Ese es su gran problema: el no escuchar ni a los que están más cerca y ni a los que están más lejos. La presidenta no lee los diarios, no ve televisión porque se estresa [...] y se informa a través de la lectura resumida que le alcanzan todos los servicios de prensa de Palacio. Tú has visto acaso una comunicación coherente y bien armada. Recién en los últimos tiempos ves algo más ordenado, pero en general el trabajo de Dina Boluarte es empírico y un presidente no puede ser empírico”, señaló Schiappa.
El consultor político añadió “si eres una persona que tiene una característica psicológica que te aferras a una verdad que tú mismo has concebido, no tienes un circulo que te informes, y crees que tienes el poder de resolver todas las tareas, estas ante una persona que está evadiendo la realidad”. Por ello, estimó que el gran problema de la presidenta Boluarte es que la ve “a una presidenta empoderada, pero en un error de creer que puede gobernar en estas circunstancias”
“El país no la apoya, no cuenta un círculo que puedas decir que tiene a los mejores ministros que la acompañan, y no tiene visión política. No eligió ser un gobierno de transición, sino uno hasta el 2026 que si puede quedarse más lo puede hacer”, agregó.
Por otro lado, Schiappa también apunta contra el premier Alberto Otárola a quien calificó como “el gato negro” [en el argot popular que significa “mala suerte”] de la presidenta Boluarte.
“Creo que la culpabilidad de todo esto, obviamente la comparte con ella [Dina Boluarte], es de Alberto Otárola. Fui una de las personas que recomendé que asumiera la defensa de Dina Boluarte. Yo asumí que con él iba a tener un defensor competente que podría salvarla de una acusación injusta y de tipo constitucional que la inhabilitaba diez años. A ese Otárola yo conocí. Un hombre de izquierda, muy hábil en la parte del derecho, con relaciones y casi ideal en el cargo. Sin embargo, había esta parte de Otárola que tuvo esta posición promilitarista que tuvo en la época de [Ollanta] Humala que se había quedado en su estilo de hacer política”, refirió.
Schiappa sostiene que, tras los hechos ocurridos en Ayacucho donde murieron al menos diez personas, Otárola sostuvo una reunión con la presidenta Boluarte, a quien le dijo que la única alternativa era marchar unidos para poder evitar cualquier proceso penal. “Lo nombra premier sobre la base de un pacto, no de impunidad, sino de protección de los dos por la implicancia que tenía las denuncias de violaciones de derechos humanos y la gravedad que representan”, recordó.
“Otarola es una especie de gato negro que se le ha cruzado en el camino que le trae mala suerte, pero a la vez es el spinner, es decir, el componedor que arregla situaciones y le permite continuar gobernando”, destaca sobre la colaboración que hay entre el premier y Boluarte, quienes son investigados por los presuntos delitos de genocidio y homicidio calificado por la Fiscalía de la Nación.
Finalmente, Schiappa consideró que el “segundo gato negro” de la presidenta Boluarte es su hermano Nicanor Boluarte, quien ha sido señalado de ser una influencia muy marcada dentro del Ejecutivo a la hora de nombrar a funcionarios en puestos claves.