Combate del 2 de mayo: quién realmente ganó la última batalla entre peruanos y españoles

El inicio de las acciones bélicas en este episodio de nuestra historia está lleno de malos entendidos que derivaron en una guerra sin sentido.  

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Pintura de Rafael Monleón (1847-1900) que representa el bombardeo del Callao, en el centro, la Numancia.
Pintura de Rafael Monleón (1847-1900) que representa el bombardeo del Callao, en el centro, la Numancia.

A más de uno en la época escolar nos enseñaron que un dos de mayo de 1866 se llevó a cabo el último combate que decidiría el futuro del Perú y, de haber perdido, de todo el continente americano.

No solo es una fecha más, cada dos de mayo es feriado obligatorio en memoria de todo aquel que cayó defendiendo el honor de estas tierras para que no volvieran, bajo ningún motivo, a estar bajo el dominio de los españoles que veían el progreso peruano de esos tiempos en algo muy tentador para poder apropiarse de él.

Al menos esos es lo que nos dicen en la escuela, pero, qué pasaría si nos enteramos de que el conflicto se dio más bien por una serie de errores en la comunicación y que, con el paso del tiempo, cada país celebra este día como si fuera una victoria militar más. O sea, todo terminó en empate.

Así se inició todo

Mapa de las posiciones y fuerzas enfrentadas en el combate del dos de mayo de 1866. (Juan Villalobos)
Mapa de las posiciones y fuerzas enfrentadas en el combate del dos de mayo de 1866. (Juan Villalobos)

Luego de la declaratoria de independencia en 1821, y una que otra guerra civil que nunca faltan en nuestra rica historia, el Perú entró en unos años de bonanza económica gracia a la producción de guano. Para esto ya había comenzado la segunda mitad del siglo XIX.

Enterados, la corona española tomó la iniciativa de mandar una ‘expedición científica’ a lo que fueron sus colonias en las costas del Pacífico. Este convoy estaba compuesto de varias fragatas de la armada española.

Al parecer era algo que se estaba poniendo de moda, pues Francia hizo algo parecido con México en la misma época.

Fiel a nuestra costumbre de recibir con los brazos abiertos a los extranjeros, así hayan sido nuestros conquistadores, esa vez tampoco fue la excepción y los españoles solo encontraron cortesía y buenos tratos una vez llegaron a puertos sudamericanos.

Pero como la paz no es algo que dure en muchos lugares, todo ‘reventó’ en 1863, entre unas familias que trabajaban en cultivos de algodón en la hacienda Talambo (Chiclayo).

Una familia era peruana y la otra tenía origen vasco. La disputa terminó con dos personas muertas. Uno por cada bando. Al llegar el caso a los tribunales, el juez determinó que la responsabilidad era de los españoles. ¿Ahí terminó todo? Lo contrario, la historia recién comenzaba.

Se ofendieron

Cañones Armstrong del Fuerte Maipú (defensas del sur), en el combate del dos de mayo de 1866. (Museo Naval del Callao)
Cañones Armstrong del Fuerte Maipú (defensas del sur), en el combate del dos de mayo de 1866. (Museo Naval del Callao)

Todavía faltaban varios años para que el teléfono hiciera su aparición en esta parte del mundo. Y fue precisamente la falta de comunicación que provocó una serie de incidentes que terminaría en una guerra.

Informada la flota española de lo sucedido, de la versión que le dieron, al menos, tomaron una serie de decisiones de índole diplomática que no le correspondían y varios países de la región no los reconocían.

Entonces los europeos decidieron ocupar las Islas Chincha, justamente el lugar de donde el Perú conseguía casi el 80% del tesoro público.

La política entró a tallar, entonces, para ver si solucionaba algo. Pero tal como ocurre en nuestros días, este tipo de relaciones logró absolutamente nada productivo para nadie.

Comenzó la guerra

Fotografía de la fragata blindada Numancia, buque insignia de la Escuadra del Pacífico. (Museo Naval del Callao)
Fotografía de la fragata blindada Numancia, buque insignia de la Escuadra del Pacífico. (Museo Naval del Callao)

Ya en 1866, tres años después del incidente el Talambo, la situación escaló hasta límites insospechados.

