En el 2019, un doble crimen sorprendió a muchos limeños por la frialdad y violencia en que una banda delincuencial actuó al descuartizar a dos personas y dejar sus restos muy cerca al terminal de Fiori en San Martín de Porres.
Ha pasado cuatro años desde que Franyer, el joven que fue contratado para cercenar dichos cuerpos, pudiera dar una entrevista y contar “sin pelos en la lengua” cada uno de los detalles de cómo se operó para terminar con la vida de estas dos personas.
En aquel entonces, Franyer tenía 16 años y había llegado desde Venezuela, captado por bandas delincuenciales que intentaban ganar terreno en Lima Norte. Hoy, con 20 años y decidido, según él, a cambiar su vida, asegura que en ese tiempo no medía la brutalidad de sus actos y que se arrepiente de haber actuado de esta forma.
Como se recuerda, en setiembre del 2019, la PNP encontró partes de cuerpos cercenados dentro de bolsas de rafia. Con el pasar de los días, se conoció que esto se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas y que una de las víctimas era el objetivo de esta red criminal y que la otra persona que era un pastor de iglesia evangélica solo era un acompañante.
“Estábamos más de cuatro personas, éramos dos venezolanos y dos peruanos y los rehenes era un venezolano y un peruano. Estas personas estaban en sillas atadas y viene un compañero y lo quiere amedrentar y se le escapó un tiro en la cabeza. Le estaba golpeando la cabeza con la pistola y en eso se le escapa un tiro, el otro empezó a gritar y es por eso que ahí también se le dispara en la cabeza. Cayó”, relató para el dominical Cuarto Poder.
“Usted sabe, a uno se le paga por hacer el trabajo. Trajeron serruchos, bolsas y empezamos a cortar los cuerpos. Todo el cuarto estaba lleno de sangre, como si hubiéramos matado a un chancho y luego los metimos en bolsas. Estábamos con los cadáveres por varias horas”, agregó.
Además, reveló cómo iba a ser la distribución de estos restos, pues aseguró que la orden era dejarlo en zonas diferentes.
“El cuerpo se iba a dejar cerca a un terminal, pero la cabeza teníamos que dejarlas en otro lado, eso nos dijeron. La verdad nunca pensé hacer estas cosas, una cosa es estar ahí y vivirlo”, expresó.
Actualmente, se encuentra recluido en una de las celdas que ocupa al interior del pabellón B del anexo 3 del centro de rehabilitación de Lima, al interior del penal de Ancón II.
Siguió en malos pasos
No le bastó ser parte de este macabro crimen, luego de cometer este acto, contó que volvió a la carga. Siguió robando y siguió extorsionando, pero luego de unas semanas la policía dio con su paradero, pues las investigaciones por el crimen en San Martín de Porres estaba avanzando a grandes pasos y ya se conocía su identidad por las cámaras de seguridad del hostal ‘Señor de Sipán’.
“Estoy sentenciado a ocho años. Sin derecho a beneficios, sin ningún derecho. Estoy recluido aquí por el delito de homicidio calificado. Soy de Venezuela”, concluyó con su relato.