Gahela Cari Contreras estuvo a punto de convertirse este miércoles en la primera congresista trans del Perú, solo si el pleno del Congreso hubiera aprobado la suspensión del exministro y legislador Roberto Sánchez, de quien es accesitaria, según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE).
Sanchéz, quien despachó en la cartera de Comercio Exterior y Turismo ―y sindicado como coautor del fallido autogolpe de Pedro Castillo—, se libró del desafuero con los votos en contra de Fuerza Popular y algunas abstenciones de Renovación Popular y Avanza País.
Abogada y activista, Gahela Cari ya había marcado un precedente al tentar en una curul durante dos oportunidades con el partido Juntos por el Perú, que lideró Verónika Mendoza como candidata presidencial.
Con un sombrero decorado con colores andinos y una trenza que bordeaba su cuello, recorrió las calles para convencer a los ciudadanos de darle su voto.
En un país con altos rasgos homófobicos y conservadores, figuró en las listas electorales con su “nombre muerto”, el mismo con la que fue registrada al nacer y que el Estado peruano no le permite cambiar.
De ser elegida, iba a priorizar una ley de identidad de género, una ley de educación sexual e integral en los espacios educativos, un cupo laboral para personas trans, un protocolo de atención en salud para personas trans y mecanismos para acabar con el acoso escolar transfóbico, causante de deserción estudiantil “y, en el peor de los casos, del suicidio”.
Una historia de resistencia
Gahela Cari nació en Ica hace 30 años. Su madre es una líder campesina, oriunda de Ayacucho, que se salvó de las esterilizaciones forzadas durante el gobierno de Alberto Fujimori. Su padre se vio obligado a huir de Puno por amenazas terroristas.
Cari vivió y se educó en esa ciudad, al sur de Lima, hasta que terminó sus estudios de Derecho. Sin embargo, su universidad no le permitió acceder al grado de bachiller con su nombre social, sino que le obliga a usar el nombre que actualmente figura en su documento de identidad.
Sin un grado académico, no pudo obtener un título oficial de abogada ni colegiarse, y por lo tanto tampoco ejercer la profesión para la que estudió. “Para mí ejercer la prostitución ha sido la etapa más difícil de mi vida porque es casi como consentir violaciones solamente por tener que comer mañana”, dijo a la agencia EFE en 2020.
Su lucha fue antecedida por Belissa Andía, quien en 2006 se postuló por el movimiento Nueva Izquierda, y Jana Villayzan, quien participó en la misma contienda con el respaldo del Partido Socialista. Ninguna logró su objetivo.
Cari tampoco reunió al menos 35,000 votos para alcanzar un curul, dentro de una institución desprestigiada por la crisis política y en un país con altos índices de discriminación.
En esta jornada, además, quedó descartada para ocupar la curul de Roberto Sánchez, quien fue salvado con 27 votos a favor, 39 en contra y 18 abstenciones, a diferencia de la exprimera ministra Betssy Chávez, quien fue suspendida en el ejercicio de sus funciones legislativas.
Antes de la votación, hubo un extenso debate en el que los implicados, sus defensas y parlamentarios de diferentes bancadas expusieron sus puntos de vista.