Parte de esa falta de una buena comunicación, la escuadra española recibió la orden de bombardear Valparaíso.

Al almirante español Casto Méndez Núñez no le importó que el puerto chileno estuviera indefenso y procedió a destruirlo. Pero al darse cuenta de que no quería pasar a la historia como abusivo, decidió cambiar de objetivo y se fue más al norte.

El nuevo objetivo ahora era bombardear el Callao, pero había una pequeña gran diferencia: el puerto peruano era uno de los mejores protegidos de todo el continente.

El que avisa, no traiciona

Retrato de Casto Méndez Núñez (Serra y Mas, Pascual)
Retrato de Casto Méndez Núñez (Serra y Mas, Pascual)

Al llegar al mar chalaco, Méndez Núñez anunció que la población tendría cuatro días para por evacuar la ciudad antes de comenzar a bombardear. La fecha límite será el dos de mayo.

Más que una mera casualidad, el marino español quiso darle a la fecha cierto aire de misticismo, pues un dos de mayo (pero de 1808) comenzaría la guerra de la independencia española de las fuerzas napoleónicas.

Si bien, los chalacos tenía cuatro días para ponerse a buen recaudo, usaron todo este tiempo para armarse hasta los dientes. A pesar de que los 70 cañones que tenían parecían no ser suficientes contra los 300 españoles, lo cierto es que sobraba el entusiasmo de defendernos contra el intento de reconquista Borbón, tal como vendieron la batalla los peruanos.

Los españoles justificaron sus acciones señalando una serie de deudas que no le habían sido honradas a la corona. Todos hallaron un motivo, con razón o no, para lanzarse a una lucha sin cuartel..

Eso sí, para destacar es la presencia de cientos de jovencitos chalacos, y civiles, que se unieron a las fuerzas de resistencia y pusieron su vida misma en juego.

Es más, hasta los civiles armaron lo que paso a la posteridad como ‘el cañón del pueblo’, que ellos mismo habían financiado, armado, preparado y disparado durante el principio del combate, pues poco después quedaría inutilizado.

La hora de la verdad

Réplica del Torreón La Merced en La Punta, donde murió José Gálvez en el combate de dos de mayo (Robert Cutts)
Réplica del Torreón La Merced en La Punta, donde murió José Gálvez en el combate de dos de mayo (Robert Cutts)

Poco antes del medio día del dos de mayo de 1866, la fragata ‘Numancia’ comenzó el bombardeo al Callao, seguido de la ‘Blanca’ y la ‘Resolución’. Y así, toda la flota española inició las hostilidades por todos los frentes.

Tampoco pasaría mucho para que una bala de cañón provocara la explosión del torreón La Merced. Esto causó la muerte del primer héroe de esta batalla: José Gálvez Egúsquiza, quien se desempeñaba como Ministro de Guerra y quien dio la orden de no disparar hasta que los españoles lo hagan primero para justificar su respuesta de honor.

Al terminar el choque, al promediar las cinco de la tarde, cesó el fuego. Los españoles regresaron la isla San Lorenzo con algunas bajas, y para reparar los daños de sus naves. Por el lado de los peruanos, las bajas tampoco fueron cuantiosas, según el recuento. Días después, la flota española emprendió el camino de regreso a casa.

Con el pasar del tiempo, pasó algo que resulta una curiosidad; ambos bandos festejan esta fecha como un triunfo y juran que el contrario sufrió más bajas de la que realmente dicen.

Tal vez esa sea la razón por la que acá la conocemos como el Combate de Dos de Mayo; y en España como el Combate del Callao.

Además del Perú, en Chile, Bolivia y Ecuador, la noticia del triunfo peruano se celebró a lo grande y decretando feriado este día. En España, los sobrevivientes fueron recibidos como héroes.

Este episodio de la historia, puede ser considerado como el único combate que dejó felices a todos. Todos se declararon ganadores y no hubo necesidad de pelear más.

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