“Quiero el amor, la felicidad, el buen humor/ No es tu dinero el que me hará feliz/ Yo lo que quiero es morir con el corazón en la mano/ Vamos a descubrir juntos mi libertad/ Olvídate, entonces, de todos tus clichés/ Bienvenido a mi realidad”, cantaba Zaz en Je Veaux, aquel gran éxito del 2010 que tuvo un video que se hizo viral: Isabelle, junto a su banda, dos muchachos con un look bohemio e informal, tocaban en una calle de París ante la sorpresa de los transeúntes. Su voz mágica, heredera de la larga tradición de cantantes francesas, desde Juliette Greco pasando por Francis Gall o François Hardy, destacaba en un tema sencillo, con contrabajo y guitarra acústica, que terminó por llevarlos a la fama con el nombre de Zaz, que también la identifica particularmente a ella. Su mezcla de jazz, swing, tango o pop conquistó corazones alrededor del planeta.
Tras su debut aquel mismo 2010 con un álbum homónimo, han grabado ya 7 discos más —logrando ventas superiores a los 5 millones de álbumes a nivel mundial—, incluyendo un nuevo trabajo, Isa, lanzado el 2021, tras la pandemia. Allí, la artista reafirmaba su propia personalidad, más allá de la banda. Además, algunas de sus canciones han podido escucharse en series como The Blacklist, Castle, Supernatural, Criminal Minds o True Blood. Hoy, apoya causas ecologistas y mantiene la misma sencillez que la llevó a la fama y que muestra en la siguiente entrevista.
—Han pasado 13 años desde aquel 2010 que lo cambió todo para ti, con el lanzamiento de tu primer álbum y el tema “Je Veaux”. ¿Qué significó que el éxito pareciera llegar repentinamente, aun cuando habías luchado por él desde mucho antes?
En ese momento solo quería hacer música y, cuando me ofrecieron hacer un disco, acepté. Y exploté de emoción. ¡Fue una locura! Estoy con una vitalidad alta que me permite hacer muchos conciertos.
—Cuando recién apareció esa canción, aquí en Perú se decía que habían sido “descubiertos” tal como salen en el video: músicos espontáneos que tocan en las calles. ¿Eso es cierto o solo una leyenda? ¿Cuál es la verdadera historia?
La verdadera historia es que toqué en grupos, orquestas, quintetos de jazz francés/español. Trabajé mucho. Luego, en 2006, decidí irme a París. Toqué en un piano bar cabaret, pero no me respetaban. En ese momento, llegaron amigos a París. Dejé ese trabajo y probamos tocar en varios lugares hasta que nos mudamos a Montmartre, dónde los pintores callejeros nos adoptaron. Cantábamos allí regularmente y comenzamos a tener nuestra propia audiencia. Después de eso, todo fue muy rápido. Muchas oportunidades surgieron de diferentes partes: firmé con una compañía discográfica, se lanzó el álbum, gané un concurso, etcétera. ¡Un montón de cosas! Eso me permitió explotar a nivel musical.
—Sabemos que tienes una formación integral como artista musical. Estudiaste violín, piano, guitarra o canto. En general, desde el lanzamiento de tu primer álbum, ¿Qué cambió en tu vida personal y qué cambio en tu actitud como artista?
No ha cambiado mi modo de ser. Lo que varía, al ser una persona conocida, es la forma en que te miran los demás (la opinión pública). Eso es lo más difícil de tratar, pero sigo siendo la misma. Incluso, he reforzado mis valores.
—¿Qué cosas has mantenido en tu vida cotidiana tan iguales a las que hacías antes de la fama?
Mis valores no han cambiado. Crecí y he madurado. Básicamente, mi naturaleza no ha cambiado. Me cuido más. Aprendí a decir no. Me escucho más.
—Cuando se piensa en música francesa, es inevitable remitirse a Edith Piaf, Boris Vian, George Brassens, Juliette Greco, Yves Montand, Jacques Brel, France Gall, Charles Aznavour, François Hardy o Dalida. Ya que en tus discos son reconocibles ciertas influencias, ¿Qué parte de “responsabilidad” les corresponde a artistas como ellos en tu propia formación musical?
Escuché a los artistas franceses muy tarde. Fueron los piano bar los que me hicieron descubrirlos y aprendí mucho durante esa etapa. La filiación ha sido natural y estoy orgullosa de llevar eso en mi voz.
—Precisamente, hace unos años tuviste la oportunidad de cantar junto a Charles Aznavour. ¿Qué nos puedes contar sobre una experiencia tan magnífica? ¿Qué significó eso para ti?
Charles era realmente como mi abuelo, nos conocíamos bien y yo tenía una ternura particular con él. Estuve muy triste cuando se fue. Fue como si hubiera perdido a alguien en mi familia. Recuerdo a un hombre curioso, un tipo particular, intenso, que tomó la vida de frente.
