El Ministerio del Interior confirmó este jueves la detención de los presuntos asesinos del suboficial Luis Soncco Quispe (29), calcinado el pasado 10 de enero durante la jornada más sangrienta de protestas, ocurrida en Juliaca (Puno), donde murieron, además, 17 manifestantes por enfrentamientos con las fuerzas del orden.
“La intervención policial se realizó tras una efectiva acción de inteligencia operativa, así como una exhaustiva labor de investigación de la División de Homicidios de la Policía Nacional, en coordinación con representantes de Fiscalía”, se lee en un comunicado de la cartera.
Los agentes hallaron, junto a uno de los detenidos, el arma de fuego del suboficial, quien hacía rondas de vigilancia en un patrullero con un compañero cuando fueron agredidos por una turba, que luego incendió el vehículo. La diligencia se realizó en la provincia de San Román.
La Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) precisó a La República que los capturados fueron Ismael Díaz Ccallata (28), alias ‘Flaco’, Erusbel Apaza Uturunco (25), alias ‘Chato’ —quien sería un S3 PNP en situación de retiro—; y Yesenia Molina Vargas (27), su pareja.
En la vivienda, además, se incautó una cacerina de fusil AKM con siete municiones, accesorios de pistola Prieto Bereta incinerados, más de 23 mil dólares y un celular de marca Redmi. También el arma de fuego del suboficial fallecido, lo cual es un serio indicio en su contra.
En el ataque de enero pasado sobrevivió el suboficial Ronald Villasante, quien contó que “fueron retenidos y agredidos físicamente por unos 350 manifestantes”.
Villasante recibió varios golpes, de modo que fue trasladado a Lima para ser atendido en un hospital, luego de que se le diagnosticara policontusiones y heridas múltiples en la cabeza.
Protestas en cifras
En las protestas antigubernamentales, que comenzaron a principios de diciembre y reclaman la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y el cierre del Congreso, han fallecido 77 personas. De ellas, 49 murieron en la represión de las manifestaciones, con una última víctima confirmada este martes.
Se trata de Rosalino Flores, un joven de 22 años que recibió el impacto de 36 perdigones disparados a corta distancia por un policía el pasado 11 de enero en Cuzco durante las protestas y que tras dos meses ingresado murió en un hospital de Lima.
Flores, quien huía de los agentes y no presentaba oposición ni resistencia, recibió desde muy cerca los disparos de perdigones por policías que reprimían a los manifestantes, según un registro de las cámaras de seguridad de la zona.