Al caer el mediodía, el comedor central de San Marcos cobra vida. Allí, el tiempo es un factor crucial, ya que deben alimentar a más de 1000 personas en apenas dos horas. Los alumnos, entre cachimbos y de ciclos avanzados, con charolas en mano, se alineaban en fila, ansiosos por obtener su “rancho”.
Como si se tratase de una competencia, los sanmarquinos solo cuentan con 20 minutos para consumir su potente ración. Es una carrera contra el tiempo, donde cada bocado debe ser saboreado y aprovechado al máximo.
El sonido de cubiertos chocando es señal de que los estudiantes se apresuran por terminar su comida. No hay lugar para distracciones ni para perder un segundo.
Y así, en medio de ese bullicio y esa presión temporal, los alumnos del comedor de San Marcos se convertían en expertos en el arte de comer rápido. Cada día, aquellos 1200 segundos se convertían en un desafío que debían superar, mientras se alimentan en un acto casi acrobático.
Es un ritual diario, un desafío que forma parte de sus vidas en la universidad y que dejará una huella imborrable en sus recuerdos.
Andina conversó con el nutricionista y líder de la cocina de la Ciudad Universitaria, Mario Escobar, quien es el líder de un equipo que tiene como meta que todos los estudiantes salgan con “la barriga llena y el corazón contento”.
El almuerzo en San Marcos
La distribución de los turnos de comida sigue un riguroso sistema. Ya sea por orden de llegada o mediante la entrega de tickets, se establece un proceso para asegurar que todos puedan alimentarse. Solo se requiere presentar el carné universitario o de biblioteca para obtener acceso.
Las filas que se forman parecen gusanos largos. Entre los estudiantes, se ha popularizado el término “gusanear” como una expresión para unirse a la fila y esperar pacientemente.
El personal encargado de preparar el desayuno comienza su labor a las 10 de la noche del día anterior. Su trabajo implica cortar cientos de panes, rebanar queso y llevar a cabo todas las tareas necesarias para ofrecer una comida de calidad.
Además, se encuentra en marcha un interesante proyecto para evaluar la viabilidad de producir los panes directamente en el comedor. Esto implica una mayor autonomía y control sobre el proceso de preparación de alimentos, buscando mejorar la calidad y eficiencia de la oferta gastronómica en el lugar. Un esfuerzo que refleja el compromiso de brindar una experiencia culinaria excepcional a los estudiantes.
¿Cuál es la comida favorita de los estudiantes en San Marcos?
El plato estrella, el más solicitado y alabado por los comensales, es el picante de matasquita. Una deliciosa combinación de papas, carne picada y zanahorias, aderezado con sabores intensos. Le siguen en popularidad la vainita saltada y el clásico arroz con pollo. Los lunes, en cambio, se sirven menestras como alverjitas, frejoles y lentejas, acompañadas de pollo o cerdo.
El objetivo es agotar todas las porciones, ya que la cena es una comida diferente y debe estar lista a las cinco de la tarde. El jefe de cocina comenta a la agencia de noticias que se enorgullece de la cantidad de raciones que pueden servir en las ollas que tienen capacidad para 650 porciones. En un día normal, se atienden alrededor de más de dos mil platos, pero actualmente, debido a la falta de acceso al segundo nivel, la cantidad se ha reducido a la mitad.
En comparación con otras universidades públicas, el comedor de la UNMSM se destaca por sus instalaciones de vanguardia. Cuentan con calderas que proporcionan agua caliente de forma permanente, utilizada para desinfectar superficies y materiales empleados durante el día. Además, disponen de modernos hornos de última generación que cocinan los alimentos de manera rápida y eficiente, sin comprometer su sabor ni su humedad.