Manuel María Rilo Podestá es un escritor y filósofo peruano con doctorado, que era asociado a la Cámara Peruana del Libro (CPL), catedrático de varias prestigiosas universidades. Sin embargo, detrás de este semblante académico ocultaba un rostro siniestro: era cabecilla de una red de tráfico de mujeres que fue descubierta por las autoridades en julio de 2022.
El proxeneta se aproximaba con engaños a jóvenes de Venezuela, Ecuador y Colombia para trasladarlas a Perú. En Lima, las mujeres eran encerradas en un pequeña habitación sucia, en el jirón Puno, en Barrios Altos, para luego ser explotadas sexualmente. El delincuente las violentaba y abusaba de ellas hasta que le devolvieran el costo del alojamiento y los alimentos, algo que nunca ocurría porque les elevaba el precio de las ‘tarifas’.
La División de Investigaciones de Alta Complejidad (DIVIAC) de la Policía Nacional del Perú (PNP), después de 24 meses de seguimiento, detuvo a Rilo Podestá tras varias acusaciones de algunas mujeres contra el escritor.
“A mí me trajeron desde Venezuela y me prometieron que iba a trabajar de manicurista, pero la verdad es que no. Al final, terminé en una habitación, donde no podía salir, no podía ver a nadie ni tener contacto con mi familia”, dijo una de las afectadas a Domingo al día.
La PNP estableció que Rilo Podestá organizó una red criminal con otros proxenetas colombianos y venezolanos. Financiaba con su dinero para traer a las extranjeras al Perú.
Al criminal siempre le veía con las chicas que prostituía en las calles del centro de Lima. Con pelo canoso y buen porte, vigilaba que ninguna se escapara de su vista. Tal era su obsesión con cada una que las tatuaba con su nombre.
El escritor colgaba las fotos de las jóvenes, que oscilaban entre los 20 y 30 años, en una página web. Los clientes se comunicaban directamente con él y pagaban entre 150 a 200 soles. A todas les prometía que cuando cancelaran la deuda serían libres, pero era un engaño porque el endeudamiento siempre crecía por una excusa que inventaba.
Rilo Podestá aprovechó que las mujeres captadas tenían necesidades económicas; cuando las traía al Perú las retenía y luego las ‘cuidaba’ para explotarlas. Él las llevaba a los hoteles, las recogía y cobraba el dinero de los encuentros. Siempre buscó su beneficio. El proxeneta las golpeaba si no accedían a sus órdenes, amenazándolas con matarlas.
El hallazgo de las mujeres
Después de un paciente seguimiento de la PNP, los oficiales ingresaron a la habitación de jirón Puno, en Barrios Altos. Hallaron a ocho mujeres que habían sido trasladadas con engaños al Perú, así como a niños. Vivían hacinados en malas condiciones. Eran prisioneras con sus hijos.
Las víctimas estaban encerradas, no podían salir para nada y tenían que esperar a que Manuel llegara para conducirlas a los nuevos clientes. Era un grito de silencio: en un país desconocido sin ayuda de nadie.
El escritor, de 52 años, fue detenido por los presuntos delitos de proxenetismo, tráfico de personas, maltrato, comercio ilícito y otros cargos. Al momento de su arresto en el cuarto maloliente de jirón Puno nunca levantó la mirada; solo escuchaba todos los delitos por los que estaba acusado. No contestó ni replicó nada: cayó su red.
Con el proxeneta fueron detenidas dos ciudadanas venezolanas; una de ellas era la pareja de Rilo Podestá que se encargaba de coordinar y controlar a las jóvenes. La red criminal de tráfico de mujeres era parte de una estructura mucho más grande en otros distritos como Santa Anita y Comas.
Manuel Rilo, el escritor proxeneta
Las alarmas se encendieron en el pequeño circuito cultural limeño donde todos los escritores, académicos y libreros se conocen. Rilo Podestá, que había sido parte de la Generación del 90 en la literatura peruana, era conocido entre los poetas y narradores.
Tenía una licenciatura hispanoamericana en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y un doctorado en la Universidad de Miami con la tesis De brocas y tracas: Nacion, normalidad, homosexualidad y travestismo en la literatura y la cultura mediatica popular peruana —que se puede hallar en el repositorio de la institución académica estadounidense—. Impartió una cátedra de literatura latinoamericana en la Stephen F. Austin State University en Texas. Publicó el libro Contraeltráfico, inhallable en estos días. Era común encontrarlo participando en presentaciones de libros y eventos literarios.
Sin embargo, cuando la noticia estalló, muchos escritores que lo conocían callaron y miraron a otro lado. Hubo demasiado silencio, incluso de la Cámara Peruana del Libro (CPL) que ante la insistencia de unos periodistas culturales y unas editoriales independientes tuvo que separarlo de sus filas donde estaba adscrito y participaba con su editorial Amelie en la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima) o en la Feria del Libro Ricardo Palma.
Rilo Podestá escribió un artículo en Letras Libres acerca de la obra de teatro La muerte y la doncella del escritor argentino Ariel Dorfman. Irónicamente. el proxeneta, que dirigía una red de tráfico de jóvenes para prostituirlas, defendía a las mujeres en ese texto.
“A lo que deberíamos añadir que la misma situación de la mujer como sujeto excluido del orden patriarcal complica las perspectivas. Los derechos humanos de la mujer tienen que ver con la postergación y el sometimiento a los cuales es sometida en el ámbito público y en el espacio privado de una sociedad patriarcal. La violencia que se ejerce sobre su cuerpo queda muchas veces impune y sin castigo. Teniendo como corolario la violencia que se encuentra magnificada hiperbólicamente en la violación sexual, siendo este acto una de las muestras más macabras; pero no la única vejación a la que es sometido el sujeto femenino. Una reivindicación fundamental y específica para la mujer es el derecho al propio cuerpo. Es decir, el derecho a disponer de acuerdo a su voluntad de sus propios cuerpos. Existe la necesidad de adquirir una conciencia social (de comunidad y de individuo) de cómo sus cuerpos han sido expropiados tanto en la tradición cultural como bajo el amparo de la costumbre de las leyes”, se lee en el artículo Castigar o perdonar Derechos humanos y transición democrática y social en La muerte y la doncella.
No obstante, detrás de este escritor y académico se escondía el rostro más perverso.