—He leído muchos comentarios sobre tu música en blogs o en YouTube. Una gran mayoría afirma que tus canciones los motivan a levantarse por las mañanas de buen humor, y los hace cantar, bailar o soñar. ¿Qué te parece generar estas reacciones? ¿Es lo que buscas con tu música?
Eso es exactamente lo que estoy buscando. Lo que expreso es mi forma de ver la vida y eso es lo más importante: recuperar el poder de la vida. Me gusta expresar emociones. Soy una gran creyente en las canciones curativas. Son como curitas en el corazón.
—¿Qué significa para ti “Isa”, el disco que grabaste durante la pandemia? ¿Usar tu propio nombre es una reafirmación de tu personalidad frente al Zaz con el que eres conocida en todo el mundo? Lo pregunto porque leí en una entrevista tuya que en un momento querías “acabar con Zaz”.
Significa mucho en mi vida musical. Había elegido parar antes del confinamiento y me cuidé, necesitaba encontrar a Isa sin Zaz.
—Esta nueva gira, Organique Tour, te llevará por varios países de Europa, Norteamérica o Sudamérica. En algunos lugares no has tocado nunca, como aquí en Lima. ¿Cuál es tu expectativa ante un público nuevo que tiene, quizás, una idiosincrasia distinta?
¡Estoy súper emocionada! No puedo esperar para encontrarme con el público de Perú. Va a ser una reunión real. Los conciertos musicales son siempre una locura. Hubiera soñado con ir a ver Machu Picchu, pero será para la próxima.
—No es muy usual que lleguen al Perú artistas franceses. Uno de los más recordados es el grupo Indochine, que triunfó por aquí en los años 80. ¿Qué significa para ti visitar nuestro país? ¿Qué es lo que te resulta más interesante de nuestra cultura?
Me siento privilegiada de llegar a un país tan hermoso como Perú. Estoy afortunada de poder compartir al otro lado del mundo. Perú es un sueño. Pensamos en Machu Picchu, civilización antigua, las ciudades de oro. Tiene un lado mágico. Aunque sé que la realidad es más moderna. Es una tierra sagrada, sin duda con una energía particular. Tengo mucha curiosidad por descubrir la energía de las personas, poder sentirlas cerca. No puedo esperar para averiguarlo.
—En Francia has apoyado al movimiento Los Colibrís, que tienen un mensaje ecologista, antiliberal y antiglobalización. ¿Cuál es el tuyo, en tiempos convulsos como estos en todo el mundo? Incluso en París hay protestas que llevan semanas…
Es muy positivo lo que está pasando en el mundo. No solo en Francia. La gente, como dicen mis canciones, se elige a sí misma. La comunicación con los Colibrís comenzó durante el confinamiento. Esta actitud es una toma de conciencia del ser humano que ya no quiere aceptar lo que viene pasando. La mirada negativa ve un desorden; sin embargo, el lado positivo ve que la gente se hace cargo y ya dice lo que siente. El otro punto bueno es que antes la gente pensaba que los gobiernos podían cambiarlo todo. Hoy, los movimientos ciudadanos se están movilizando para crear acciones ecológicas. ¡Eso es genial! Las personas se responsabilizan, las eligen y eso permite grandes cambios.
—Hace unos años, en una entrevista para el diario El País, dijiste: “Intento seguir siendo una niña, porque cuando dejas de serlo te mueres. Pero estoy más en paz conmigo misma que en otras épocas”. ¿Cómo se traduce esto en tu música actual?
Crezco con el tiempo y me conozco mejor. Soy menos en la resistencia, más en la acogida. Si cada uno hiciera las paces consigo mismo, cambiaríamos el mundo. No habría más conflictos. Lo que vemos en nuestras vidas es un reflejo de lo que somos.
—Definitivamente, al convertirte en una artista exitosa, has cumplido un sueño. ¿Qué otros sueños te faltan aún cumplir?
En realidad, no era un sueño ser famosa. Cuando era niña, tuve una visión: quería hacer cosas para hacer del mundo un lugar mejor. Tengo un sueño pendiente que es ir a Machu Picchu, pero no se puede aún (risas). Hacer películas, no sería una mala idea. Dentro de mis sueños pendientes también está el tener una casa en el campo y tener animales e hijos. ¡Tengo un montón de sueños, en realidad!
—Has tocado frente a públicos enormes, pero ahora has elegido hacerlo en escenarios más pequeños para tener un contacto más íntimo y cercano con tu público. ¿Qué podemos esperar de tu concierto en Lima?
¡Muy emocionada! No puedo esperar para encontrarme con el público allí. Va a ser una reunión real. Las citas musicales siempre son una locura.
Organique Tour
Fecha: jueves 27 de abril
Hora: 9 p.m.
Lugar: Anfiteatro del Parque de la Exposición
Entradas: Teleticket