¿El lenguaje es fijo o cambiante? ¿Una forma de lenguaje inclusivo puede cambiar mentalidades machistas o solo es un medio para transmitir conocimientos? Estas parecen ser las principales discordancias entre quienes, desde el Congreso, proponen eliminar el lenguaje inclusivo de textos escolares y quienes defienden su uso y ven en ello otra forma de educar.
El pasado 28 de marzo, la comisión de Educación del Congreso aprobó el dictamen del Proyecto de Ley N.°3464/2022CR, que propone el “correcto uso del lenguaje inclusivo evitando el desdoblamiento del lenguaje para referirse a hombres y mujeres en textos escolares”, de autoría de la parlamentaria María Jauregui de Aguayo, de Renovación Popular.
La congresista sostiene que “se ha venido haciendo un uso inapropiado del lenguaje en textos escolares” cuando se hace referencia a “los niños y las niñas”, “los estudiantes y las estudiantes”, “los trabajadores y las trabajadoras”. Además agrega que “no debemos desnaturalizar la lengua para tratar de cumplir con agendas feministas que creen erróneamente que con ello se lucha por la igualdad”.
Es decir, Aguayo sostendría que la lengua tiene una “naturaleza” inmutable y que un uso distinto a esa supuesta “naturaleza” no podría favorecer la lucha por la igualdad de género.
Aguayo ampara sus ideas en figuras como Mario Vargas Llosa, quien también ha hablado de una “desnaturalización del lenguaje” cuando en una entrevista le preguntaron si ve adecuado el uso de “les” como un artículo neutro.
Sin embargo, cabe precisar que, en la guía de uso del lenguaje inclusivo del Ministerio de la Mujer (documento del 2014), no se menciona al “les” como artículo neutro ni tampoco la “x” como parte del sufijo de género neutro (como en “amigxs”). Lo que propone en cambio es una “neutralización del género” (como usar “la ciudadanía” en lugar de “los ciudadanos” cuando se refiera a ambos géneros) o “visibilizar ambos géneros” cuando no sea posible lo primero (“las y los lectores”).
Otro de los argumentos para retirar el lenguaje inclusivo es que puede generar confusión y una menor compremsión lectora en los estudiantes cuando se proponen formulaciones como “el/la ganador/a”.
El lenguaje como algo cambiante
Del otro lado de estas ideas está Marcela Huaita Alegre, ex ministra de la Mujer y jefa de la oficina para la Igualdad de Género y Diversidad de la PUCP, para quien el lenguaje no es algo monolítico sino “una expresión de la sociedad y una expresión cambiante”.
En entrevista con Infobae, Huaita Alegre señala que, si bien el lenguaje expresa lo que las ciencias y el desarrollo social han ido conociendo, “al haberse utilizado tradicionalmente el masculino” se genera una idea de “los hombres como único parámetro de los humanos”,
En cambio, “el lenguaje inclusivo trata de generar una visibilización en donde no solamente los hombres son el sujeto de las ciencias sociales, de las ciencias físicas y de las ciencias en general, es por ello la importancia”.
”El lenguaje es un producto social, es un producto que se actualiza y tiene que recoger el pensamiento de la sociedad en donde se desarrolla, porque si no todavía estaríamos hablando en latín”, señala Marcela Huaita.
Añade que “visibilizar a las personas, caracterizarlas, tenerlas como referente nos permite pensar en diversas problemáticas” que no necesariamente impactan de igual forma en las mujeres y hombres de un país y del mundo.
“De ahí la importancia de tener un lenguaje inclusivo formando a nuestras niñas y niños y adolescentes para que puedan recrear preguntas y responder cuestiones que son importantes de desarrollar”, dice.
“Ola conservadora”
Para la ex ministra de la Mujer, las propuestas que hoy se debaten en el Congreso como la eliminación del lenguaje inclusivo, sumado al intento de cambio de nombre del ministerio de la Mujer por ministerio de la Familia, así como ir en contra de la educación sexual integral es parte de “una clara posición de muchas personas en el Congreso de retroceder en determinados avances” que buscan la igualdad de género.
“Creo que es un claro retroceso (...) que refleja un pensamiento conservador que no va a la par con las prácticas sociales y el pensamiento social”, menciona.
En la comisión de Educación del Congreso 14 congresistas votaron a favor del dictamen, 2 en contra y ninguno en abstención, por lo que pasará al Pleno y es muy probable que termine por aprobarse y la medida se haga efectiva.
“Yo confío en que esto pueda ser revertido en un nuevo Congreso”, espera Marcela Huaita.
Además, considera que, así haya leyes en contra de prácticas que buscan la igualdad de género “hay un desarrollo propio (en la sociedad) el cual no se puede negar y no se va a negar por una ley”.