La salud oftalmológica en la infancia continúa rezagada, pese a que la pandemia incrementó los defectos de refracción en menores de cinco y once años. Patricia Lira, especializada en tratamiento de retina y mácula, señala que, según estudios de su disciplina, en 2050 al menos el 90% de la población se verá afectada por la miopía, uno de los males más comunes junto con el astigmatismo y la hipermetropía.
“En algunas edades más avanzadas se puede encontrar con ojo perezoso, estrabismo y ojo seco. Y esto parte porque, debido a la pandemia, quedaron acostumbrados a estar prácticamente delante de una pantalla. Los niños de esta generación están acostumbrados a la visión cercana”, matiza la experta.
En ese sentido, comparte una regla conocida como 20-20-20, que consiste en apartar la mirada de la pantalla cada 20 minutos, descansar 20 segundos y mirar puntos lejanos que estén a 20 pies, es decir a más de 6 metros de distancia. Se trata de uno de los métodos más empleados para aliviar el síndrome visual informático, comenta la oftalmóloga.
Con el inicio del año escolar, Lira sugiere los alumnos tengan una visita anual con un especialista para la medición de su agudeza visual y descarte de cualquier otra patología. Además, es importante que los padres o tutores vigilen cualquier señal que pueda manifestar; por ejemplo, si se le desvía el ojo, si cuenta con un enrojecimiento por varios días, si se acerca a la pantalla de la computadora o laptop con frecuencia, si presenta dolores de cabeza o picazón en los ojos.
“Hay que priorizar la renovación de lentes al inicio del año escolar. Si no, su calidad de visión va a tener dificultad de aprendizaje que lo llevarán a ojo perezoso. Si esto no se controla hasta los cinco años, el ojo va a tener baja visión en edad adulta”, continúa.
Aunque suele parecer un mal menor, la miopía puede devenir en desprendimiento de retina, glaucoma y hasta problemas de mácula. Uno de los tratamientos más novedosos, especifica Lira, es la ortoqueratología —los ‘lentes pijama’ para manejo de miopía— que son lentes de contacto especiales diseñados y adaptados específicamente para reformar temporalmente la córnea a fin de mejorar la visión.
Estos se utilizan en la noche durante el sueño. Es como la ‘ortodoncia para los ojos’. La mejoría de la visión es reversible, pero puede mantenerse si se continúan utilizando los lentes en la forma indicada. “Lo anterior nos puede ayudar a que no avance la pérdida de la visión y, llegado el momento, proceder con la intervención quirúrgica”, finaliza.